Iglesia en Córdoba, n. 354

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• Nº354 • 23/12/12

el día del señor IV domingo de adviento

«LOS SIGNOS QUE ANUNCIAN LA VENIDA DEL MESÍAS»

ORAR

Qué sorprendente es para nosotros oír a Santa Isabel decir a María: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”. La humilde actitud de la Virgen (Lucas 1,43) no GASPAR BUSTOS parece significar tanto. Pero era verdad. Isabel estaba siendo enseñada por el Espíritu Santo. A su vez la Virgen dirá: “me llamarán dichosa todas las generaciones”. Los siglos hablarán. A lo largo de todos los tiempos, miles y millones de hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos, ricos y pobres, nobles y del pueblo íbamos a repetir con amor: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!”. La Virgen, siempre “Ella”, irrepetible, sencilla, la Madre Inmaculada de millones de seres humanos, que así la llamarán, sólo sabe decir: “Yo soy la esclava del Señor; Él ha hecho en mí grandes cosas”. ¡Dios y sólo Dios! Señora y Madre nuestra, Nuestra Señora del Adviento, de la Esperanza, de la Expectación… nosotros nos ponemos de rodillas ante Ti y te rezamos el Rosario y te miramos con ternura de hijos. En medio de tantas desventuras como hay en el mundo, atrapados, a veces, por las realidades temporales, con nostalgia de Dios y Esperanza segura, sentimos el alivio de tu presencia y de tu acción salvadora. Estamos llegando al final del Adviento; no podemos menos que vivir estas fechas unidos a Ti, María, y enseñados y conducidos por Ti. Aunque, ya sé, no estamos limpios; con mucha más razón que Isabel, decimos: “¿De dónde a mí que venga la Madre de mi Señor?”. Pero si tú vienes, ¿por qué dudar en ir a Ti? María y José nos esperan junto al pesebre… ¡será una noche de cielo! Venid. V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/. Amén. V/. El Señor, que viene a a salvarnos, esté con vosotros. R/. Y con tu espíritu. ACTO PENITENCIAL V/. El Señor Jesús ha dicho: “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Reconozcámonos, pues, pecadores y perdonémonos los unos a los otros desde los más íntimo de nuestro corazón. V/. Luz del mundo, que viniste a iluminar a los que viven en la tinieblas del pecado: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad. V/. Buen pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la justicia: Cristo, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad. V/. Hijo de Dios, que volverás un día para dar cumplimiento a las promesas del Padre: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad. ORACIÓN COLECTA Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA 1ª LECTURA El profeta desvela el nacimiento del Mesías. Él traerá la paz a toda la tierra.

Lectura de la profecía de MIQUEAS

Mi 5, 1-4a

A

sí dice el Señor: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz”. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor. SALMO RESPONSORIAL

Sal 79

Dios siempre está dispuesto a “volver” hacia su pueblo, pero es necesario que también su pueblo “vuelva” a él con la fidelidad.

R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R/.

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