WEEDS
Julio - Agosto 2018 | Edición 28
ESTEBAN TORRES:
“ME TOCABA LA CARA PARA CONVENCERME DE QUE NO ERA
UNA PESADILLA,
SINO LA REALIDAD”
F
ue bajista de Saiko hasta que en 2005 tuvo un accidente que lo dejó con un 78% de discapacidad. Paradójicamente sus estudios como Educador Diferencial se vieron truncos por esta nueva condición. Hoy Esteban se la juega por el activismo que busca poner en el escenario político y social las carencias de la legislación y comprensión en torno a la diversidad funcional (el correcto nombre de la “discapacidad”) y la urgencia de protección, también legal, a los usuarios medicinales de cannabis en Chile. Por Rosa Navarrete Pantoja
En diciembre de 2005, con 25 años y en una realidad inversa al menos a la de hoy, Esteban Torres, entonces bajista de Saiko, sufrió un accidente mientras regresaba de Temuco en un bus junto a la banda y varios miembros del comando de campaña de la entonces candidata por primera vez a la presidencia, Michelle Bachelet. Este episodio no solo terminó con la vida de cinco personas y remitió a Esteban a una compleja situación física, sino además y con más fuerza lo plantó como actor en una realidad también volcada, un entorno colmado de las irónicas zancadillas que propone ser un “discapacitado” en Chile. Tras años combatiendo la impensada hostilidad ambiental, en situaciones tan punzantes e ineludibles como el dolor humano, Esteban concluye con vehemencia que “¡vivimos en un país de mierda!”.
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Coincido con él en la sentencia pensando en los niños del Sename, en la educación, las AFP, SQM y un lamentable etc., pero no se trata de inferir sino de vivir -y con mucho dolor- esta conclusión, es este un mérito amargo y un camino que Esteban conoce y no recorrería dos veces. Y no hablamos del dolor humano como concepto, como realidad abstracta queriendo ser comprendida, hablamos del dolor como condición física que imposibilita, reduce y coarta toda posibilidad de acción inmediata, hablamos de aquella afección que todo ser humano rehúye por naturaleza. LA DISCAPACIDAD Nunca es buen momento ni lugar para que la vida se vuelque y todo se torne disnormal, nuestro país y los 12 años de Esteban bajo la incómoda etiqueta. Nos hacen pensar que lo más discapacitado aquí es nuestro entendimiento acerca del tema.
Nuestra condición social es súper paradójica, yo estudiaba Educación Diferencial y estaba en cuarto año precisamente para trabajar junto a personas con discapacidad y en realidad no tenía idea de qué se trataba, de hecho, el país no tiene idea. Desde el 2002 por ejemplo no se incluye bien a los discapacitados en el Censo, no existe un número real, mucho menos políticas serias y acordes a estas necesidades, es un chiste pero muy cruel. Luego del accidente no se me permite terminar la carrera por presentar un 78% de discapacidad, lo que se consideró inhabilitante para el ejercicio de la profesión. Durante mucho tiempo me tocaba la cara para convencerme de que no era una pesadilla, sino la realidad. Una realidad que incomprensible se desataba luego de ver aquel camión sobre el bus en que viajaban y despertar
para desmayarse o gritar al sentir su cuerpo devastado por el impacto. El accidente me dejó con secuelas de movimiento y dolor crónico y, si bien siempre es complejo tener cambios en la vida, tener cambios permanentes que modifican tu funcionalidad es algo mucho más difícil; de todos los años que llevo en esta adaptación constante, creo que lo más complejo es quedar en una especie de limbo, en donde no te moriste, sin embargo la vida es una muerte constante o un empujón a ella. Desde el accidente Esteban no ha vuelto a caminar con independencia de algún aparato para movilidad asistida. Se ha sometido a 12 cirugías que intentaban recuperar el daño en su zona lumbar y médula espinal, tras el estallido de la vértebra lumbar L1; luego la silla de ruedas que inspiró un arriesgado proceso quirúrgico dividiendo su