7 minute read

EDITORIAL

Abierto hasta el amanecer Open till dawn

Bares, cafeterías, cafés, tabernas, cantinas, pubs, cervecerías, discos, nightclubs, dance halls… hay veces que las traducciones no son suficiente. Ni siquiera los diccionarios son capaces de detallar, catalogar y homologar esa cantidad de lugares dispersos por todo el mundo que bajo distintos nombres ofrecen prácticamente lo mismo: un espacio protegido, fuera del mundo que se desarrolla en el tumulto exterior, donde poder beber, comer, charlar, tal vez bailar. Desde un café o un té, tal vez un chocolate y una tostada, un croissant, un pan dulce… hasta un tequila, una cerveza, un bocadillo de calamares, una coca o un refresco, un whisky… en silencio o con música de ambiente. De noche y de día. Son lugares para esconderse, para mirar el mundo a nuestro alrededor, para escribir o leer. Para estar solo o con amigos. Espacios para socializar y relacionarse con los demás. Y también para estar solos y observar el mundo desde fuera.

Tal vez son las iglesias de los ateos, lugares donde cobijarse cuando hace frío y donde refrescarse en épocas de calor. “¡Bares, qué lugares!” decía la canción de Gabinete Caligari. Y lo cierto es que da igual cómo se les llame, cuando encuentras el tuyo te conviertes en un fiel visitante, en amigo de los camareros, que saben lo que vas a tomar, “lo de siempre”, sin tener que decir nada. Pero en cada país, bajo cada nombre y bajo sus letreros de neón, o planos, alegres o serios, todos tienen sus diferencias. Cada país, cada cultura, cada forma de entender la vida se puede ver a partir de estos lugares que se acercan y se diferencian entre sí, los bares de los cafés; las tabernas de los pubs. Sin duda son un invento europeo, exportado a nuestro paso por allí por donde hemos andado. Por la necesidad de volver a casa, de sentirnos bien, de tomar un café, o una copa, de bailar al son de cualquier música… Para Georges Steiner Europa no se entiende sin sus cafés, la pura idea de Europa es algo que tiene su sentido en un café:

Europa está hecha de cafés. Desde el café preferido de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Copenhague, por delante de los cuales pasaba Kierkegaard, abstraído, durante sus paseos. Si se dibuja el mapa de los cafés se obtendrá una de las referencias esenciales de la “idea de Europa”. Bars, cafeterias, cafés, taverns, pubs, inns, discos, nightclubs, dance halls… there are times when mere translations are not enough. Not even dictionaries can detail, catalogue and standardise all the places around the world that offer more or less the same thing under a host of different names: a protected space, divorced from the chaos outside, where people can drink, eat, talk and maybe even dance. These places serve anything and everything from coffee, tea, hot chocolate, toast, croissants and sweet pastries to tequila, beer, squid sandwiches, coca cola, soft drinks and whisky, in silence or with music playing in the background, night and day. They are places for hiding away, watching the world go by, writing or reading, for being alone or with friends, for socialising and meeting people, and also for enjoying one’s own company and looking out at the world.

Some might describe them as places of worship for atheists, for seeking shelter against the cold and for quenching thirsts when it is hot. “Bares, que lugares!” (“Bars, what places!”) goes the song by Gabinete Caligari. And the fact is, it doesn’t matter what name they go by. When you find your bar, you become a faithful visitor, a friend to the waiters, who know what your poison is — “the usual” — without you having to utter a word. They differ from country to country, name to name and sign to sign, whether neon or flat, joyful or sombre. Every country, every culture, every way of understanding life can be seen in these places, which resemble but also stand apart from each other; bars from cafés,

El café es un lugar para la cita y la conspiración, para el debate intelectual y el chismorreo, para el flâneur y el poeta o para el metafísico, con su libreta. Está abierto a todo el mundo, pero también es un club. Una taza de café, un vaso de vino o un té con ron proporcionan un escenario para trabajar, para soñar, para jugar al ajedrez o, simplemente, para pasar el día cómodamente. En la Viena imperial y de entreguerras había tres grandes cafés que constituían el ágora, el lugar de la elocuencia y la rivalidad de escuelas opositoras de estética y de economía política, de psicoanálisis y de filosofía.

Las personas que deseaban ver a Freud o a Karl Kraus, a Musil o a Carnap, sabían exactamente en qué cafés buscarlos y el lugar que en ellos les tenían reservado. Lenin trabajaba en su tratado sobre el empirocriticismo mientras jugaba al ajedrez con Trotsky. Mientras haya cafés, la “idea de Europa” tendrá contenido. Georges Steiner, Europa andando

Y los fotógrafos no pueden ser, no lo han sido nunca, ajenos a esta realidad. La fotografía en los bares, de los cafés, de los clientes, del ambiente, es un subgénero fotográfico. Desde la Street Photography americana con sus lugares y paisajes, los letreros y la tipología de sus bares y cafés hasta el ambiente en blanco y negro de la bohemia parisina y los cafés más famosos. Desde el placer y la alegría hasta la soledad y la tristeza. Hoy, una nueva generación de artistas asoma sus cámaras a los nuevos lugares, mirando tal vez de otra manera lo que tantos otros antes que ellos fotografiaron. En las siguientes páginas encontrarán algunos ejemplos de una recopilación imposible por inmensa. Como diría Georges Steiner, los cafés definen la idea de Europa, una Europa para caminar. La fotografía ilustra y apoya esa idea de que no solo en Europa los bares, los cafés, las cantinas, los discos, las tabernas, las discotecas, los night clubs, son lugares que nos definen a todos nosotros. Sus fieles clientes habituales.¶ taverns from pubs. They are, without question, a European invention that we have exported wherever we have gone, out of a need to feel at home, to feel good, to have a coffee or something stronger, and to dance to the sound of music, whatever it is. In Georges Steiner’s view, Europe cannot be understood without its cafés. The very idea of Europe takes shape in a café:

Europe is made up of coffee houses, of cafés. These extend from Pessoa’s favourite coffee house in Lisbon… to the Copenhagen cafés which Kierkegaard passed on his concentrated walks… Draw the coffee-house map and you have one of the essential markers of the ‘idea of Europe’.

The café is a place for assignation and conspiracy, for intellectual debate and gossip, for the flâneur and the poet or metaphysician at his notebook… It is open to all, yet it is also a club, a freemasonry of political or artistic-literary recognition and programmatic presence. A cup of coffee, a glass of wine, a tea with rum secures a locale in which to work, to dream, to play chess or simply keep warm the whole day… Three principal cafés in imperial and inter-war Vienna provided the agora, the locus of eloquence and rivalry for competing schools of aesthetics and political economy, of psychoanalysis and philosophy.

Those wishing to meet Freud or Karl Kraus, Musil or Carnap, knew precisely in which café to look, at which Stammtisch to take their place… In a Geneva café, Lenin writes his treatise on empirio-criticism and plays chess with Trotsky… So long as there are coffee houses, the ‘idea of Europe’ will have content. Georges Steiner, The Idea of Europe

Photographers cannot be, and have never been, removed from this reality. The photography of bars, cafés, customers and the setting as a whole is a subgenre all of its own. From American street photography, with its places, landscapes, signs and the range of its bars and cafés, to the black and white ambience of bohemian Paris and its most famous cafés. And from pleasure and joy to solitude and sadness. Today, a new generation of artists are pointing their cameras at new places, perhaps finding a fresh perspective on something that many have photographed before them. In the pages that follow you will find just a few examples from a collection far too vast to present here. As Steiner said, cafés define the idea of Europe, a Europe for walking. Photography captures and supports the idea that it is not just in Europe that bars, cafés, alehouses, discos, taverns, dance halls and night clubs are the places that define us all, their loyal regulars. ¶