El Club de las Novias nº dos

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n este embolado? abuela nonagenaria que vive en una aldea perdida venga a nuestra boda (hay que aprovechar que ahora está bien, la pobre) pero cuando nuestro novio invita a sus catorce primos de Burgos, nos dan ganas de matarle. Pero no lo olvidemos: mientras la proporción de invitados de uno y otro lado sea armoniosa, no podemos decir ni pío respecto a los invitados de nuestro novio. Te casas o te casan La cosa se complica más aún cuando se trata de los invitados de parte de nuestros padres y de nuestros suegros. En este caso, hay que establecer una diferencia fundamental: si te casas (es decir, pagas tú), tienes mucho que decir al respecto y puedes perfectamente limitar el número

de invitados directos de tus padres. En cambio, si te casan (pagan tus padres/suegros) tienes las manos mucho más atadas, y sólo podrás intervenir si realmente el número de invitados “indirectos” es escandalosamente alto. Lo más razonable en este caso es establecer un número aproximado de invitados que queremos tener, en función de lo íntima que vaya a ser la boda y establecer “porcentajes” aproximados de familiares, amigos nuestros y amigos de nuestros padres. Puede parecer algo mercantil, pero ahorra muchos disgustos.

Foto: Xulio Pazo

Entre pitos y flautas... Y es que en una boda, desgraciadamente, hay un montón de “pitos y flautas”. Y lo peor es que la inmensa mayoría son impresecdln

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