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Alberto Chimal (México

Alberto Chimal

México

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Nació en Toluca en 1979, es narrador. Ha sido finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos y ganador, entre otros, de los premios Fundación Cuatrogatos, Banco del Libro y White Ravens. Ha publicado más de una veintena de libros de cuento y minificción, de los que destacan Gente del Mundo (19982014), Éstos son los días (2004, Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí), La ciudad imaginada (2009), 83 novelas (2011), Manda fuego (2013, Premio Nacional Colima de Narrativa), Los atacantes (2015), Manos de lumbre (2018), La mujer que camina para atrás y otras historias (2020) y La saga del Viajero del Tiempo (2021).

También es conocido como profesor de escritura creativa –ha impartido cursos, seminarios y talleres en su país y el extranjero– y por su labor como divulgador de la literatura, que lleva a cabo en diversos proyectos en línea, incluyendo el canal de YouTube Alberto y Raquel (youtube.com/ AlbertoyRaquelMX), donde colabora con su esposa, la escritora Raquel Castro. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, italiano, francés y otros idiomas. Vive en la Ciudad de México.

Credo cuentístico

Creo en nuestro más remoto antepasado: en el hombre o la mujer de las cavernas que inventó el primer enunciado declarativo para referir un hecho real, o soñado, o temido, y así se lo dio a recordar a otros.

Creo en nuestro último descendiente, que no muere y siempre es más joven que quien lo contempla: que utiliza las herramientas a su alcance sin temor ni vergüenza, que cuenta lo que sabe y lo que desea.

Creo en la imaginación, que hace germinar la voz más humilde y causa horror y rabia, como debe ser, a los policías del pensamiento.

Creo en los cinco sentidos, y también en el otro, que no es común. Creo en la sintaxis, el esqueleto animado y translúcido del lenguaje.

Creo en la lengua a la que pertenecen estas palabras, que no comprenderé en un siglo o dos y algún tiempo después se extinguirá, pero ahora, justo ahora, permite decir esto.

Creo en los cuentos que conocí desde la infancia: los que se contaban Melusina, sola en su baño, y los jinetes de la Noche y del Día que se perseguían por las estepas, y el pescador Urashima, preso en un solo instante y sin saberlo dentro del palacio del Rey del Mar.

Creo en los maestros que me tocaron en suerte: en los poetas vivos y los narradores muertos, los que llegaron demasiado pronto y los que llegan ahora, cuando espero que no sea demasiado tarde.

Creo en las transformaciones constantes, por igual las ya conocidas y las por venir; dicho de otro modo, creo en la minificción, las narraciones mutantes, las escrituras intangibles de la red y las otras, las que aún no tienen nombre.

Creo en mi propio derecho de contar lo que me plazca, como me plazca, y de pelear a mi modo con el lenguaje y con el mundo.

Creo en la imposibilidad de no estar en el mundo, se haga lo que se haga. Creo en la revelación que no se dice.