Apostolado de la Oración

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APOSTOLADO de la ORACIÓN

DIÓCESIS DE CÓRDOBA NÚMERO 1 • 2018

APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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CARTA DEL OBISPO

Córdoba en el Corazón de Cristo por Mons.

Demetrio Fernández González, obispo de Córdoba

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ueridos miembros del apostolado de la oración y queridos hermanos todos. ¡Córdoba en el Corazón de Cristo! Este es el lema que nuestra diócesis ha asumido para la celebración de este año jubilar. Año en el que celebramos el 90 aniversario de la consagración de la ciudad de Córdoba al Sagrado Corazón de Jesús. Además como signo vivo de este acontecimiento de fe conservamos en el recinto de las Ermitas de Córdoba un monumento al Corazón de Jesucristo que desde ese Cerro ilumina a nuestra ciudad, y quiere ser luz también para toda nuestra diócesis. Es por eso que al cumplirse los 90 años de la consagración de la ciudad, queramos también consagrar la diócesis entera al amor de Dios manifestado en el Corazón de Su Hijo. Queremos poner a Córdoba entera, capital y provincia dentro, muy dentro del Corazón del Señor. Como bien sabéis se ha creado una comisión diocesana para organizar todos los actos relacionados con el año jubilar. En dicha comisión, presidida por el Vicario General de la diócesis, el apostolado de la oración es parte integrante y activa. Pues el apostolado de la oración tiene como una de las notas fundamentales de su espiritualidad el culto y la extensión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El apostolado de la oración no es un movimiento que busque crear grupo al margen de otros, sino que se trata de un espíritu que alienta. Debe impregnar en la diócesis un espíritu sobrenatural que llene de sentido y valor todas las tareas apostólicas que se llevan a cabo. El apostolado de la oración que va creciendo en las parroquias de 2

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nuestra Iglesia local, busca la santidad de sus miembros, y que éstos sean transmisores de esa santidad. Vosotros debéis crecer en la vida de oración, pues es este el fin principal del apostolado de la oración. Pero vuestra oración es apostólica. Es decir el miembro del apostolado debe sentir a la Iglesia, y a todo el mundo muy dentro de su corazón, y por eso desea y anhela la salvación de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Nos encontramos con un mundo frío y herido por el pecado. Un mundo que ha olvidado la belleza del amor. Se trata de una sociedad descorazonada. Se desangra porque ha olvidado a Dios. La cultura del siglo XXI vive sin corazón y el apostolado de la oración, viviendo la misión de la Iglesia, debe poner “corazón” a este mundo, debe poner el Corazón de Cristo. En este año jubilar, queremos que toda la diócesis de Córdoba lata al unísono con el Corazón de Jesucristo. Y en esta misión, el apostolado de la oración tiene parte activa. Es necesario que los miembros del apostolado renueven y hagan renovar en sus comunidades parroquiales la vivencia del bautismo. Ayudando a comprender a todos que: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva”. (Benedicto XVI, Deus caritas 1). Y este encuentro personal con Cristo se produce de manera particular en la Eucaristía. El culto al Corazón eucarístico de Jesucristo destaca desde siempre en la vida del apostolado de la oración. Es muy importante fomentar la adoración eucarística que enriquece

la vida de la Iglesia. Y por tanto debemos ser apóstoles de la Eucaristía, de la presencia de un amor que permanece presente en el tiempo. Hombres y mujeres que adoran a Jesucristo vivo y que buscan corazones que le conozcan y le amen, y así le sigan y también le adoren. Quiero dirigir unas palabras también a los jóvenes, animándolos a conocer y profundizar en la espiritualidad del Corazón de Cristo y por ende en el apostolado de la oración. No se trata de otra cosa sino de penetrar más en la vida cristiana, de crecer en una amistad personal e íntima con Jesucristo. El apostolado os ayudará, queridos jóvenes, a descubrir que vuestro estudio, vuestros quehaceres diarios, vuestras luchas y aspiraciones… tienen un valor infinito de Redención para el mundo, si se viven unidos al Corazón redentor de Cristo. Sois co-protagonistas de una historia de amor hacia el mundo, hacia cada hombre y mujer de nuestro tiempo. Porque Cristo vivo, de Corazón palpitante, os une a Él y con Él sois apóstoles, testigos de un amor que está llamado a extenderse en el mundo, en toda la sociedad. En este sentido podemos desear y pedir el Reinado del Corazón de Cristo. Un reinado de amor, de verdad y de paz; de gozo y de esperanza para todos los estratos de la sociedad. Cada uno de vosotros, queridos jóvenes, podéis ser portadores de esta esperanza. Ofrece tu vida a Él, en cada acto que puedas hacer, por pequeño que parezca, el mundo comenzará a cambiar porque contigo, en Cristo, comienza la revolución del amor y contigo se va extendiendo la civilización del amor. A todos los miembros del apostolado de la oración y a todos los lectores de esta revista anual que comenzamos a publicar este año os imparto mi bendición de todo corazón.


¿Tiene sentido seguir insistiendo hoy en la devoción al CORAZÓN DE JESÚS? por Adolfo

Ariza Ariza, Delegado diocesano de Catequesis

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llá por el año 1956 el Papa Pío XII afirmaba con rotundidad: “El culto al Sagrado Corazón se considera, en la práctica, como la más completa profesión de la religión cristiana” (HA 29), y poco más adelante, en el mismo escrito, presentaba la devoción al Sagrada Corazón de Jesús como “escuela eficacísima de la caridad divina” (HA 36). Ahora bien, ¿se sigue percibiendo así en el “cristiano de a pie”, en la catequesis, en la predicación de los sacerdotes o en la invitación a redescubrir la permanente novedad de esta fuente de espiritualidad? En una palabra y retornando a la pregunta con la que se encabeza este artículo: ¿Tiene sentido seguir insistiendo hoy en la devoción al Corazón de Jesús? El Papa Benedicto XVI, en una carta al Prepósito General de la Compañía de Jesús con motivo de la los cincuenta años de la promulgación por parte del Papa Pío XII de la Encíclica Haurietis Aquas, nos ofrece ya una primera respuesta a los interrogantes citados: “Sigue en pie la tarea siempre actual de los cristianos de continuar profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos la fe en el amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su propia vida. El costado traspasado del Redentor es el maAPOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

nantial al que nos invita a acudir la encíclica Haurietis Aquas: debemos recurrir a este manantial para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su amor. De este modo, podremos comprender mejor qué significa ‘conocer’ en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo, manteniendo fija la mirada en Él, hasta vivir completamente la experiencia de su amor, para poderlo testimoniar después a los demás”. Pero, ¿cuáles son las claves a redescubrir de esta espiritualidad? Si bien antes de enumerar claves o subrayar aspectos conviene retomar uno de los pasajes más brillantes del Magisterio del Concilio Vaticano II en el que a la hora de presentar a Jesucristo como hombre perfecto y verdadero, el Concilio nos deja la siguiente afirmación: “Trabajo con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre” (GS 22). ¿Qué implicaciones tiene para todos y cada unos de nosotros este “amó con corazón de hombre”? En primer lugar conviene recordar que el Señor no careció en su alma humana de gustos y afectos tales como el deseo, la alegría, la tristeza, el temor y la ira. En este sentido, la fina capacidad de San

[…] Si estos movimientos, si estos afectos buenos, que proceden del amor y de la caridad santa, han de ser llamados vicios, tendremos que admitir que los verdaderos vicios reciben el nombre de virtudes. Pero si esos afectos siguen la recta razón, cuando están puestos en su fin, ¿quién osará llamarlos entonces enfermedades o pasiones viciosas? Por ello, aun el mismo Señor, que se digno llevar vida humana en forma de siervo, pero sin tener pecado alguno, usó de ellos cuando lo juzgó oportuno. Porque no era falso el afecto humano de quien tenía verdadero cuerpo y verdadero espíritu de hombre. No es, pues, falso lo que se cuenta de Él en el Evangelio: que sintió tristeza e ira por la dureza de corazón de los judíos (cf. Mc 3, 5), y añadió: ‘Me alegro por vosotros, para que tengáis fe’ (Jn 11, 15). Y lo mismo que lloró cuando iba a resucitar a Lázaro (cf. Jn 11, 35), que deseó comer la Pascua con sus discípulos (cf. Lc 22, 15), que sintió tristeza en su alma al acercarse la Pasión (cf. Mt 26, 38). Él, por gracia y designio suyo, acepto cuando quiso estos movimientos en su espíritu humano, como cuando quiso, se hizo hombre” (San Agustín, De Civitate Dei XIV, 9, 1. 3) Luego no puede haber otro punto de partida que una contemplación de Jesús que durante su vida, su agonía y su pasión, nos ha conoci-

Cristo nos ha amado con un corazón humano. Todos sus sentimientos, ya sea de compasión, indignación o celo, tienen su raíz en el amor, están subordinados al amor y son expresión de su amor. Agustín de auscultar el corazón humano nos ofrece una clara luz al describir los sentimientos propios de los ciudadanos de la Ciudad de Dios: “Entre nosotros, según las santas Escrituras y la sana doctrina, los ciudadanos de la santa ciudad de Dios, que viven según Dios en la peregrinación de esta vida, temen y desean, se duelen y gozan. Y como su amor es recto, son también rectos estos afectos en ellos 4

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do y nos ha amado a todos con un amor particular y concreto. Nos ha amado a todos y a cada uno de nosotros, y ha entregado su vida por cada uno: “el Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál 2, 20). Cristo nos ha amado con un corazón humano como nos recordaba Gaudium et Spes. Todos sus sentimientos, ya sea de compasión, indignación o celo, tienen su raíz en el amor, están subordinados al

amor y son expresión de su amor. En Él, en Cristo, los afectos están siempre movidos por el amor, pero no son motores. Retomando Haurietis Aquas conviene retener como en el corazón de Jesús se encuentra el signo eminente y el símbolo del triple amor con el que ama a Dios y a los hombres: el amor que le une al Padre y al Espíritu Santo, el amor infundido en su alma y el amor sensible que expresa y siente en su cuerpo (cf HA 15-16). En segundo lugar conviene recordar la presencia de este misterio del Corazón de Cristo - anunciado, prefigurado y finalmente revelado en su plenitud - en la Teología de la Revelación. En esta perspectiva habrá de entenderse la belleza de lenguaje y expresión del Cantar de los Cantares: “Tú has herido mi corazón” (Ct 4, 9); “Ponme cual sello sobre tu corazón… Porque es fuerte el amor como la muerte” (Ct 8, 6). Así como el contenido dramatismo de la profecía de Oseas: “¿Cómo voy a dejarte, Efraín, cómo entregarte Israel? […] Mi corazón se vuelve contra mí y mi compasión me quema […] No daré curso al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré con ira” (Oseas 11, 8). Llegados a la plenitud del Nuevo Testamento se revelará ya el cambio cumplido por el corazón de Dios que aparece ante nosotros como pasión real de Dios: el vuelco del corazón insiste en que ahora Dios mismo, en su Hijo, sufre hasta el fin el repudio de Israel, que en Oseas es llamado por Dios “mi hijo”, con una expresión que Mateo asigna a Cristo: “De Egipto llame a mi hijo” (Os 11, 1). Dios mismo toma sobre sí el destino del amor destruido, se pone en el lugar del pecador y libera con ello de nuevo el lugar de Hijo para el hombre, no ya solo para Israel sino para todos los pueblos. A partir de Oseas 11, la pasión de Jesús es el drama del corazón divino: “Mi corazón se vuelve contra mí, mi compasión quema”. El corazón traspasado del crucificado es el cumplimiento literal de la profecía del corazón de Dios que trastoca


Cristo lloró ante la tumba de Lázaro.

su justicia por compasión y, precisamente de este modo, permanece justa (Cf. J. Ratzinger, Miremos al Traspasado 80-81). En tercer lugar, y aquí estriba –a mi modo de ver– unas de las razones más convincentes para seguir reafirmando la vigencia y sentido de esta espiritualidad para el hombre de hoy, es esencial volver a recordar que “el amor de Dios es no solo espiritual [...] pues la Palabra de Dios no ha asumido un cuerpo ficticio y carente de sentido” (HA 3). El corazón es expresión para las pasiones del hombre, para sus pasiones y, de este modo, para la pasión del humano en general. Frente al ideal estoico de la apatía, frente al Dios aristotélico que es pensamiento de pensamiento, se encuentra el corazón como quintaesencia de las pasiones, sin las cuales no podría existir la pasión del Hijo. Entre los Padres, fue sobre todo Orígenes quien mejor comprendió esta temática, y quien también expresó sin rodeos que ese tema no puede reducirse a la humanidad de Jesús, sino que tocaba a la imagen cristiana de Dios. Dejar que el Hijo sufra es la pasión del Padre, y en ella sufre con ambos el Espíritu, del cual Pablo dice que gime en nosotros, que porta en nosotros y para nosotros la pasión según el deseo de la redención total. “El Padre mismo

no es impasible, no carece de compasión. Cuando se le suplica, tiene piedad y com-padece, siente compasión del sufrimiento, soporta algo de parte del amor y (por este amor) es transportado en aquellos (lugares) en los que según su excelencia Él no puede estar (ser)” (Orígenes, Ezequiel h 6, 6). La profundidad del pensamiento del teólogo Ratzinger nos podrá ayudar a interpretar un pasaje como el citado: Si escuchas hablar de las pasiones de Dios, entonces relaciónalo siempre con el amor. Dios sufre porque ama. La temática del Dios sufriente sigue la temática del Dios amante y remite siempre a ella. El autentico avance del concepto del Dios cristiano respecto al antiguo radica en saber que Dios es amor (cf. J. Ratzinger, Miremos al Traspasado 73-74). En cuarto, y último lugar, sería necesario subrayar los acentos específicos de esta espiritualidad. A modo de preámbulo ha de ser subrayado en todo momento que las pasiones de Jesús son la justificación y fundación de que en la relación del hombre con Dios también se ha de incluir el corazón, es decir, la capacidad de sentir, la emoción del amor. Una piedad encarnatoria – como no puede ser de otro modo - debe ser una piedad pasional, piedad de corazón y, así, ella es precisamente piedad pascual, pues el misterio pas-

cual es como misterio de la pasión y del dolor, según su misma esencia, un misterio de corazón. En este caminar la contemplación del Corazón de Cristo es el camino privilegiado para centrar la vida en el amor de Dios y responder a su amor amando. Bien lo expresaba san Buenaventura cuando se preguntaba si era posible no devolver amor a quien tanto nos ha amado: “Las heridas del cuerpo muestran las heridas del alma […] ¡Contemplemos por las heridas visibles las heridas invisibles del amor! […] ¿Se hubiese podido manifestar mejor tu amor de otra manera que dejándote no sólo atravesar tu cuerpo con una lanza, sino tu corazón? […] ¿Habrá alguien que no quiera amar este corazón herido por nosotros? ¿Cómo podría alguien no amar respondiendo a quien nos abraza con un amor tan grande?” (San Buenaventura, Vitis mystica 3, 4-6). Pero la verdadera clave se encuentra en la realidad por la que del costado traspasado de Cristo ha brotado la realidad sacramental de la Iglesia prolongando la “dinámica sacramental” de la revelación divina. Este costado es el manantial al que debemos acudir si queremos acoger la revelación del Padre. En la veneración del Corazón humano de Jesús se venera el amor de Dios hecho hombre a través de la fuerza natural simbólica del corazón. Por eso, el corazón de Cristo es la escuela donde se alcanza el verdadero conocimiento del Redentor. Concluyo respondiendo a la pregunta con la que se ha titulado este articulo ¿Tiene sentido seguir insistiendo hoy en la devoción al Corazón de Jesús? con el Magisterio siempre actual y de “moda” de Santa Teresa de Jesús: “Y veo yo claro –y he visto después– que, para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita. Muy, muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos” (Santa Teresa de Jesús, Vida 22, 6).  APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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La educación en el Corazón de Cristo por Ana

Mª Roldán Roldán Cruzada de Santa María. Delegada Diocesana de Enseñanza.

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iene sentido hablar de educación en una revista dedicada al Corazón de Cristo? Es la pregunta que me hago al disponerme a afrontar esta tarea que se me ha encomendado. Después de reflexionar y orar sobre ello, creo que tiene mucho sentido. Es más, es necesario hablar de este tema, afrontarlo con seriedad y responsabilidad. Estamos viviendo en un momento histórico en el que parece que los pilares fundamentales del sentido de la vida se tambalean y están a punto de derrumbarse. Se habla de un cambio de época, ya no sólo de una época de cambios. La Iglesia nos empuja a entregarnos de manera urgente y generosa a la tarea de una nueva evangelización. El papa Francisco nos anima a emprenderla con alegría, confianza, autenticidad, convirtiéndonos en una Iglesia en salida. Una Iglesia preocupada por el destino del hombre y de la creación. Una Iglesia que sea fiel instrumento del amor de Dios. Creo que lo más urgente de evangelizar es la educación. Y de esto ningún cristiano puede eximirse. Todos somos en cierta medida educadores y educandos, como todos somos evangelizadores y a la vez necesitamos ser evangelizados. Todos: La familia, que es un sujeto privilegiado de la educación; la Iglesia, cada miembro de la comunidad cristiana, los sacerdotes, los Obispos, el Papa; las instituciones educativas, el Es6

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tado, los medios de comunicación, las redes sociales... Pero el gran educador es Dios. No ha hecho otra cosa desde la creación del hombre. La historia de la salvación es la historia del intento de Dios de educar al hombre, al que ha creado libre para tener capacidad de amar a su imagen y semejanza y para poder participar de su plenitud. Aquellos que se dejan educar por Dios llegan a ser los grandes amigos de Dios, los que adquieren la verdadera sabiduría, que está en el conocimiento de Dios. Y este Pedagogo por excelencia, que respeta más que nadie nuestra libertad, ha llegado a su colmo entregándonos a su Hijo. En Cristo nos lo ha dado todo y nos lo ha enseñado todo. Y en el Corazón de Cristo están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col 2,3). Por lo tanto no hay nada mejor que apuntarse a la escuela del Corazón de Cristo. En ella podemos aprender lo que es una verdadera educación, cuál es su meta, cómo llegar a ella, quiénes son los buenos educadores, qué necesita el ser humano para llegar a su plenitud. Y entonces sí podremos evangelizar la educación y evangelizar a través de la educación. Podremos hacerlo respetando el misterio que cada persona encierra y confiando en que el Señor ya está obrando en ella. Vamos a fijarnos en dos lecciones de esta escuela del Corazón de Cristo:

1.- “Venid a Mí”. Jesús es el único Maestro que ha podido decir: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Aquí está su autoridad. No hay duda de que el educador influye por aquello que él es, antes que por lo que él hace y propone. En el Instrumentum Laboris que se ha elaborado para el Sínodo de los jóvenes, que se celebrará este próximo mes de octubre, se apunta: “Los jóvenes ya no se vinculan a las instituciones como tales sino más bien a las personas que, dentro de ellas, comunican valores con el testimonio de sus vidas. Coherencia y autenticidad son factores fundamentales de la credibilidad”. Los jóvenes buscan modelos que les ayuden a entender el significado de la propia existencia y del sentido de la vida. ¿Somos los educadores


esos modelos positivos, atractivos, coherentes y auténticos que necesitan los niños y jóvenes de hoy? ¿Dónde está nuestra autoridad? No podemos olvidar que lo importante es lo que somos y, podríamos añadir, lo que estamos llamados a ser. La sociedad actual nos empuja a fijarnos más en lo que tenemos y en lo que aparentamos. Por eso no podemos dejar de estar siempre en camino de conversión, buscando la verdad y deseando que todos los hombres la encuentren. Nuestros educadores y nuestras escuelas deben propiciar el diálogo y el encuentro entre fe y cultura, entre el hombre y Dios. 2.- “Como Yo”. Jesús viene a enseñarnos el arte de vivir, el arte de amar, el arte de enseñar. Leer, escuchar, saborear el Evangelio es la mejor manera de

aprender su pedagogía, de conocer su Corazón. Aprendemos en él a educar con paciente realismo, a tener capacidad de esperar, a acoger sin discriminación, a cuidar los detalles, a demostrar con hechos el amor, a comunicar con sencillez y profundidad, a detenernos en cada persona, a asumir responsablemente la propia existencia. Una cosa me llama poderosamente la atención en la pedagogía de Dios: Él demuestra su poder principalmente perdonando y compadeciéndose. Esto nos enseña que tenemos que humanizar la educación, que tenemos que educar al humanismo solidario. Para construir una civilización del amor es necesaria una transformación personal y social, una globalización de la esperanza, guiados por el mensaje de salvación y de amor de la revelación cristiana.

Quiero acabar con un pensamiento del jesuita Tomás Morales Pérez, un gran educador del S XX, que apela a nuestra responsabilidad: “¿Qué será de un mundo eminentemente de jóvenes sin nadie que los oriente, educadores que los formen, modelos vivos en quienes puedan ver reflejado un ideal de vida? Sólo cristianos auténticamente formados, educadores sin miedo a exigirse y a exigir, con un fuerte ideal en sus corazones que les empuje en su vida, pueden responder a esta inquietante pregunta”. En el Corazón de Cristo forjaremos la unidad necesaria entre familia, comunidad cristiana y escuela, para afrontar los grandes desafíos que tiene hoy la educación. Por eso invito a poner la educación en el Corazón de Cristo.  APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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Y herido seguir amando por una

consagrada de la Fraternidad Seglar en el Corazón de Cristo “España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península… Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias”.

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stas palabras fueron pronunciadas por el rey Alfonso XIII ante el Santísimo Sacramento en el Cerro de los ángeles el 30 de mayo de 1919. Con motivo del centenario de aquella consagración de España al Corazón de Cristo, el próximo 2 de diciembre (y hasta el 24 de noviembre de 2019) comienza el año jubilar que nuestra madre la Iglesia ha querido conceder también como preparación para la renovación de esta consagración.

Reinad en los corazones de los hombres. Así pedía un rey al Rey de reyes. Así asentía un pueblo arrodillado y adorante. Así lo desea Cristo cada día, cada hora, a cada instante: reinar en cada uno de nuestros corazones. Pero el corazón del hombre ¡qué abismo! Hay tantos corazones arrasados, heridos... ¿quién querría ser rey de un lugar así? Tan solo nuestro Dios de entrañas compasivas, que se hizo hombre y tiene un corazón de hombre capaz de comprender

Alfonso XIII pronuncia la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en 1919.

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el nuestro. “Él sana los corazones destrozados y venda sus heridas” (Salmo 146). El lema de este año de gracia y bendición, en que nos preparamos para la celebración del centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús, nos lo regala el mismo Señor. Lo hace con su Palabra, a través del profeta Isaías, como una puerta por la que entrar al misterio que es su amor: “sus heridas nos han curado” (Is 53,5). Recuerdo un niño de seis años durante una oración en que se narraba la pasión ante una cruz con un Cristo de tipo románico, con sus heridas de manos, pies cabeza y costado, pero de rostro sereno. Estaba a la altura, mas o menos de los pequeños sentados en sillas. Este niño sintió gran compasión y se le saltaron las lágrimas. Cuando se


les invitó a acercarse a Jesús en la cruz y poder decirle algo o tener un gesto como besar o abrazar la cruz, ya no lloraba. Se puso muy serio y dijo: “ojalá no te hubieran hecho esas heridas con lo bueno que eres... pero así te damos besos”. En sus seis años acertó de pleno: así te damos besos. Recuerda al misterio tan grande que se canta en el pregón pascual en la vigilia: “¡oh feliz culpa, que mereció tan grande redentor!”. Un gran sinsentido en el que se encuentra el sentido a todas las cosas. Algo así sucede cuando uno contempla a Cristo herido de ese modo y lo que sale es desear curar las heridas, dar besos. Los corazones endurecidos se quebrantan al contemplar las heridas del Señor, y algo empieza a sanarse en nuestro interior. Pero ¿cómo una herida puede curar otra herida? Parece imposible. El médico ¿no tendría que estar sano? No son las heridas en sí las que nos curan, sino el amor que hay tras cada una de las heridas de Cristo. El amor personal de Cristo por ti. Nos cura ver cómo Cristo sigue amando a quien le abofetea (¡tantas veces nosotros mismos!), a quien le escupe, a quien le corona de espinas, a quien le flagela, a quien le clava al madero, a quien le traspasa el corazón. Nos cura ver cómo ama cuando nosotros no podríamos amar. Lo que vemos en sus heridas, sí, es el amor desbordante, puro, eterno, que no se cansa de amar. Contemplar al Herido seguir amando, sana nuestra incredulidad, nuestra soberbia, nuestro egoísmo, nuestra desconfianza, nuestra tibieza. Hay un gran misterio en el hecho de que Dios haya querido ser herido. ¡Qué tesoro, qué valioso tendrá que ser para Él aquello que quiere conseguir con sus heridas! «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,12-13). Y por curarnos, el médico nos ha dado como medicina, como remedio, su propia salud, su propia vida

hasta perderla. Cada una de sus heridas nos curan, pero no como un mero trueque, como si simplemente alguien tuviese que sufrir. Es el amor por ti, el amor de Dios, el que cura nuestra herida, pues nuestras heridas son heridas en el amor, pues las ha provocado o las ha infectado el desamor. Cristo sabe que el único remedio para nuestra herida es su amor puro y sin medida, sin torcimiento. Estas no son cualquier herida, son las heridas del Hijo de Dios, es el Amor de Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo el que se nos da como remedio en Él. Cada una de sus heridas tiene que ver con las nuestras. Su rostro escupido y abofeteado —el más hermoso— es desprecio a toda su persona. Cuántas veces nos hemos visto tratados así o hemos sido nosotros quienes hemos infligido este dolor en el hermano… al mismo Cristo. La herida que entonces abre el pecado en nosotros y en los demás, solo puede ser sanada mirando a Jesús, herido que sigue amándome. Las heridas de su cabeza atravesada por punzantes espinas, su entendimiento triturado por lo incomprensible de nuestro desprecio a su amor. También nosotros vivimos el dolor de lo que no comprendemos de Dios: ¿Por qué el dolor?, ¿por qué la muerte de mis seres queridos?, ¿por qué el sufrimiento de los inocentes? Es que no se entiende. ¡No se entiende! También llevamos una corona de espinas. Y

le miramos, y nos curamos. Sus manos y pies clavados. Manos que curan y bendicen, pies que caminan con nosotros y que nos buscan. Tal vez nos ha herido cómo otros rechazan nuestra ayuda, o nos hemos sentidos inútiles, sin valor. Hemos clavado, con nuestro afán de autosuficiencia, con nuestra soberbia que no necesita nada de nadie, nada de Dios, sus manos y pies a la cruz. Y Él, herido, nos sigue amando. Y es la contemplación de su corazón dócil, manso, así clavado, amándonos, lo que nos cura. Su corazón traspasado, traicionado, burlado, es el amor al que hemos dado esquinazo. El amor entregado que ha visto como se retiran las manos que habían de recibirlo dejándolo caer y hacerse pedazos. ¡Cuántas experiencias similares hemos vivido y hecho vivir que han herido nuestro corazón! Pero Él, herido, sigue amándonos. A nosotros nos parece imposible seguir amando, seguir amando, no cansarnos de amar al que no nos corresponde, al que nos desprecia o peor, nos ignora. Él sigue amando. Por eso, sus heridas nos curan. Cristo es la medicina prevista por el Padre para curarnos. Sólo Él, Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es quien puede curar la herida provocada por el pecado en nuestra vida. La gran herida en el corazón es la distancia que con el pecado ponemos entre nosotros y Dios. El remedio a esta es la gran Herida de su Corazón. ¡Qué gran misterio! Pensar que Cristo es consolado cuando tú te dejas curar con sus heridas. Acoger el remedio de sus heridas para nuestra enfermedad, acoger la redención, su amor desmedido es la mejor forma de reparar su Corazón, la mejor acción de gracias y alabanza. «������������������������������ El oprobio me ha roto el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay, consoladores, y no encuentro ninguno» (Salmo 69, 21). Acércate a Cristo herido, contempla su Corazón amante y abierto y recibe el remedio para tus heridas. Él te espera en la cruz con los brazos abiertos.  APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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Crónica del Apostolado de la Oración por Equipo

diocesano del Apostolado de la Oración de Córdoba

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l apostolado de la Oración en nuestra diócesis está cargado de historia y tradición. Han sido muchos los Padres Jesuitas que lo han dirigido a nivel diocesano de una forma ejemplar. Han mantenido siempre la llama encendida, la llama del amor del Corazón de Cristo. Con el paso del tiempo, la Compañía de Jesús ha querido que también esta espiritualidad entrara de una forma más directa en la vida y misión pastoral del clero diocesano. Es por eso que el Sr. Obispo atendiendo al deseo de los Padres Jesuitas decidió nombrar un nuevo director que fuera en este caso sacerdote secular en Enero de 2016.Y con dicho nombramiento se estableció a su vez un equipo diocesano que en coordinación con el director trabajase en toda la diócesis para la difusión y conocimiento del apostolado de la oración. Durante el curso 2016/2017 se han ido formando nuevos grupos del apostolado de la oración en diferentes parroquias de Córdoba y provincia además del originario y numeroso grupo de San Hipólito de casi 100 años de antigüedad dirigido por la Compañía de Jesús. En primavera de 2016, se inician dos grupos de A.O, uno en la parroquia de Ntra., Sra. de la Paz (San Basilio), y otro en la parroquia de Sta. Teresa. En Diciembre 2016, el equipo diocesano del A.O visita la Rambla para presentar el apostolado de la oración a un grupo dirigido por la comunidad de religiosas Stella Matutina. Y a finales de este mes, se reúne con la Parroquia de San Vi10

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cente Ferrer para presentación del AO y formación de grupo, que inician el itinerario formativo camino del corazón. En Enero de 2017, tuvo lugar una reunión con feligreses de la parroquia del Carmen de Almodóvar, para formar un nuevo grupo. Y durante esta primavera de 2017 inicia a su vez su andadura en el apostolado de la oración un grupo de seglares de la parroquia de San Miguel, de Córdoba. Encuentros Asimismo, se han llevado a cabo distintos encuentros comunitarios: en Junio de 2016 tiene lugar la primera convivencia en las Ermitas del apostolado de la oración a nivel diocesano, con Eucaristía, plática, oración personal y comida a compartir. Y en Septiembre de 2016 se celebró el primer encuentro diocesano del apostolado de la oración en la Sta. Iglesia Catedral, presidida por el Sr Obispo con una sencilla conferencia, Eucaristía y almuerzo en las instalaciones del Obispado de Córdoba. El 14 Septiembre de 2016: tuvo lugar el Encuentro Nacional del apostolado de la oración, con representantes de diferentes diócesis de España, también de nuestra diócesis. Nos muestran el itinerario formativo “Camino del Corazón” En Octubre de 2016, comienzan las celebraciones de la Eucaristía en las Ermitas, a los pies del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, que se ha continuado hasta la fecha, todos los últimos sábados

Eucaristía por el eterno descanso del Padre Luis María Mendizábal.


Eucaristía en las Ermitas a los pies del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús.

Convivencia de junio 2018 del apostolado de la oración en las Ermitas.

de cada mes con invitación a todos los grupos y parroquias. En Noviembre de 2016, celebramos la primera Eucaristía por la Solemnidad de Cristo Rey con chocolatada para compartir en familia, en la que disfrutamos pequeños y mayores de una agradable tarde de merienda compartida Del 10- 12 Marzo, de 2017 se celebraron los ejercicios espiritua-

les organizados por el apostolado de la oración, en la Casa de Espiritualidad de San Antonio, al estilo de San Ignacio de Loyola, como preparación a la Pascua. En Junio 2017 tiene lugar la segunda convivencia en las Ermitas con todos los grupos del apostolado de la oración; con Eucaristía, oración personal y almuerzo compartido.

Presencia en la Diócesis Durante el curso 2017/2018 se ha podido presentar el apostolado de la oración en diferentes parroquias de Córdoba capital y provincia: en julio de 2017 en la Parroquia de El Carmen de Córdoba, en noviembre de 2017 en Villanueva del Duque, y en mayo de 2018 en la Parroquia de La Esperanza de Córdoba. Comenzó el mes de septiembre de 2017 con la celebración de una Eucaristía a los pies del monumento del Sagrado Corazón de Jesús de las Ermitas de Córdoba. Celebración tras la cual, fue inaugurada la nueva iluminación del monumento promovida por la diócesis de Córdoba, a través del apostolado de la oración. El 16 de septiembre de 2017 se celebró el II encuentro diocesano del apostolado de la oración en la localidad de Montilla. La jornada comenzó con una conferencia en el colegio “san Luis”, a cargo del Padre Diego Muñoz, S. J. sobre el ofrecimiento de obras. Tras la ponencia, los presentes participaron en una procesión eucarística desde la capilla del colegio hasta la Basílica pontificia de san Juan de Ávila, donde tuvo lugar la celebración de la misa presidida por el Sr. Obispo, en la que motivó a todos los fieles a mantener vivo el espíritu del apostolado de la oración en todas las parroquias. Finalmente, la jornada continuó con una comida para compartir, finalizando con la adoración al Santísimo en el convento santa Clara. El 25 de noviembre de 2017 el A.O celebró, la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo con una Eucaristía en las Ermitas, a los pies del monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Después de la Eucaristía, en la que hubo participación de distintos grupos de apostolado de las parroquias de la diócesis, y de la asociación de Amigos de las Ermitas, tuvo lugar un tiempo de convivencia. El 20 de enero de 2018 tuvo lugar en la Casa de Espiritualidad de San Antonio un encuentro con responsables y miembros de los diferentes grupos del A.O. En el misAPOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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CRÓNICA APOR

II Encuentro diocesano del apostolado de la oración en Montilla.

mo, se presentó un nuevo temario centrado en la espiritualidad del apostolado de la oración. El 12 de febrero de 2018 tuvo lugar en la Santa Iglesia Catedral, una eucaristía presidida por el obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, por el eterno descanso del Padre Luis María Mendizábal, fundador de las religiosas de la Fraternidad reparadora en el Corazón de Cristo Sacerdote y director nacional del apostolado de la oración durante 25 años. El 24 de abril de 2018 comienzan por parte del Obispado de Córdoba los trabajos de restauración y

Eucaristía en las Ermitas.

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limpieza integral del monumento al Sagrado Corazón de Jesús de las Ermitas. Este curso, el apostolado de la oración ha organizado dos tandas de Ejercicios Espirituales que se han celebrado en la Casa de Espiritualidad de San Antonio en los meses de marzo y junio de 2018. El junio de 2018 tuvo lugar la segunda convivencia organizada por el apostolado de la oración en las Ermitas; con Eucaristía, plática dirigida por D. Pablo Lora, párroco en Almedinilla donde está presente el apostolado de la oración, oración personal y una

comida a compartir por todos los asistentes. Restauración También en el mes de junio de 2018 finalizaron los trabajos de restauración del Sagrado Corazón de Jesús de las Ermitas, dirigidos por Ana Infante de la Torre. El Obispado de Córdoba ha sufragado esta intervención que simboliza la continuidad de una devoción de profundo arraigo en la ciudad, reforzada con la celebración en 2.019 del 90 aniversario de la consagración de Córdoba al Sagrado Corazón de Jesús. Como es tradicional en la Ciudad de Córdoba, el apostolado de la oración de San Hipólito organizó en el mes de Junio la solemne Novena en honor al Sagrado Corazón de Jesús. Lo más particular de este curso ha sido que los distintos grupos del apostolado presentes en la Ciudad han querido unirse a esta celebración y colaborar con el grupo matriz de San Hipólito. Como en años anteriores desde el apostolado de la oración se celebra, entre los meses de octubre y junio, todos los últimos sábados de cada mes una Eucaristía junto al monumento del Sagrado Corazón de Jesús de las Ermitas de Córdoba, facilitando, como siempre, transporte para todo aquel que quiera asistir. 


Testimonios

M

Corazon de Jesús: “Cuida tu de mí y de mis cosas, que yo cuidare de ti y de las tuyas”

zón abierto sólo a Él, con su “Sí” incondicional, “hágase en mí según tu palabra” y sin pensarlo un momento. Esto es un ejemplo a seguir en nuestro día a día. El ofrecimiento de nuestros sufrimientos y aceptar nuestra cruz, es también algo complicado de entender. Todos tenemos dificultades y es en cómo las aceptamos y nuestra actitud ante ellas lo que hace que las afrontemos de distinta manera, de forma cristiana, y todo ello lo ofrezcamos a Cristo, como Él se ofreció al Padre por nosotros. Todo esto he aprendido y mucho más... a profundizar en el Corazón de Cristo por medio del Apostolado de la Oración. Dios se sirve de personas para enseñarnos a ser mejores, a guiarnos en nuestro camino. Y yo he tenido la suerte de cruzarme con muchas de esas personas de las que tanto he aprendido y recibido, algunas por sus enseñanzas y otras por su ejemplo de vida. 

e preguntan ¿qué es para ti el Apostolado de la Oración? La respuesta puede ser complicada si busco apoyo, para contestarla, en los numerosos textos que hay escritos sobre el mismo y que expresan con palabras preciosas y precisas lo que es éste carisma, que desde dentro de la Iglesia nos acerca a Jesús. Al mismo tiempo puede ser una repuesta sencilla, no de grandes palabras pero si sincera y sentida, si paso el lápiz a mi corazón para que escriba y diga cuanto significa para mí el Sagrado Corazón de Jesús con el que siento ligado el Apostolado de la Oración. Desde mi niñez, en el calor de mis padres, aprendí a amar a Jesús a través del Sagrado Corazón, cuya imagen formaba parte de la familia. Esta devoción me condujo a aprender pequeñas oraciones y jaculatorias que, casi sin comprender su significado, me acompañaban, y me siguen acompañando en mi caminar diario dando sentido a mi vida. Con el paso de los años se ha ido arraigando y creciendo en mí el amor a Jesús. Encuentro en su Corazón sufriente de la cruz, el perdón y la misericordia; y la paz y la esperanza en su Corazón triunfante y Resucitado. Siento la necesidad de mi entrega a Él, cuando desde la Eucaristía me espera y me llama. Creo que, con la fuera de su Espíritu y de la mano de María, mi oración le llega al Padre. Sagrado Corazón de Jesús te pido que aumentes mi fe para que, siguiendo el ejemplo de tu Madre, viva según Tu evangelio y pueda dar testimonio de Ti, de tu Iglesia y de tu Apostolado de Oración. 

CLARA MARÍA SANZ-AGERO BENAVIDES Apostolado de la oración Basílica de San Juan de Ávila (Montilla)

GLORIA FERNÁNDEZ MARÍN Apostolado de la Oración Parroquia Ntra. Sra. de la Paz (Córdoba)

R

ecuerdo cuando mi familia nos consagramos al Corazón de Jesús. Fue una celebración sencilla a la vez que muy intensa... ¡“preciosa”!. Desde ese momento empecé a conocer al Corazón de Jesús. Fue mi primer contacto íntimo con Él, desde entonces lo tengo siempre presente. Esto fue posible gracias al Padre Carlos Gallardo, el cual también hizo posible que empezara a conocer al Apostolado de la Oración. Empecé asistiendo esporádicamente a algunas de las reuniones que se celebraban en Montilla, hasta que al final terminé perteneciendo a esta asociación. Gracias a sus componentes, que tan bien me han recibido y guiado, he ido conociendo más su razón de ser. Me atrajo ese “ofrecimiento” diario por la Iglesia y por todo el mundo mediante la oración, colaborando para la redención del mundo, ofreciendo nuestros sufrimientos, nuestra propia vida con Cristo y en Cristo. Al principio no entendía bien el sentido del ofrecimiento de obras y esta espiritualidad del Corazón de Jesús, pero he comprendido que es una amistad con Él. Una amistad cimentada en el amor, amor a Cristo y amor al prójimo como Jesús. El gran modelo de consagración a Cristo es la Santísima Virgen. De ella destaca su sencillez y su amor natural a Dios. Con el cora-

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CORAZÓN DE JESÚS

El Apostolado de la Oración en SAN HIPÓLITO por María

del Castillo Serrano Apostolado de la oración de San Hipólito Imagen del Sagrado corazón de Jesús de la iglesia de San Hipólito de Córdoba.

E

l P. Hoyos nació en 1711 y murió el 29 de marzo de 1735, a los 24 años de edad, en Valladolid. El vivió y propagó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús por España que se concretó en el Apostolado de la Oración. Pero ¿Cuándo llegó a Córdoba?... Los jesuitas estaban entonces en la Iglesia de la Compañía, donde también tenían el colegio y allí se hizo presente esta devoción, pero se suprimió la Compañía de Jesús y sólo cuando se restaura y pueden volver los jesuitas a Córdoba, en el año 1878, se le cede por la Diócesis el uso de San Hipólito, al tener vivienda unida. Allí se restablece el culto en el templo y en el patio, se ponen en marcha las escuelas; cuando las escuelas se cierran por no ser necesarias al surgir otros centros, en los mismos locales se abren las congregaciones marianas de niños, los estanislaos y los jóvenes luises y desde el primer día se restaura el Apostolado de la Oración, que contaba con despacho propio para la secretaría y las reuniones. Es por tanto desde 1878 cuando existe la Asociación del Apostolado de la Oración en san Hipólito y desde entonces no ha dejado de tener actividades de formación y de oración, insistiendo mucho en el Ofrecimiento de Obras diario a Dios por el mundo. Se han mantenido los retiros de los primeros viernes de mes, con un tiempo de oración y la celebración de la Eucaristía; Ejercicios Espirituales anuales internos y abiertos; cursos formativos sobre la Biblia; las subidas a Las Ermitas; la Novena al Sagrado Corazón de Jesús y la pro14

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cesión y también peregrinaciones a Paray le Monial (Francia), Tierra Santa y las Rutas de San Pablo y San Francisco Javier así como el envío de hojas informativas y

la publicación de las intenciones mensuales del Papa y de la Iglesia, todo ello con la idea de crecer cada vez más en el amor al Corazón de Cristo y a los hermanos. 

El amor sí entiende de coches.

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Agenda ACTIVIDADES PARA EL CURSO 2018/2019

14.09.2018

Misa en las Ermitas presidida por el sr. Obispo. (Acción de gracias restauración Monumento).

15.09.2018

Encuentro diocesano APOR. San Hipólito.

05.10.2018

12:00 h. Misa en san Hipólito. Preside Monseñor Munilla. 20:00 h. Conferencia Obispado: “La espiritualidad del Corazón de Jesús”.

18.10.2018

Adoremus extraordinario Corazón de Jesús en la Catedral.

24.10.2018

19:00 h. Misa de apertura del Año Jubilar (S.I. Catedral).

16.11.2018

20:00 h. Conferencia S.I. Catedral: “La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en Córdoba”.

24.11.2018 29.12.2018 19.01.2019

26.01.2019 23.02.2019

Misa en Las Ermitas. Solemnidad Cristo Rey. Apostolado de la Oración. Misa en Las Ermitas. Fiesta de la familia. Delegación de Familia y Vida. Encuentro diocesano de responsables del Apostolado de la Oración. Misa en Las Ermitas. Fiesta ecuménica. Unidad de los Cristianos. Misa en Las Ermitas. Vida consagrada.

08-10.03.19

Ejercicios Espirituales APOR.

23.03.2019

Misa en Las Ermitas. Seminario diocesano.

ABRIL 2019

Publicación Libro conmemorativo

27.04.2019

Misa en Las Ermitas. Asociación Amigos de las Ermitas. Fiesta de Ntra. Sra. De Belén (habas).

03/04.05.19

Vigilia de oración juvenil en Las Ermitas. Peregrinación. Adoración al Santísimo. Hora Santa, Vigilia de oración y Eucaristía en el Monumento al Corazón de Jesús.

25.05.2019

Misa en Las Ermitas. Los enfermos.

JUNIO 2019

Exposición temática en la S.I.C.

22/30.06.2019 Novena al Corazón de Jesús. San Hipólito. 30.06.2019

Procesión del Corazón de Jesús. De San Hipólito a Catedral (Acto eucarístico).

14.09.2019

Encuentro regional Apostolado Oración. APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018

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Tener corazón CORAZÓN DE JESÚS

por Gaspar

Bustos Álvarez Director espiritual del Seminario Conciliar “San Pelagio” Para tener corazón no hace falta mucha ciencia solo se requiere amor y muchísima paciencia. Yo soñaba con tener un corazón muy de veras pero no tenía amor ni gozaba de paciencia. Navegando por la vida un día vine a encontrar lo que tanto deseaba y no lograba alcanzar. No lo encontré en el dinero ni en el ser, ni en el gozar no lo encontré entre los hombres ni en los libros, ni en el azar. Me lo encontré por ventura en un pesebre escondido era todo el cielo unido hecho carita de niño. Le miré de hito en hito le escudriñé el corazón y aunque le vi muy chiquitito comprendí que era el amor. Me miraban sus ojillos sus labios me besaron comprendí que era más niño y sus tesoros se abrieron. Yo lloraba mis pecados pero el niño me miró me dio el primer tesoro la plenitud del perdón. Sus tesoros eran bellos nacían del corazón eran de tanta grandeza que yo perdí la razón. Desde entonces por la vida voy de loco por su amor y en mi corazón habita su Divino Corazón. Es el tesoro escondido es el reino deseado cuando menos lo esperaba Dios me lo puso en las manos. 16

APOSTOLADO DE LA ORACIÓN • 2018


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