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Elvira Aguilar (México

Elvira Aguilar

México

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Soy la décima de once hijos de los mismos padres. Y también la décima de los quince hijos de mi padre. A punto de darme a luz, a mi madre le informaron que el parto sería difícil. Mi padre prometió que si el alumbramiento se daba bien, fuera hombre o mujer, me llamaría Guadalupe. Mi mamá, por su parte, le ofreció a san Martín de Porres, que si le permitía salir con vida y cargar en brazos a un hijo sano, este llevaría su nombre independientemente del sexo.

Un 25 de enero nací. No lloré pronto, me puse morada, fuera de eso, todo bien. Mis padres cumplirían su promesa: me llamarían Guadalupe San Martín, pero mi madre miró el calendario; el 25 de enero era día de santa Elvira. Pensó que la santa se pondría triste si yo no llevaba su nombre, por eso me llamo: Elvira Guadalupe San Martín. Aprendí a leer y a escribir hasta los siete años y medio, pero antes, armaba cuentos con figuritas de revistas. Luego escribí una canción para mi madre, y pequeños cuentos que sucedían en el agua: la bahía, el río, el mar. A la hora de la siesta de mis padres, mis hermanos y yo leíamos poesía. Mi libro preferido era el Romancero gitano, de García Lorca. Mi primer cuento “formal”, lo escribí a los doce años: mi propia versión de la vida de Marilyn Monroe, y con él descubrí el poder de la ficción: el único poder que me atrae.

Pensar en el cuento

1. Antes de escribir un cuento me pasa por la cabeza la película completa. Una vez que comienzo a escribir, la película cambia de escenarios, se adhieren personajes, y la banda sonora aparece y me seduce.

2. Para escribir preciso silencio y soledad. La superficie sobre la que asiento mi máquina debe estar impoluta. Requiero luz, mucha luz.

3. Los mejores cuentos son los que voy contándome mientras troto sobre la bahía de Chetumal o sobre las márgenes del río Hondo; luego los olvido.

4. En casi todos mis cuentos aparecen selvas húmedas, el Caribe, cocodrilos, pasiones y tragedias: mi entorno.

5. Siempre llevo conmigo una libreta y apunto ideas, escenas, frases, nombres de futuros personajes, conversaciones escuchadas sin querer, mas no puedo escribir a mano un cuento completo… Lo hice en mis años de juventud.

6. Escribir es ser poderosa y me encanta. El poder crear mundos me sigue asombrando, y cada vez me parece más placentero.

7. Una vez, hace muchos años, escuché en una película que para escribir se necesitan recuerdos, y si no se tienen, se inventan. A veces cierro los ojos e invento, luego los abro y escribo la realidad de la ficción. 8. Para escribir bien se necesita escribir mucho, leer, viajar, platicar, ser curioso, irreverente, disfrutar la música, la pintura y todas las artes.

9. Confío en otros ojos. Entiendo que los míos pueden ver hermoso cada texto salido de mi imaginación, por eso someto mi trabajo al escrutinio ajeno, experimentado y bienintencionado de gente que sabe del oficio. 10. Me cuesta mucho elaborar las dos frases finales de un cuento, de manera que invierto en ello mucha energía y tiempo. Esas frases deben dejarme con una carga emocional muy fuerte para que me sienta satisfecha. Nací en Rio de Janeiro en 1968 de padres ecuatorianos. Mi abuelo paterno