Clubdesalud noviembre 2013

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Editorial

El origen de la violencia Reflexionando sobre este tema lamentablemente vigente, una de las enfermedades sociales que necesitamos curar para evolucionar, la encuentro justo en el lugar en el que nace.

E

l tema me entusiasmó. Creo que revisar en profundidad la relación entre violencia y terapia floral en una conferencia virtual podría ayudar a muchos terapeutas florales, y sobre todo a los que de una u otra forma sufrimos o hemos sufrido situaciones de violencia en nuestras vidas. Quienes vivimos en ciudades experimentamos la agresión como un hecho bastante habitual, pero en todas partes el abuso y la violencia son motivo de alarma. En particular en este último siglo, mientras la tecnología avanza a pasos agigantados, pareceríamos seguir estancados en nuestra evolución emocional y espiritual. Bocinas para mover al otro, malos tratos en la atención al público, cortes de las relaciones de maneras abruptas y desconsideradas. ¿Qué es el otro?¿Un elemento o cosa para ser utilizado y luego deshechado? ¿O una molestia que viene a interrumpir el flujo natural de mi vida tan perfecta? Siempre me pasa lo mismo. Quiero contar algo y termino siendo una fuente de preguntas. Vivo en un mundo interior en el que las certezas son apenas destellos, como estrellas en la alta noche, y el resto es caminar en la oscuridad de no saber. ¿Qué parte de responsabilidad tengo yo cuando recibo un ataque despiadado? ¿Debí preverlo, prevenirlo, desarmarlo antes de que se desarrollara? Tal vez cuidando las relaciones y mis reac3

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ciones puedo modificar ese entorno... ¿O es como el tránsito, del cual todos nos quejamos y al cual todos le aportamos la propia cuota de egoísmo? Como un basural, que se va construyendo con esos papelitos, cenizas, deshechos que todos vamos arrojando; y lo de cada uno no parece demasiado, pero es sorprendente ver la montaña repugnante que llegamos a construir. El resto es quejarse sin hacer nada al respecto. Cuando practicaba Karate, hace innumerables lunas, me enseñaron que la distancia mataba el ataque, porque nadie puede golpear más allá de lo que sus extremidades alcanzan. Es decir, hay más de una opción de responder frente a actitudes violentas, es quizá cuestión de entrenarnos. Pero como la basura que mencionaba en el párrafo de arriba, la violencia parece ser un hecho que los demás cometen hacia nosotros. Y vuelven las preguntas: ¿Cuándo estoy siendo violento en acciones, pensamientos, sentimientos? ¿Cuándo estoy descalificando con una de las más poderosas armas, la ausencia, a aquellos a quienes digo amar? ¿Uso en mi vida vocabulario violento, palabras que lastiman? Cuando olvido poner mi cuota de amor en la fuente de la vida, el espejo nos devuelve imágenes de lo más variadas y extrañas. Si comenzamos a observar esas imágenes, que son las situaciones que recibimos, desde la perspectiva de

nuestra mejor versión (lo que algunos llaman el Yo Superior pero a mi criterio coexiste en un plano igualitario con nuestras otras secciones), podemos ver dónde se origina la violencia. Van a seguir editándose leyes y mecanismos de aplicación, se sumarán nuevas y más efectivas fuerzas policiales a la lucha contra la violencia. Pero no es en el mismo plano mental donde se creó que será erradicada, sino, como sucede con toda enfermedad (y la violencia es una enfermedad compartida), sólo puede ser disuelta en su propia fuente. Y no es sólo acecharla y descubrirla, sino crearnos hábitos diferentes desde la paz que encontremos, lo que hará práctico este tratamiento. Para ello, les regalo una frase de Morihei Ueshiba: En el Arte de la Paz no hay contiendas. El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en nuestra mente.

Eduardo Londner


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