ONE Magazine en Español Enero 2024

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Enero 2024

Dios • Mundo • Familia Humana • Iglesia

¿Dónde está la esperanza? Gritando ayuda en Gaza Buscando refugio en Armenia Capturando la fe en medio de la guerra en Ucrania Renovando la vida de los sobrevivientes de abusos en Egipto


one ARTÍCULO DE PORTADA

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Una Carta Desde Tierra Santa por Joseph Hazboun

ARTÍCULOS Sin Vuelta Atrás 6 Armenios étnicos huyen de Nagorno-Karabaj por Gohar Abrahamyan

Firmemente Plantados 20 Comunidades religiosas se mantienen firmes en Alepo por Arzé Khodr con fotografías de Raghida Skaff

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Una Carta de un Fotógrafo de Guerra por y con fotografías de Konstantin Chernichkin

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Rompiendo el Silencio La iglesia crea conciencia sobre la trata de personas en Egipto por Magdy Samaan con fotografías de Hanaa Habib

SECCIONES

4 AlConexiones Mundo de CNEWA La Última Palabra 38 Perspectivas del presidente de CNEWA por Mons. Peter I. Vaccari

t Una estudiante de la Escuela de los Padres Mequitaristas en Alepo le da a la directora Datevig Najjarian una tarjeta de agradecimiento.

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PUBLICACIÓN OFICIAL ASOCIACIÓN BIENESTAR PARA EL CERCANO ORIENTE CATÓLICO VOLÚMEN 2 NÚMERO 1

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Portada: La Natividad en medio de las ruinas de un edificio que se derrumbó bajo el fuego en el recinto de la Iglesia de San Porfirio a mediados de octubre.

CNEWA te conecta con tus hermanos necesitados. Juntos, construimos la iglesia, afirmamos la dignidad humana, aliviamos la pobreza, fomentamos el diálogo e inspiramos esperanza.

Contraportada: Una niña de Nagorno-Karabaj recibe refugio en Torosgyugh, Armenia.

Editor Mons. Peter I. Vaccari

Créditos fotográficos Portada, pág. 4, 18 (abajo), Ali Jadallah/Anadolu vía Getty Images; pág. 2, 3 (extremo dcha.), 5 (izq.), 21-25, Raghida Skaff; pág. 3 (arriba), foto CNS/Paul Haring; pág. 3 (arriba a la izq.), 26, cortesía de Konstantin Chernichkin; pág. 3 (arriba a la dcha.), foto de OSV News/Mohammed Al-Masri, Reuters; pág. 3 (abajo a la izq.), 6-8, 10-13, contraportada, Nazik Armenakyan; pág. 3 (abajo a la dcha.), 32-37, Hanaa Habib; pág. 5 (dcha.), cortesía de PIMCO; pág. 9, Caritas Armenia; pág. 14-15, 18 (arriba), foto de OSV News/Debbie Hill; pág. 16, Sami Tarazi; pág. 17, George Jaraiseh; pág. 27-31, Konstantin Chernichkin; pág. 38, UCU; pág. 38-39, CNEWA Jerusalén; pág. 39, foto de OSV News/archivo CNS, Debbie Hill. ONE se publica trimestralmente. ISSN: 1552-2016 CNEWA Fundada por el Santo Padre, CNEWA comparte el amor de Cristo con las iglesias y los pueblos de oriente, trabajando para, a través y con las iglesias católicas orientales.

Editorial Michael J.L. La Civita, Director Ejecutivo Laura Ieraci, Directora Olivia Poust, Directora Asistente David Aquije, Coordinador de Publicación Elias D. Mallon, Director Adjunto Creativos Timothy McCarthy, Administrador de Recursos Digitales Paul Grillo, Diseñador Gráfico Samantha Staddon, Diseñadora Gráfica Subalterna Elizabeth Belsky, Redactora de Anuncios Oficiales Cardinal Timothy M. Dolan, Director y Tesorero Mons. Peter I. Vaccari, Secretario Oficina Editorial 1011 First Avenue, New York, NY 10022-4195 1-212-826-1480; www.cnewa.org ©2023 Catholic Near East Welfare Association. Todos los derechos reservados. Miembro de la Asociación de Medios Católicos de Estados Unidos y Canadá.

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Conexiones Últimos Informes Sobre el Mundo de CNEWA Guerra Entre Israel y Hamas Cobra Miles de Vidas

Familiares lloran en el funeral de las víctimas del derrumbe del edificio causado por un ataque aéreo israelí en los terrenos de la Iglesia de San Porfirio en Gaza. La guerra entre Israel y Hamas, que estalló después de que Hamas lanzó un ataque barbárico contra Israel el 7 de octubre, cobró la vida de 1.200 israelíes y más de 20.000 gazatíes al momento de esta publicación. Unos 129 israelíes seguían retenidos como rehenes por Hamás. La oficina regional de CNEWA en Jerusalén, con personal en Gaza, monitorea la situación. Muchos socios de CNEWA en Gaza albergaron y cuidaron a miles de personas, incluyendo en el Centro Cultural Ortodoxo Árabe —arrasado por un ataque aéreo israelí el 30 de octubre—, la YMCA y el Hospital Árabe Al Ahli. Una explosión en el hospital mató a 471 personas, según funcionarios de Gaza. Una bomba también derrumbó un edificio de la histórica Iglesia de San

Enfrentando Crisis Globales Algunas de las peores crisis del mundo ocurren en lugares donde trabaja CNEWA, como Armenia, Etiopía, Tierra Santa y Ucrania. Mons. Peter I. Vaccari, presidente de CNEWA, enfocó los episodios más recientes de “Conexiones con Mons. Peter” en subrayar estas crisis y los esfuerzos de ayuda de CNEWA.

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Porfirio, donde se refugiaban los padres y una sobrina pequeña de un miembro del personal de CNEWA, quienes murieron. Joseph Hazboun, director de CNEWA en Jerusalén, dijo que se necesitan fondos “de inmediato” para las enormes necesidades humanitarias en Gaza. Las provisiones hasta la fecha han incluido alimentos, agua potable, extintores, medicinas y ropa. Pero, las necesidades siguen aumentando, dijo. En estos tiempos en que la minoritaria población cristiana en Tierra Santa enfrenta otro posible éxodo masivo, Hazboun reflexiona sobre el compromiso cristiano con la tierra donde Jesús caminó en “Una Carta Desde Tierra Santa” en la página 14.

El 27 de septiembre, una edición especial de “Conexiones” contó con la participación de Adriana Bara, directora nacional de CNEWA en Canadá, y Anna Dombrovska, oficial de proyectos, para hablar sobre su visita solidaria a Ucrania el verano pasado y las necesidades actuales de los proyectos de CNEWA en Ucrania.

“Ayudamos a llevar alimentos, calor, refugio, medicina, ayuda psicológica y apoyo spiritual”, dijo Dombrovska. “Todo es llevado con el amor de Dios”. Para estar al día con los esfuerzos de CNEWA en estas regiones en crisis, vea las últimas entregas de “Conexiones con Mons. Peter” en youtube.com/CNEWA.


Inseguridad Alimentaria En las regiones de Amhara y Tigray, al norte de Etiopía, “condiciones como de sequía” afectan a más de 5 millones de personas y contribuyen a la escasez de alimentos, lo que pone a más de 2 millones de personas en Tigray en riesgo de una crisis alimentaria, dijo Argaw Fantu, director regional de CNEWA en Etiopía. CNEWA proporcionará fondos de emergencia a los programas de alimentos escolares en la Eparquía de Adigrat en 2024. La crisis se debe a “brotes de enfermedades” y “al efecto combinado del cambio climático, conflictos y la violencia intercomunitaria”, explicó. Alice Wairimu Nderitu, secretaria general adjunta de las Naciones Unidas y asesora especial para la prevención del genocidio, expresó su preocupación por el riesgo de “genocidio y crímenes atroces relacionados” en Etiopía, debido a “asesinatos masivos, violaciones, hambrunas, destrucción de escuelas e instalaciones médicas, desplazamientos forzados y detenciones arbitrarias”, así como a la persecución de grupos “debido a su etnia”. Apoyo para Refugiados La ofensiva militar de Azerbaiyán contra Nagorno-Karabaj, una región étnicamente armenia, el 19 de septiembre, que dio lugar a que Azerbaiyán obtuviera el control de la región en un acuerdo de alto al fuego al día siguiente, provocó el desplazamiento de más de 100.000 personas a Armenia. En los nueve meses anteriores a la ofensiva, el ejército azerbaiyano bloqueó el corredor de Lachin, la única ruta que conecta la región con Armenia. La consiguiente escasez de alimentos, agua y medicinas en NagornoKarabaj provocó acusaciones de genocidio por parte de líderes mundiales.

La Hermana Marie Claude Naddaf, R.G.S., y John J. Studzinski, K.S.G., fueron los homenajeados en la gala anual de CNEWA el 5 de diciembre.

CNEWA envió fondos a sus socios en Armenia, incluyendo Caritas Armenia y el Ordinariato Católico Armenio, para apoyar sus esfuerzos de ayuda a refugiados de NagornoKarabaj. Lea más sobre el trabajo de la iglesia para ayudar a estas familias en la página 6.

Ecumenismo en Oriente CNEWA copatrocinó el 15 y 16 de noviembre una conferencia en Roma titulada “La visión ecuménica de los católicos orientales en diálogo con los ortodoxos”. La conferencia internacional fue organizada por el Instituto de Estudios Ecuménicos de la Universidad Católica Ucraniana de

Lviv y el Pontificio Instituto Oriental. Lea más en nuestro blog: cnewa. org/es/blog. Gala ‘Sanación y Esperanza’ La cena de gala “Sanación y Esperanza” de CNEWA, celebrada el 5 de diciembre en Manhattan, honró a la Hermana Marie Claude Naddaf de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor por su trabajo en la lucha contra la trata. John J. Studzinski, K.S.G., recibió el Premio Fe y Cultura de CNEWA por su trabajo y defensa contra la trata a través de la Fundación Arise. Para actualizaciones y fotos, visite cnewa.org/es/blog.

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Sin Vuelta Atrás Armenios étnicos huyen de Nagorno-Karabaj sin esperanza de regresar por Gohar Abrahamyan

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Una familia huye de Nagorno-Karabaj hacia Armenia. Más de 100.000 personas de etnia armenia evacuaron la región después de que cayera en manos de Azerbaiyán en un acuerdo de alto al fuego el 20 de septiembre.

pueblo”, dice. “Tiemblo al pensar en lo que pudo haber ocurrido si nos hubiéramos demorado unos minutos”. Boris, su madre, sus hermanos y sus abuelos maternos encontraron refugio en un campamento en la provincia de Shirak, al noroeste de Armenia. El campamento del Ordinariato Católico Armenio, situado en Torosgyugh, normalmente organiza actividades de verano para niños, pero ahora acoge a refugiados de Nagorno-Karabaj en colaboración con Caritas Armenia. Está a unas 11 millas de la segunda ciudad más grande de Armenia, Gyumri, pero a 208 millas del lugar que Boris llamó hogar. La familia de Boris es parte de la histórica comunidad armenia evacuada a la fuerza este otoño de Nagorno-Karabaj, en disputa desde hace mucho tiempo. El derecho internacional reconoce la región como parte de Azerbaiyán, pero la comunidad armenia local lo rechazó en la década de 1990, lo que desencadenó décadas de guerra. “Nos fuimos solo con lo que llevábamos puesto”, dice. “No había tiempo para ir a buscar combustible para el coche de mi padre, pero poco importaba. Al salir, todos, excepto nuestra familia, ya sabían su destino, pero decidieron no decirnos”. Kochoghot, una aldea de 560 habitantes, según el censo de 2010, tiene un historial de participación militar. Sus residentes estuvieron (1941-1945) en varios puestos del Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial en la guerra entre la Unión Soviética y la Alemania nazi; 78 de los 113 combatientes

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AYUDA DE EMERGENCIA

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l amanecer del 20 de septiembre, Boris Simonyan recibió la noticia de que él y su familia debían evacuar su hogar en Kochoghot, una pequeña aldea en la región de Martakert de Nagorno-Karabaj, una comunidad que históricamente ha sido étnica armenia en una región disputada desde hace mucho tiempo y ahora ocupada por Azerbaiyán. Los bombardeos de las fuerzas azerbaiyanas habían sido inclementes desde la 1 p.m. del día anterior. A los 17 años, con su padre militar en el frente de batalla, le tocó a Boris guiar a su madre y hermanos a un lugar seguro. El bloqueo impuesto por Azerbaiyán meses antes había impedido que Boris continuara estudiando en la escuela técnica de Stepanakert, capital de la región. Trabajaba en una obra de construcción cuando comenzaron los bombardeos. Salió del trabajo y rápidamente recogió a su hermano de 11 años de la escuela y lo llevó a casa, donde lo esperaban su madre y su hermana. Los escoltó a un sótano cercano para cubrirse antes de ayudar a otros en el pueblo. Al día siguiente, Boris, su madre y sus hermanos se apiñaron en la camioneta de un amigo y huyeron de Kochoghot a las 8:30 a.m. “No imaginamos que poco después, el enemigo ya había ocupado nuestro


nunca regresaron. A principios de la década de 1990, Kochoghot formó dos unidades de voluntarios para luchar en la Primera Guerra de Nagorno-Karabaj. Entre ellos estaba el abuelo de Boris. “Mi abuelo perdió la vida en la primera guerra, y ahora mi padre en esta”, dice Boris. La familia viajó desde Kochoghot al aeropuerto de Stepanakert, cerrado desde hace mucho tiempo, donde estaban las tropas rusas de mantenimiento de la paz.

“Pasamos tres días allí, expuestos a la intemperie, hambrientos y con frío”, dice Boris. “Allí enterramos a nuestro padre en el cementerio fraterno”.

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nclavado en el corazón de las montañas del Cáucaso Sur, Nagorno-Karabaj, rico en historia que abarca milenios, a menudo se omite en los mapas del mundo. Los zares rusos anexaron la región armenia en 1805, pero el control de sus recursos y su gente se convirtió en una fuente

de discordia cuando Armenia y Azerbaiyán buscaron su independencia con el colapso del Imperio Ruso en 1917. Los soviéticos controlaron la disputa cuando ambos países fueron absorbidos como repúblicas socialistas en la década de 1920. En 1923, Nagorno-Karabaj se integró en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán como una “región autónoma”, un “regalo”, se dice, de Stalin, que despreciaba la orgullosa cultura cristiana armenia.

“En un instante, la gente perdió lo que sus antepasados habían construido minuciosamente durante siglos”.


Conexión CNEWA Un niño de Nagorno-Karabaj juega con un miembro del personal de Caritas Armenia en un centro de coordinación de refugiados en Vayk, Armenia. Opuesto, refugiados son registrados en un refugio temporal en un centro de acogida en Goris, Armenia.

Con el fin de la Unión Soviética en 1991, y después de que Azerbaiyán rechazara una propuesta tres años antes para unir la región a Armenia, los armenios étnicos declararon una república independiente de Nagorno-Karabaj, también llamada República de Artsaj, que defendieron en la Primera Guerra de Nagorno-Karabaj (1991-1994). Las fuerzas armenias expulsaron al ejército azerbaiyano, apoderándose de otros siete distritos azerbaiyanos que limitaban con la ahora independiente República de Armenia y establecieron su propio gobierno, apoyado por Armenia. La guerra mató al menos a 30.000 y desplazó a cientos de miles en ambos bandos. A pesar del alto al fuego de 1994, continuaron estallando conflictos armados ocasionales dentro de NagornoKarabaj y a lo largo de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, incluida una ofensiva azerbaiyana de cuatro días en 2016. La Segunda Guerra de NagornoKarabaj estalló en septiembre 2020. Durante 44 días, unos 7.000 soldados murieron y más de 100.000 fueron desplazados en ambos bandos. En el alto al fuego negociado por la Federación Rusa, Azerbaiyán recuperó los siete distritos que perdió, así como un tercio del territorio de Nagorno-Karabaj, aislando la región de Armenia. Dos años después, en diciembre 2022, Azerbaiyán bloqueó el corredor de Lachin, la única franja de tierra que conectaba NagornoKarabaj con Armenia, cortando así el acceso a bienes esenciales y atención médica.

Más de 100.000 personas de etnia armenia huyeron de NagornoKarabaj después de que Azerbaiyán logró el control de la región en septiembre. Los socios de CNEWA, entre ellos el Ordinariato Católico Armenio y Caritas Armenia, se encuentran entre los que acogen a los refugiados en Armenia y les proporcionan las necesidades básicas. Sin embargo, se necesitan servicios y programas a largo plazo para integrar a esta nueva población de refugiados en la sociedad armenia. CNEWA ya trabaja en estrecha colaboración con estos socios para proporcionar atención básica a los más vulnerables y para apoyar los programas de cuidado infantil; atención médica y asistencia a personas con necesidades especiales. Para apoyar a CNEWA en este trabajo, llame al: 1-800-4426392 (Estados Unidos) o 1-866-322-4441 (Canadá) o visite cnewa.org/what-we-do/crisis-armenia. Luego, el 19 de septiembre 2023, las fuerzas de Azerbaiyán lanzaron un ataque a gran escala contra Nagorno-Karabaj. Según el acuerdo de alto al fuego alcanzado al día siguiente, el Ejército de Defensa de Artsaj fue desarmado y comenzaría el proceso de integración de la región en Azerbaiyán. El 28 de septiembre, los dirigentes de la autoproclamada República de Nagorno-Karabaj acordaron disolverla antes del 1 de enero de 2024. La operación militar de un día mató a más de 220 personas de etnia armenia y provocó la huida de más de 100.000 a Armenia. Para el

30 de septiembre, Nagorno-Karabaj, que llegó a tener una población de 120.000, se había vaciado en gran medida.

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ruzar a Armenia a lo largo del corredor de Lachin fue el primer encuentro con las fuerzas azerbaiyanas para la hermana de Boris, Arpine, de 19 años. “Traté de convencerme de que eran como nosotros, gente común que seguía órdenes, pero no podía dejar de temblar, sin saber qué pasaría en ese momento”, dice. El viaje de dos horas desde Stepanakert hasta la frontera

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armenia en Kornidzor duró casi dos días. Luego continuaron hasta el campamento de refugiados, del que se habían enterado por su vecina, Rima Poghosyan, y llegaron el 10 de octubre. El campamento cuenta con varias cabañas, un encantador paseo, una capilla y un comedor. Cada cabaña tiene cinco habitaciones con baño privado. Ropa recién lavada cuelga Refugiados de etnia armenia de Nagorno-Karabaj llegan a Goris, Armenia.

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cuidadosamente afuera. El aroma a comida caliente flota desde la cocina del campamento. Al caer la noche, el parque infantil reverbera con los alegres sonidos de los niños. En una habitación de una cabaña, la madre de Boris llora en un rincón. Cerca, su abuela juega la lotería con su hermano, para distraerse. El niño asiste a la escuela local. Sus compañeros de clase lo apoyan a pesar de que le cuesta entender el dialecto local. Boris, en cambio, se ha visto obligado a madurar más rápido.

“Busco trabajo para satisfacer las necesidades de mi familia”, dice. “Nuestro futuro depende de ello”. Cuando la familia huyó a Armenia durante la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj, creyeron que regresarían a Kochoghot, dice. Pero esta vez no. “Ni siquiera pudimos tomar una foto de mi hermano de 7 años que falleció en un accidente automovilístico. Todo sucedió muy rápido y entramos en pánico”, dice. “Si tan solo hubiera podido recuperar el coche de mi padre y


la foto de mi hermano. Y movería la tumba de mi padre. Nada más”.

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ima Poghosyan, su nuera y seis nietos también huyeron de Kochoghot el 20 de septiembre, buscando refugio entre las tropas rusas de mantenimiento de la paz en el aeropuerto de Stepanakert. Sin embargo, expuestos a la intemperie, decidieron refugiarse en un hotel y después en el sótano de una escuela. Sus tres hijos, que luchaban en la frontera, se reunieron con la familia el 24 de

“Nos fuimos solo con lo que llevábamos puesto. No había tiempo para ir a buscar combustible para el coche de mi padre, pero poco importaba”.

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“Había noches en las que nos íbamos a la cama con hambre, pero aceptábamos nuestra situación. Nos mantuvimos firmes en nuestra tierra”. septiembre. Salieron de Stepanakert tres días después. “Un anciano enfermo murió en nuestro coche, lo que nos llevó a pasar rápidamente por el puesto de control”, relata. Es su segunda vez en el campamento de Torosgyugh, donde su familia se refugió por siete meses debido a la guerra de 2020. “Nos esperaban aquí, como si hubiéramos regresado a casa, lo que significaba mucho”, dice. “Lo perdimos todo, lo dejamos todo, fuimos testigos de todo. Por lo menos, hemos recibido una cálida acogida aquí”.

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Los 11 miembros de su familia viven en una cabaña. Su hijo mayor, su esposa y sus seis hijos, ocupan una habitación; ella y otros dos hijos ocupan otra. Un vecino anciano vive en la tercera habitación. Los trabajadores de Caritas llevaron a cabo una evaluación de las necesidades y exámenes médicos, proporcionando lo esencial. Una trabajadora social visitó el campamento. Poghosyan destaca el contraste entre la atención que reciben en el campamento y lo que soportaron durante el bloqueo, cuando “casi no había comida, y la poca que

Rima Poghosyan y sus nietos viven en un campamento del Ordinariato Católico Armenio desde que huyeron de su tierra natal.

había disponible tenía precios exorbitantes”. Recuerda haber molido cebada, garbanzos y lentejas para crear un sustituto del café. “Para los niños, incluso molimos el alimento para cerdos para asegurarnos de que tuvieran algo que comer. Había noches en las que nos íbamos a la cama con hambre, pero aceptábamos nuestra situación. Nos mantuvimos firmes en nuestra tierra”, dice.


“Como si soportar esos nueve meses de privaciones no fuera suficiente, tal vez [los azerbaiyanos] no estaban seguros de que nos fuéramos, por lo que recurrieron a la guerra, asegurándose de que no tuviéramos otra opción”. Durante sus momentos más difíciles, dice, encuentra consuelo en la oración y en sus fervientes súplicas a Dios por la seguridad de sus hijos. “Dios contestó mis oraciones. Mis hijos lograron salir sanos y salvos, y ahora estamos en este maravilloso campamento donde recibimos apoyo constante”, dice. “Después de soportar tanto dolor, realmente necesitamos esta ayuda”. El reverendo Grigor Mkrtchyan, rector de la Catedral de los Santos Mártires en Gyumri, ministra principalmente a los desplazados por la guerra. “Tuvimos víctimas, y un mayor número de personas fueron desarraigadas por la fuerza de sus hogares, despojadas de su herencia cultural y espiritual”, dice. “Necesitan nuestra compasión; están en un estado psicológico frágil”. “En los primeros días, trajimos psicólogos. Los equipos médicos los visitan regularmente, asegurándose de que reciban la atención que requieren”. A mediados de octubre, el campamento tenía 90 personas, casi la mitad menores de 14 años. Eran 150 personas solo unos días antes. Durante ese tiempo, el cura bautizó a 36 refugiados en la capilla del campo y organizó el Rito de la Santa Coronación para las parejas que aún no se habían casado en la iglesia. Los niños del campamento fueron matriculados en la escuela local. Inicialmente, se esperaba que los refugiados permanecieran en el campamento seis meses. “Sin embargo, es evidente que nadie los dejará sin refugio si no pueden encontrar un lugar propio, a pesar de que enfrentamos serias

limitaciones económicas”, dice el padre Mkrtchyan. La iglesia está recaudando fondos para apoyar el campamento y construir un hogar para los refugiados ancianos, ya que los dos hogares de ancianos en la provincia de Shirak están llenos. “Estas personas han superado enormes dificultades para llegar a Armenia”, dice Mkrtich Babayan, que dirige el programa de Caritas Armenia para los desplazados de Nagorno-Karabaj. Babayan describe el tipo de atención que la organización benéfica de la comunidad católica ha podido brindar en el campamento: tres comidas al día, lavandería y dispositivos de calefacción. “El clima es frío y estamos trabajando para mejorar las condiciones”, dice. “Estas personas estaban en estado de shock, y poder recibirlas y no dejar a nadie a la intemperie fue un esfuerzo tremendo”. Caritas Armenia también operó un centro de refugiados en Goris, cerca de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, en los primeros días de la evacuación de Nagorno-Karabaj. Allí, distribuyó paquetes de alimentos e higiene a 100 familias, así como 50 colchones. Proporcionó comidas calientes a 3.000 personas en un centro de registro en la provincia de Vayots Dzor, unos 500 juegos de ropa de cama en la provincia de Ararat y ropa de invierno a cientos de personas. “Es una tragedia y una catástrofe para nuestro pueblo”, dice Babayan. “En un instante, la gente perdió lo que sus antepasados habían construido minuciosamente durante siglos”. “Es nuestro deber moral ofrecerles apoyo e integrarlos. Es un problema urgente que requiere una solución a largo plazo”. Especialista en comunicaciones, Gohar Abrahamyan cubre temas de justicia y paz en el Cáucaso para medios locales e internacionales.

Dar a los refugiados un salvavidas cnewa.org/es

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Escuche los testimonios más recientes de los refugiados de Nagorno-Karabaj en este video.

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Una Carta Desde Tierra Santa por Joseph Hazboun

Nota de los directores: El Papa Pío XII fundó la Misión Pontificia para Palestina en 1949 para coordinar la ayuda católica mundial para los refugiados que huían del primer conflicto árabe-israelí. Confió su administración a CNEWA. A medida que crecían los conflictos en el Medio Oriente, también la misión de este grupo de trabajo único de la Santa Sede, que hoy funciona como la agencia operativa de CNEWA en el Medio Oriente con equipos regionales en Ammán, Beirut y Jerusalén. Siempre, CNEWA-Misión Pontificia trabaja a través de las iglesias locales, respondiendo a las emergencias, —enviando necesidades básicas de la vida, como agua, alimentos y medicinas— apoyando programas de educación y formación, cuidado de salud y otros servicios sociales y, en una región acosada por crisis, asesoramiento postraumático.


ACOMPAÑANDO A LA IGLESIA Una peregrina reza en las escalinatas de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén el 10 de octubre, después de que estallara la guerra entre Israel y Hamas.


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urante muchos años, tanto en mis relaciones personales como en mi calidad de director regional de la oficina de Jerusalén de CNEWAMisión Pontificia, he promovido, especialmente entre los jóvenes, la importancia de permanecer firmes en nuestra patria, la tierra de Jesús. Animé a mis tres hijos a estudiar materias en universidades locales que fueran útiles para la economía local y les permitieran construir un futuro para sí mismos en la tierra que nosotros, como cristianos, hemos llamado “hogar” durante unos 2.000 años. En los encuentros con los grupos de jóvenes, los animo a conocer mejor la historia de la comunidad

cristiana en Tierra Santa, en particular los primeros siete siglos de la era cristiana. Cuando me di cuenta que no había suficiente información en árabe sobre este período, comencé a traducir un libro, publicarlo en las redes sociales y organizar un taller, lo que resultó en el primer libro publicado en árabe sobre la historia de la “Palestina cristiana”. Se está preparando otro libro sobre este tema. Cuando mi esposa o mis hijos hablaban de buscar posibilidades en el extranjero, mi respuesta siempre fue: “De ninguna manera. La vida en nuestra patria es hermosa. Los desafíos existen en todas partes”. Cuando visitantes o benefactores me preguntan sobre la amenaza

persistente de la migración para la comunidad cristiana, siempre he respondido que no creo en las predicciones sobre la salida de los cristianos de Tierra Santa o de que las iglesias se convertirán en museos. Siempre he insistido en que al menos mi familia y yo nos quedaremos. Pero, desde el horrible ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre y la respuesta de Israel con un ataque militar intransigente contra Gaza, he luchado con dos cuestiones principales: la primera es cómo se puede llevar consuelo a las familias y amigos que han perdido a sus seres queridos; la segunda es mi posición de mantenerme firme frente al alto precio que se está pagando.

Dios observa estas tragedias con un corazón apesadumbrado y compasivo.

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Solluptatem veratiatia vernam ipsamus aut fugia si dolla cuptatissi doluptatem ipsame apit alitat pratio corro dunt.Otat alit imolut ipis aute volut lant voloresequat labo. Uga. Olest et am autectotas aligent quia sum, autatur? Dolluptas ilit, quo tem rersperese estotasperro bea videria digendi

Joseph Hazboun, segundo de la derecha, se inclina ante la piedra de la unción en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Opuesto, trabajadores humanitarios, apoyados por CNEWAMisión Pontificia, distribuyen colchones a personas que buscan refugio en el recinto de la Iglesia de San Porfirio en Gaza a mediados de octubre. El edificio del fondo, que servía como cuartel de la Tropa Scout, se derrumbó bajo fuego el 19 de octubre, matando a 17 personas.


Ahora es el momento … de mantenernos erguidos, de sacar fuerzas de nuestra fe enraizada, y de nuestras certezas y creencias, para que podamos difundir el coraje y la esperanza.


A mediados de octubre, uno de nuestros asistentes de proyecto en Gaza, Sami, y otros jóvenes líderes comunitarios realizaban un trabajo heroico para ayudar a las 900 personas que se refugiaban en la Iglesia de San Porfirio y la Iglesia de la Sagrada Familia. Recuerdo que, mientras tratábamos de imaginar cuál sería la situación al final de esta guerra, le dije a Sami: “Si la mayoría decide abandonar Gaza para siempre, no puedo culparlos. Pero al menos tú, Rami y George [otros dos colegas] deben quedarse para reconstruirlo”. Pero, con la devastación en curso, el número de vidas perdidas, el bombardeo del Hospital Árabe Al Ahli y el Centro Cultural Árabe Ortodoxo, he comenzado a tener dudas en lo profundo de mi alma. La noche del 19 de octubre será inolvidable: un edificio de la Iglesia de San Porfirio se derrumbó bajo el fuego, matando a 17 cristianos, incluyendo a los padres de Sami y su sobrina de 6 meses. Nunca olvidaré la voz temblorosa de Sami cuando lo llamé mientras él trataba de encontrar a sus padres. “No, no estamos bien”, dijo. “Mi madre está muerta y no puedo encontrar a mi padre”. Cuando colgamos, llamé a Rami. “La situación es trágica, hay personas muertas y otras bajo los escombros”, dijo. Mi familia y yo también estábamos conmocionados en casa, sin saber qué hacer. Los acontecimientos han afectado dramáticamente a mi familia. Mis dos hijas han formado parte del proyecto “No Somos Números” organizado en Gaza. Nunca han estado en Gaza, pero Arriba, Franciscanos participan en la Jornada de Oración y Ayuno por la Paz en el Monasterio de San Salvador de Jerusalén, el 17 de octubre. Abajo, escombros del edificio que se derrumbó en el recinto de la Iglesia de San Porfirio en Gaza.

este programa, cuyo objetivo es poner un rostro y una historia a los nombres de los jóvenes de Gaza, ha fomentado las relaciones con sus compañeros de allí. Layal, mi hija mayor, ha estado en contacto diario con Maram, una chica de Gaza, y con otros amigos. “Hoy hubo un intenso bombardeo”, escribe Maram. “Hoy, la familia de mi tío se mudó aquí, pues perdieron su casa... Hoy, los bombardeos están más cerca y son más intensos, así que todos nos fuimos a Khan Younis, al sur, a casa de familiares, es más seguro allí”. Hace un par de años, mi esposa se hizo amiga en las redes sociales de Ali, un hombre con discapacidades físicas del barrio de Zeitoun en Gaza. Ella recibió mensajes de él mientras trataba de mantenerse a salvo del bombardeo. Mientras escribo esta carta, han pasado dos días desde la última vez que supo de él.

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omo católico comprometido, creo que Dios observa estas tragedias con un corazón apesadumbrado y compasivo. Sí, es difícil sentir su presencia en estos tiempos difíciles. Es fácil caer en la sensación de que nuestras oraciones son en vano. Es fácil en momentos como estos caer en la tentación de culpar a Dios. Entonces recuerdo que el salmista también se sintió como nosotros hoy: “¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te ocultas en los momentos de peligro? El pobre se consume por la soberbia del malvado y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él” (Sal 10,1-2). Se parece mucho a mi queja de hoy. Por eso, en lo más profundo de mi ser, sé que no es el final; Dios nunca ha abandonado a su pueblo, y nunca lo hará. Nuestro Señor ya ha recorrido el camino que recorremos hoy, fue perseguido, torturado y ejecutado. Cuando nosotros mismos enfrentamos tribulaciones, sabemos

de primera mano lo difícil y trágico que es ver a las personas perder todas sus pertenencias o morir. El Evangelio es un mensaje para cada creyente, en todas partes y en todo momento. Las palabras del Evangelio de Mateo, “Ustedes oirán hablar de guerras... se levantará nación contra nación, y reino contra reino; habrá hambrunas y terremotos... serán entregados a la tribulación y a la muerte” (24,6-9), no son relatos de hechos pasados. Es un mensaje para nosotros hoy. Ahora es momento de mostrar nuestra fe en el Evangelio, de mantenernos erguidos, de sacar fuerzas de nuestra fe enraizada, y de nuestras certezas y creencias, para que podamos difundir el coraje y la esperanza. Sí, es doloroso, costoso, espantoso. Hace solo unos meses, leí el libro del siglo IV de San Eusebio, “Los Mártires de Palestina”. Lo que ayudó a los mártires cristianos de Jerusalén y Palestina a soportar la persecución y ofrecer sus vidas por su fe debe guiarnos y seguir guiándonos y fortaleciéndonos hoy. Estas son las poderosas palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” ( Juan 16,33). ¿De qué sirve la fe, si no sacamos fuerzas de ella cuando la necesitamos desesperadamente? Para concluir, repetiré lo que he dicho una y otra vez: a aquellos “remanentes”, como los llama Isaías, que opten permanecer firmes y crean que tienen un futuro en su patria, la patria de Jesús, los alentaremos y apoyaremos. A los que opten irse, buscando un lugar sin conflictos ni derramamiento de sangre, que Dios los bendiga y les conceda la paz donde quiera que vayan. Joseph Hazboun es el director de la oficina de Jerusalén de CNEWAMisión Pontificia.

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Firmemente Plantados Las comunidades religiosas se mantienen firmes en Alepo texto por Arzé Khodr con fotografías de Raghida Skaff

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l éxodo de cientos de miles de cristianos de Siria en la última década no ha afectado el compromiso de los hombres y mujeres religiosos de permanecer y servir a los que se quedaron. “Los que se quedaron son los pobres”, dice el Padre Georges Fattal, S.D.B., de los Salesianos de Don Bosco de la pequeña comunidad cristiana de Alepo, la ciudad más grande de Siria. La congregación de sacerdotes y hermanos religiosos, fundada en Italia por San Juan Bosco en 1869 para atender a los jóvenes y a los pobres, cumple este año 75 años de ministerio en Alepo. “A pesar de los riesgos, la guerra y la muerte, nunca saldremos [de Siria] porque hemos elegido servir a la juventud”, afirma. “Dondequiera que haya jóvenes, a pesar del cansancio, el dolor y la guerra, estaremos junto a ellos para compartir sus vidas”. Un importante apostolado salesiano en Alepo es el Centro Georges y Matilde Salem, que

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atiende a unos 850 jóvenes con 120 voluntarios. Incluso en las horas más oscuras de la guerra civil, de 2011 a 2021, el centro no cerró sus puertas. Estaba “fuera de discusión” abandonar a los niños al miedo, dice el padre Fattal, cuya comunidad se movilizó para crear una apariencia de normalidad para los niños. “Fuimos alcanzados por una bomba de racimo [en 2014]”, explica. “Se rompieron vidrios, pero reparamos todo inmediatamente y, por la tarde, continuamos las actividades con los niños”. El centro ofreció ayuda humanitaria durante la guerra civil, distribuyendo alimentos y medicinas a todas las personas necesitadas sin distinción. En febrero 2023, cuando un terremoto de magnitud 7,8 sacudió la ciudad, derribando casas y edificios, unas 800 personas se refugiaron en el centro, algunas de ellas hasta por cinco semanas. El sacerdote de 73 años recuerda cómo “la providencia… se encargó de todo”. Con el apoyo de CNEWA, el centro proporcionó tres comidas

diarias, medicamentos y otras necesidades básicas. Muchas donaciones provinieron de exalumnos antes de que huyeran de Alepo, una señal de su aprecio por el trabajo de los Salesianos. Srour Ibrahim, 24, enseña catecismo en el centro y dirige una fraternidad infantil. Srour, recién graduado de la escuela de odontología, no tiene expectativas de trabajar como dentista en Alepo. En cambio, es uno de los muchos voluntarios que asistieron al centro cuando era niño y ahora ayuda a llevar a cabo sus programas. “Si no fuera por el centro, hace tiempo nos hubiéramos ido”, afirma. “Es el único lugar donde podemos sentirnos física y psicológicamente seguros mientras todo lo que nos rodea se desmorona. Para mí es como estar en casa”. Johnny Azar, 31, también es catequista y dirige las actividades juveniles y los esfuerzos de ayuda Religiosas pasean por el barrio cristiano de Alepo.


CUIDADO PARA LOS MARGINADOS


Conexión CNEWA Monaguillos en la Catedral Maronita de San Elías. Opuesto arriba, estudiante aprende armenio en la Escuela de Padres Mequitaristas. Opuesto abajo, los padres salesianos Pierre Jabloyan, centro, y Georges Fattal, extremo derecho, hablan con los jóvenes en el centro juvenil salesiano de Alepo.

Los sirios continúan reconstruyendo sus vidas más de 10 años después del inicio de una guerra civil de una década, un éxodo masivo, un devastador terremoto en febrero 2023 y una crisis económica paralizante. A pesar de todo, la iglesia, a través de sus instituciones, comunidades religiosas y organizaciones de servicio social, ha seguido apoyando a los que se quedan. Aunque la población cristiana de Siria es pequeña, el papel de la iglesia es sustancial. CNEWA apoya a la iglesia en Siria para alimentar y albergar a los desplazados, proporcionar educación a los niños sirios y refugiados, ofrecer atención médica a los pobres y vulnerables, y servir como un faro de esperanza para todos. Para apoyar este trabajo crucial, llame al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o al 1-866-322-4441 (Canadá) o visite cnewa.org/work/emergency-syria.

del centro. Entre su grupo de 35 miembros que asistieron al centro cuando eran niños, sólo él y otra persona continúan viviendo en Siria. Y sólo dos personas de los dos siguientes grupos viven aquí, señala. “Todo el mundo se ha ido”, dice. Muchos jóvenes se han ido para evitar el servicio militar obligatorio de Siria, añade. Johnny, como hijo único, ejerció su derecho legal de no participar.

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l número de cristianos en Siria, que tenía una población de unos 23 millones a mediados de 2023, ha disminuido significativamente en los últimos

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años. Aunque no hay acuerdo sobre las cifras exactas, los estimados indican que la población cristiana ha caído de más de 2 millones a entre 450.000 y 603.000. La última cifra la reporta Open Doors, una organización sin fines de lucro dedicada a rastrear la persecución cristiana en el mundo. Este año, Siria ocupó el puesto 12 entre los 50 países donde los cristianos sufren la mayor persecución por su fe. En Alepo, aunque no hay cifras oficiales, grupos cristianos sin fines de lucro, incluidos los Maristas Azules, estiman que el número de cristianos es de 30.000, lo que representa menos del 2% de la

población de la ciudad de unos 2 millones. Los cristianos eran 150.000, o el 10%, de la población de Alepo antes de 2011. El Banco Mundial informa que la situación económica en Siria está en una espiral continua. Según el Instituto del Medio Oriente, la moneda siria alcanzó un mínimo histórico en agosto de 15.500 libras por dólar estadounidense y la inflación seguía en aumento. Además, el salario estatal mensual en Siria en agosto equivalía a $13, y el costo de una cesta de alimentos mensual era de 81 dólares, según el Programa Mundial de Alimentos. “El futuro de los cristianos en Alepo está en manos de Dios”, afirma el padre Fattal. “Nuestro pueblo carece de todo; luchan por satisfacer hasta sus necesidades más básicas”, afirma. “Hacemos todo lo posible para ayudarlos a quedarse, pero sólo Dios sabe si lo harán”. “Creo que no importa lo que pase, siempre quedará alguien aquí porque somos la levadura con la que se fermenta la masa. Si los cristianos se fueran de este lugar, no sería lo mismo”, afirma. “Que Dios nos dé la fuerza para perseverar y permanecer en esta tierra”. El Padre Pierre Jabloyan, S.D.B., superior de la comunidad salesiana de Alepo, se muestra optimista sobre el futuro de los cristianos de la ciudad. “Tengo mucha fe, porque debemos tener esperanza, incluso cuando no la hay”, afirma. “De lo contrario, nuestra misión aquí no tendría sentido”.


“Dondequiera que haya jóvenes, a pesar del cansancio, el dolor y la guerra, estaremos junto a ellos para compartir sus vidas”.


“Si los cristianos se fueran de este lugar, no sería lo mismo”.

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a Hermana Siham Zgheib, F.M.M., dice que su comunidad también busca ser “un signo de esperanza y apoyo para quienes se han quedado, haciendo todo lo posible para servir con amor”. Las Franciscanas Misioneras de María están presentes en Alepo desde 1914. Su convento estaba equipado para recibir a las hermanas ancianas de la provincia. Antes que comenzara la guerra civil en 2011, había 23 hermanas. Pero, la mayoría se fue y sólo quedan cuatro hermanas. La Hermana Bernadette D’Hauteville, F.M.M., de Francia, ha vivido en varios lugares del Medio Oriente durante más de 50 años. Regresó a Alepo en 2014. “Durante la guerra, recuerdo que teníamos un papel muy importante que desempeñar en la acogida de todos: con los refugiados, con la cocina de emergencia y con los grupos que fueron enviados aquí por diferentes organizaciones”, dice. Como el área alrededor del convento era relativamente segura, las hermanas recibieron a muchos desplazados internos de regiones

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más afectadas por la guerra. De 2012 a 2018, trabajaron con el Servicio Jesuita a Refugiados para proporcionar alrededor de 18.000 comidas al día. La hermana Bernadette fue, y sigue siendo, la encargada de acoger a diferentes grupos, adultos y niños, a quienes se les ofrece apoyo psicosocial y actividades sociales. “Durante la guerra, tuvimos un papel muy importante: escuchar a esta gente destrozada y ansiosa, buscarle sentido a todo esto, mientras las bombas seguían cayendo sobre nosotros”, dice. Dado que la mayoría de los desplazados eran musulmanes, pudimos conocer mejor al “otro”, añade. La hermana Siham también considera esta oportunidad “un regalo y una bendición” de la guerra. “Después de que cerraron la cocina de emergencia, nos dimos cuenta de cómo había cambiado su visión de nosotros”, dice la hermana Siham. “Realmente apreciaron que les abriéramos nuestro convento”. Las hermanas organizaron grupos de apoyo que acogieron a musulmanas desplazadas. También

La Hermana Antoinette Battikh supervisa un taller de costura que emplea mujeres desplazadas, la mayoria musulmanas.

iniciaron un taller de costura, con maquinaria, telas e insumos, donde las mujeres aprendieron a confeccionar prendas y accesorios. Luego, las hermanas llevaron los artículos al mercado. En el punto álgido de la crisis de desplazamiento en Alepo, el taller empleaba a más de 60 mujeres. La primavera pasada, sólo había unas 30. El taller ayudó a construir puentes entre las comunidades religiosas, dice la Hermana Antoinette Battikh, F.M.M., quien supervisa el taller desde 2015. “Las musulmanas nos tenían miedo, pero cuando vieron que no discriminábamos entre musulmanes y cristianos, se sorprendieron”, dice la hermana Antoinette. “Se abrieron con nosotras, nos contaron sus problemas y siempre tratamos de ayudar si podíamos. Muchas han vuelto a casa, pero cuando pasan se detienen a saludar. No se han olvidada”.


En 1993, las hermanas abrieron una guardería para niños con autismo. Actualmente acoge a 17 niños y emplea a ocho personas. En 2013, pensaron cerrar el centro, debido a la dificultad y los costos asociados a la búsqueda de personal especializado. Pero lo reconsideraron, ya que el apoyo al centro continuó. “Es la providencia”, dice la hermana Siham, directora del centro. “Nuestro principal donante es musulmán. Él paga los salarios de los profesores. Es amigo de nuestra congregación”. Conmovidos por la acogida incondicional de las hermanas hacia todas las personas, los miembros de la comunidad musulmana también financiaron su labor de ayuda en respuesta al terremoto de febrero, cuando abrieron su convento como refugio para 150 personas. “En esta ciudad siempre hemos vivido juntos. Pero, con la guerra, la gente empezó a tener miedo unos de otros”, dice la Hermana Renée Koussa, F.M.M., superiora de la comunidad, quien creció en Alepo. “En las zonas rurales, los musulmanes viven en comunidades cerradas y no saben nada de nosotros. Éste es nuestro papel: ser signo de la presencia de Cristo donde Cristo no es conocido”.

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a Escuela de Padres Mequitaristas de Alepo ha tratado de brindar educación de alta calidad a los niños, de kindergarten al décimo grado, desde su fundación en 1936. Después del genocidio armenio en 1915, muchos armenios fueron desplazados de Turquía a Siria, y los padres mequitaristas —una orden monástica católica armenia que sigue la Regla de San Benito— fundaron la escuela para satisfacer las necesidades de la creciente comunidad armenia en el país. Aunque la presencia armenia en Siria se remonta al período

bizantino, después de las persecuciones y el genocidio armenio durante la Primera Guerra Mundial, muchos armenios y otras minorías étnicas cristianas buscaron refugio en Siria, con un mayor número en Alepo. La escuela nunca cerró durante la guerra, ni siquiera cuando los combates estaban cerca. Durante los intensos bombardeos, los profesores llevaban a los estudiantes a refugiarse. También mantuvieron una rutina diaria que evitara que los estudiantes cedieran al miedo y al pánico. Datevig Najjarian, el director, dice que el objetivo es “ofrecer la educación más moderna con las últimas tecnologías posibles, para que los padres no abandonen el país en busca de una mejor educación para sus hijos”. El plan de estudios también incluye el idioma armenio en un esfuerzo continuo por preservar la herencia armenia. La escuela ofrece un importante apoyo para la matrícula y todos los niños armenios hasta los cinco años asisten gratis. Las familias con varios hijos reciben un descuento en la matrícula y la matrícula se exime para niños cuyos padres no pueden pagar. A pesar de eso, la inscripción ha disminuido significativamente, de 1.100 en el año 2000 a 400 antes de que comenzara la guerra en 2011. Este año, la matrícula fue de 180. Najjarian dice que su decisión de permanecer en Alepo se basa en su optimismo de que la situación en Siria mejorará, así como en su convicción de que está llamada a “quedarse y servir”. “Aquí sembramos esperanza”, dice. “Siempre tratamos de levantar el ánimo de los niños. Tenemos que quedarnos. Somos necesarios.” Arzé Khodr es un escritor y dramaturgo independiente que vive en Beirut.

Ser solidarios con la iglesia en Siria cnewa.org/es

Conozca a algunos hombres y mujeres comprometidos al servicio cristiano en Siria en este video.

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Una Carta de un

Fotógrafo de Guerra por y con fotografías de Konstantin Chernichkin

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aci en 1981 en una familia de fotógrafos. Mis abuelos revelaban películas en el baño de su apartamento en Kiev cuando la fotografía era un pasatiempo popular en la Ucrania soviética. Su hijo, mi padre, Mykhailo, se volvió profesional en este campo. Fotografiaba deportes y, mientras trabajaba para agencias de noticias, su cámara capturó momentos históricos, como el colapso de la Unión Soviética y el inicio de la independencia de Ucrania. Con semejante historia familiar, podemos

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decir que mi destino y el de mi hermano menor estaban sellados. Cuando éramos niños, mi padre nos regaló a cada uno una cámara y nos animó a tomar fotografías. A menudo estábamos rodeados de fotógrafos y de periodistas interesantes e inspiradores, cuyo trabajo era fascinante. Dejé la fotografía de lado para estudiar economía, con la idea de contribuir al crecimiento de Ucrania. Pero, cuando me gradué en 2004, quise trabajar como fotógrafo y ya lo hacía con varios medios de

comunicación. La publicación de mi fotografía en la edición polaca de Newsweek al comienzo de la Revolución Naranja en noviembre 2004 marcó mi primer gran logro como fotógrafo profesional y con la ola de interés de los medios de todo el mundo, comencé mi carrera de fotoperiodista. El fotoperiodista Konstantin Chernichkin aparece fotografiado en un tanque mientras cumplía una misión cubriendo la guerra entre Rusia y Ucrania en el este de Ucrania.


Adquirí experiencia en dos Así comenzó oficialmente la ambiciones, y recibí el empujón que influyentes revistas locales y luego guerra en Ucrania. Rusia no quería necesitaba para reconsiderar mis me uní a Reuters en Kiev, donde perder a su antigua colonia de su elecciones de vida. Acepté que el trabajé por cinco años, seguidos de esfera de influencia y por eso papel de fotógrafo de guerra 10 años en el periódico en inglés de invadió las regiones orientales de motivado no encajaba del todo con Ucrania, el Kyiv Post. Ucrania con tropas terrestres. Mi mi personalidad. Al regresar al El trabajo tiene desafíos que todo trabajo como fotoperiodista crecía a trabajo, casi nunca visité la línea del verdadero profesional debe estar un ritmo increíble, mientras me frente en el este. En cambio, preparado para afrontar tarde o encontraba en un frenético torbellino seleccioné y organicé exposiciones temprano, como ver el sufrimiento de acontecimientos que sucedían fotográficas sobre la guerra e incluso humano, la tragedia y la muerte a por todo el país. pensé en retirarme del través del lente de la cámara. Estuve cerca de una amenaza real fotoperiodismo y empezar algo Siempre encontré esta perspectiva contra mi vida cuando quedé herido nuevo. Pero no tuve tiempo para intimidante y traté de mantenerme mientras estaba parado junto a un grandes decisiones, ya que una vez alejado de ella. equipo militar cerca de Mariupol en más me vi atrapado en el tsunami de Por eso, me perturbó que la muerte agosto de 2014. La lesión resultó ser acontecimientos históricos. irrumpa ante el lente de mi cámara sin ser l shock y el invitada vez en 2014, entumecimiento cuando fuerzas me invadieron policiales mataron a el 24 de febrero de manifestantes — 2022, igual que ciudadanos durante la comunes— en la Revolución de la plaza central, Dignidad, sólo que conocida como ahora todo era Maidan, de mi mucho más serio. ciudad natal de La muerte no solo Kiev durante la aparecía en el visor Revolución de la de mi cámara; Dignidad. estaba tocando a la Me golpeó duro. puerta de mi casa. Me quedé en shock, El primer día de la con la cámara invasión a gran abajo, mientras los escala, cuando las cadáveres de las La histórica Virgen Skete del monasterio de Sviatohirsk en la provincia tropas rusas personas que habían de Donetsk resultó dañada por un bombardeo en mayo de 2022. cruzaron a Ucrania estado a mi lado en dirección a Kiev, hacía un minuto pasaban junto a mí. grave y tenía miedo de perder la mi esposa, nuestros dos hijos y yo Sentí un escalofrío hasta los huesos, pierna. Lo vi como una señal para hicimos las maletas y nos dirigimos al la completa desorientación del detenerme y poner fin a esta oeste. Después de un par de días momento, una sensación de búsqueda constante de noticias conduciendo por atascos de tráfico fragilidad de todo. Me tomó tiempo candentes y pensar en mis valores y de refugiados, mi familia llegó a volver a levantar mi cámara y objetivos en la vida. Polonia, donde finalmente pudieron presionar el botón disparador. Lo Pasé un año postrado en cama, sentirse seguros. único que me ayudó a sobrellevar la rehabilitando mi cuerpo, mente y Pero yo me quedé en Lviv, situación fue quedarme en la plaza alma. Tuve que aprender a caminar confundido y solo, apenas haciendo entre la gente y vivir esas pérdidas nuevamente y logré recuperarme frente a los terribles acontecimientos juntos. Esa noche se reunieron en el por completo. Ese tiempo me y la escala de violencia que me lugar del asesinato, cantando, permitió analizarme con calma y ver rodeaba. Día tras día despertaba orando, llorando y abrazándose. a mis seres queridos de una manera sintiéndome impotente, pasando Fotografiar esa escena a través de nueva. Muchas veces no había visto estos meses más difíciles de mi vida mis propias lágrimas fue sanador su verdadero amor detrás del muro en un diálogo interno, luchando para mi alma. de mis propios estereotipos y contra un miedo que todo lo

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He podido conocer personas brillantes que brillan como rayos de luz en estos tiempos oscuros. consumía y buscando soluciones. Al mismo tiempo, la demanda de periodistas profesionales locales por parte de medios de todo el mundo era una locura, con ofertas de trabajo de todas partes. Curiosamente, tan pronto comencé a aceptarlas, sentí que el agotamiento profesional de los últimos años y el peso de las experiencias pasadas desaparecían gradualmente. Además, darme cuenta de que mi trabajo era necesario, que me necesitaban y que mis imágenes y mi visión al capturar una escena resonaban entre los lectores y apoyaban a Ucrania, todo eso me dio la nueva energía e inspiración que tan desesperadamente necesitaba. Redescubrí la vieja verdad sobre el papel del fotoperiodista en tiempos

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de guerra, donde el concepto de “misión profesional” ya no era abstracto y vacío, sino claro y concreto. Documentar estos eventos con la cabeza fría es un desafío. Es imposible permanecer “sólo un observador”, como exige nuestro código profesional, cuando tu ciudad natal es bombardeada, mujeres con niños huyen, amigos se alistan en el ejército y tu patria es quemada. Hay una gran diferencia entre ser fotógrafo de una “guerra ajena” y ser fotógrafo de guerra en tu propio país. Me ha resultado imposible fotografiar a niños que sufren. Ha sido difícil fotografiar eventos en mi región natal de Kiev. No pude encontrar fuerzas para acercarme a la fosa común de gente asesinada por

los rusos durante la ocupación de Bucha. Mientras un sacerdote local mostraba a decenas de periodistas el gran foso lleno de cadáveres encontrados en los terrenos de la iglesia, yo me quedé a un lado, sin entender cómo era posible tal horror En sentido horario desde arriba a la izquierda: Un monje entra en un edificio del histórico Monasterio de la Cueva de Sviatohirsk, en la región de Donetsk en Ucrania, que resultó gravemente dañado por los bombardeos; Liudmyla Shoshu, asistente médica en el Hospital Andrey Sheptytsky de Lviv, ofrece atención domiciliaria a un paciente de cuidados paliativos; refugiados ucranianos en Varsovia buscan ayuda de Cáritas Polonia.




En sentido horario desde abajo a la izquierda: Hanna Yarmish en las ruinas del Museo Nacional Hryhoriy Skovoroda en Kharkiv, Ucrania. La hermana Basiliana Lucia Murashko entrega ayuda a un pueblo de primera línea en el sureste de Ucrania; Maksym Chernitsyn, izquierda, un soldado ucraniano herido, habla con el capellán militar, el padre Yevhen Cherniuk, en un hospital de Kiev.

en lo que era una hermosa ciudad turística, donde mi familia y yo veníamos a menudo para paseos de fin de semana. Fue poco lo que pude tomar ese día, pero las fotografías que logré aún cumplen un papel importante como evidencia de crímenes de guerra; por eso tuvieron que tomarse en primer lugar. Ha habido muchos más tiroteos en todo el país, un país en llamas: más fosas comunes, casas dañadas y ciudades arrasadas, heridos, refugiados y soldados de primera línea: simplemente niños y niñas normales,

tambaleándose entre la vida y la muerte. He ido al frente pocas veces, pero cada encuentro allí ha sido memorable. El ritmo del trabajo no suele dejar tiempo para detenerse y notar la bondad que aún existe. Gracias a mi colaboración con ONE, he podido conocer personas brillantes que brillan como rayos de luz en estos tiempos oscuros. Los héroes de las historias que he cubierto para ONE me impresionan hasta la médula. Llevan ayuda a las peligrosas ciudades de primera línea sin miedo, leales a la voluntad de Dios; tratan incansablemente a muchos enfermos y heridos. He visto surgir a su alrededor la gratitud, la esperanza para el futuro y la fe en la victoria de la humanidad. Con estos relatos se ha logrado captar y transmitir la fuerza del espíritu y la belleza del alma humana. Estas tareas son experiencias nuevas, motivadoras y bastante tranquilizadoras. El estrés y la ansiedad constantes tienden a tener

un efecto acumulativo. Por eso, ha sido importante ver estos actos buenos y bondadosos en medio del sufrimiento constante y la aparente desesperanza. Las poco frecuentes reuniones con mi familia durante el último año y medio, han sido increíblemente reconstituyentes, sanadoras y renovadoras. Lo mismo puede decirse de las reuniones tan esperadas con amigos repartidos por todo el mundo. Estos encuentros comienzan y terminan con un fuerte abrazo. No tengo idea de cómo va a terminar esta guerra. Sin embargo, la idea de volver a una vida pacífica y a estar segura me mantiene activo en mi trabajo, que juega un pequeño papel en el logro de nuestro objetivo de paz. Konstantin Chernichkin es un fotoperiodista que vive en Kiev. Ha trabajado como fotógrafo para Reuters, el Kyiv Post y la NRC holandesa.

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La iglesia crea conciencia sobre la trata en Egipto por Magdy Samaan con fotografías de Hanaa Habib


Una sobreviviente de abuso camina por el jardín del Centro Oasis de Consejería y Formación en el Alto Egipto.

“Me dieron una cálida bienvenida”, dice Martha. “La gente habla conmigo y trata de ayudarme en lo posible. Ahora siento que algo grande ha cambiado”. El centro fue una iniciativa del obispo Kamal Fahim Awad Hanna, entonces obispo de la Eparquía Copta Católica de Minya. Un sacerdote de su eparquía, el padre Makarios Isaac, inició un centro de rehabilitación para sobrevivientes de abuso infantil en Kenya diez años antes y quería algo similar en su eparquía. Por invitación del obispo, el padre Isaac inició el Centro Oasis en 2019. La eparquía compró tierras de cultivo y recibió una subvención para renovar y equipar el edificio principal. La planta baja tiene una sala de conferencia y oficinas. El segundo y tercer piso albergan el programa de rehabilitación de residentes, y cuartos para los participantes de la conferencia. Altos muros de privacidad rodean la propiedad. Una puerta de hierro se abre a un amplio espacio verde con dos canchas de fútbol, un pequeño estanque y áreas abiertas para actividades al aire libre. El centro, inaugurado en enero de 2022, también tiene una oficina en la cancillería de Minya, donde opera una línea directa de emergencia y servicio de referencias. El personal de 18 miembros, incluidos terapeutas, educadores y trabajadores sociales, respeta la ética profesional de la confidencialidad. Sin embargo, algunos beneficiarios prefieren que los refieran a un profesional externo para mayor confidencialidad, por temor al estigma social relacionado con la búsqueda de ayuda por abuso. El tabú sobre el abuso físico y sexual en Egipto es un desafío principal para que el centro desempeñe su misión.

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CUIDADO PARA LOS MARJINADOS

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ntre el verdor de tierras desérticas regeneradas, al oeste del Río Nilo, sobrevivientes de trata y abuso encuentran respiro y sanación. Martha, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, es una de tres jóvenes que viven en el Centro Oasis de Consejería y Formación, situado en una zona remota llamada Shousha, a unas 21 millas al noroeste de Minya, en el Alto Egipto. La misión del centro es combatir la violencia y el abuso sexual contra mujeres y niños, brindar apoyo psicológico y servicios especializados a sobrevivientes de abuso y trata, y acompañarlos en su curación y rehabilitación. Martha, 20, llegó al centro septiembre pasado para iniciar su sanación. Un año antes, escapó de años de abuso físico de su familia en Minya para ir a El Cairo. En respuesta a un anuncio en línea para cuidar a personas de edad avanzada, llegó a la dirección indicada por la oficina de empleos y descubrió que era un apartamento. Allí, unos hombres la forzaron a entrar en una habitación oscura, donde pasó cuatro días en cautiverio hasta que la policía la rescató. Aunque no sabe qué intenciones tenían los hombres, sospecha que estaban involucrados en la trata. Cuando regresó con su familia, el abuso empeoró. “Mis padres creen que los odio y yo pienso lo mismo de ellos”, dice, ahogándose en sus palabras. “Pero los amo. Oro para que Dios elimine el malentendido entre nosotros”. Pidió consejo al sacerdote católico local y él la dirigió al Centro Oasis.


“Cualquier cambio social lleva tiempo, pero gradualmente el cambio se hace realidad”.

“La gente no está abierta a hablar del asunto”, dice el padre Isaac, “y lo encubren”. Sin embargo, son tantos los abusos que la gente ya no puede permanecer en silencio, afirmó. “La comunidad ha llegado a un punto en el que está harta”. El Dr. Samy Farid Isaac, hermano del padre Isaac y voluntario en el centro, dice que es “difícil para las familias rurales dejar que sus hijos que han sido abusados sexualmente” vayan al centro a recibir ayuda. “Como la gente de la campiña se conoce, cuando alguien se va, averiguan a dónde fue”, añade el médico, que trabajó para UNICEF y otras organizaciones internacionales que se ocupan de la protección de la infancia. Para acabar con el tabú y el estigma, el Dr. Isaac y otro personal del centro organizan conferencias sobre paternidad en iglesias y otros lugares, y talleres de concientización para jóvenes y niños sobre la prevalencia y prevención del abuso.

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os niños víctimas de violencia física son los beneficiarios más comunes del Centro Oasis. “En la campiña, la violencia contra los niños es normal”, dice el Dr. Isaac, en referencia a la creencia arraigada en Egipto de que el castigo corporal hace que un niño se porte bien. Recuerda una presentación que hizo en una escuela católica en Mansafis, un pueblo al sur de Minya. Cuando preguntó a los padres: “¿Quién no golpea a sus hijos?” nadie levantó la mano. Cuando preguntó: “¿Quién golpea a sus hijos?” todos levantaron la mano. También cuenta la historia de una joven de 16 años, cuyo padre la torturaba. La ataba con cuerdas, la quemaba con un metal caliente y la azotaba. Ella recibe atención psicológica y física en el centro. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que el 91% de

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Conexión CNEWA El padre Makarios Isaac, fundador del Centro Oasis, y su equipo brindan almuerzo a los residentes del centro. Opuesto, Julie Ashraf, miembro del equipo del Centro Oasis, trabaja en una manualidad con un sobreviviente de abuso.

niños egipcios son sometidos a diversos grados de abuso. UNICEF informa que esto puede presentarse en diversas formas, incluidas “violencia, explotación, trata y cuidado familiar inadecuado”. Aunque la ley federal garantiza el derecho del niño a estar a salvo de toda forma de daño, ninguna ley exige denunciar el abuso infantil ni imponer una sanción por no denunciarlo. El Programa de Encuestas Demográficas y de Salud destaca que las niñas egipcias son más vulnerables, citando la costumbre de la mutilación genital femenina (M.G.F.) y el matrimonio infantil. La prevalencia de M.G.F. disminuyó del 74% de las niñas de 15 a 19 años en 2004 al 61% en 2014, según el Consejo de Población de Egipto. Sin embargo, persisten diferencias regionales, y algunas regiones registran tasas más altas de esta práctica. Los programas de formación del centro para niños y adolescentes buscan educarlos sobre la prevención del abuso y el desarrollo personal. En octubre 2023, 16 huérfanos visitaron el centro para un programa de dos días. A través de juegos y narraciones, se enseñó a los niños a decir no, a rechazar el contacto no deseado y a afrontar el acoso. Un teatro de marionetas basado en la historia bíblica de Peniná atormentando a Ana por su infertilidad enseñó a los niños sobre la importancia de enfrentarse a los matones. Las actividades sirven para iniciar conversaciones, y animar a los niños a expresarse mientras los adultos escuchan.

CNEWA apoya iniciativas contra la trata de personas, con un enfoque particular en ofrecer curación y esperanza a los sobrevivientes, a través de programas en Medio Oriente, Noreste de África y Europa del Este. Estas iniciativas dirigidas por iglesias se preocupan por los más vulnerables a la trata: los desplazados, los migrantes, los refugiados, las madres solteras y los niños. Trabajan para prevenir la trata, así como para rehabilitar, asesorar y cuidar a los sobrevivientes, reintegrándolos a sus familias y comunidades y devolviéndoles la salud. Para apoyar este trabajo crucial, llame al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o al 1-866-322-4441 (Canadá) o visite cnewa.org/work/egypt.

También se educa a los jóvenes sobre la autoestima, apegos emocionales, adicción, el uso de los medios, límites y autoaceptación, y se enseña a los padres sobre las necesidades psicológicas de los niños, la paternidad positiva, las consecuencias de la violencia y la prevención del acoso. Después de otra conferencia de sensibilización, esta sobre violencia sexual, con 30 jóvenes que son trabajadoras de la iglesia, seis se acercaron y pidieron hablar con el equipo, dice el Dr. Isaac. “Cualquier cambio social lleva tiempo, pero gradualmente el cambio se hace realidad”, afirma. “Por ejemplo, a la sociedad [egipcia] no le gusta hablar de la mutilación genital femenina, pero ahora el

porcentaje de niñas circuncidadas ha disminuido”.

E

l aumento de la tasa de pobreza en Egipto durante los últimos cuatro años ha dejado a millones de egipcios y refugiados vulnerables a la trata. Se debe en gran medida a los efectos económicos de la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania, y el débil sistema de bienestar social de Egipto. En Egipto se ha documentado el tráfico sexual, de órganos y laboral, y las mujeres y los niños son los más vulnerables. Los niños de la calle son reclutados para la prostitución, la mendicidad forzada, el trabajo doméstico y el trabajo agrícola.

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“Para combatir muchas formas de trata, es esencial crear conciencia”. En 2010, Egipto criminalizó la trata sexual y laboral, con penas de 3 a 15 años de cárcel. Pero, la falta de procedimientos formales para identificar a las víctimas y referirlas a proveedores de cuidado ha llevado a que las víctimas sean tratadas como delincuentes, según la Oficina de Vigilancia y Lucha Contra la Trata de Personas del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Una particular forma de trata en Egipto son los “matrimonios de verano”, en los que hombres ricos, en su mayoría del Golfo Arábigo, “compran” una novia egipcia, generalmente una menor de 18 años, por unos días, semanas o

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meses para explotarla sexualmente. Esta forma de turismo sexual a menudo es facilitada por “mediadores matrimoniales”, que persuaden a las familias pobres para que casen a sus hijas en este plan y se beneficien económicamente de la transacción. Según el sitio web de la O.N.G. Girls Not Brides, esta práctica elude las leyes sobre la trata en Egipto, y las restricciones islámicas sobre las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Los contratos matrimoniales se redactan, pero no se registran oficialmente, lo que protege a los perpetradores de cualquier repercusión legal o religiosa.

Activistas y O.N.G. de derechos humanos están tratando de terminar esta práctica, pero el número de O.N.G. en Egipto que trabajan contra la diversas formas de explotación y para apoyar a los sobrevivientes todavía es pequeño.

F

uentes de Esperanza, la iniciativa en el Medio Oriente de Talitha Kum, la red internacional de hermanas religiosas con sede en Roma dedicada a combatir la trata, estableció un equipo en Egipto en 2020. Pero, sus actividades se retrasaron un año debido al COVID-19. La Hermana Jeannette Alfi Soueiha, R.G.S., de la Congregación


La Hermana Jeannette Alfi Soueiha, R.G.S., habla a los jóvenes sobre los peligros de la trata de personas en la Iglesia Ortodoxa Siria Virgen María en El Cairo.

de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, encabeza el equipo egipcio de profesionales legales, psiquiátricos y artistas. Principalmente, crean conciencia a través de talleres de un día en escuelas e iglesias católicas. Marwa Abdel Moneim, artista visual, guía a los niños en actividades artísticas y juegos durante los talleres. Los niños hacen dibujos sobre lo que escucharon en las presentaciones sobre temas como el matrimonio infantil y el chantaje en línea. Luego ella convierte esos dibujos en cortometrajes animados de los que los niños pueden aprender. El equipo enfrenta desafíos importantes a la hora de desarrollar actividades y ofrecer un mayor apoyo a los sobrevivientes de la trata, en particular debido a la falta de un estatus legal aprobado por el estado, que no puede lograr debido a su afiliación a una red de iglesias. Eso también impide que Fuentes de Esperanza colabore con instituciones afiliadas al gobierno. El Consejo Nacional de Mujeres, una organización semigubernamental de derechos de las mujeres, se retractó de una propuesta de programa conjunto por este motivo, explica la hermana Jeannette. No obstante, el equipo persevera en su misión de crear conciencia sobre el tema en colaboración con otros grupos religiosos, como el Movimiento de los Focolares y la Organización Copta Evangélica de Servicios Sociales. En un encuentro organizado con la Iglesia Ortodoxa Siria Virgen María, la hermana Jeannette habló a los jóvenes, en su mayoría sirios y palestinos, que llegaron a Egipto

huyendo de la guerra en sus países. Algunos jóvenes expresaron su preocupación. Basil Wassouf, de Siria, dijo que la pobreza hace que las personas sean vulnerables a las trampas de los traficantes de personas. “Para combatir muchas formas de trata, es esencial crear conciencia”, afirma. La Hermana Natalie Fouad, R.G.S., que coopera con Fuentes de Esperanza, dice que trabajar con mujeres y niñas es crucial para poner fin a la trata. “¿Qué lleva a las personas a la trata?” ella pregunta. “Pobreza, ignorancia e injusticia”. Ella cree que empoderar a las mujeres con educación les permitirá ingresar a la fuerza laboral y ser autosuficientes. Una divorciada o una viuda sin educación que de repente se queda sola para mantener a sus hijos tiene más probabilidades de recurrir a medidas desesperadas, dice. El equipo viajó a la escuela del Buen Pastor en Shubra, al norte de El Cairo, para talleres con niñas de todas las edades. Nariman Hanna Nathan, quien coordinó los talleres, dijo que las niñas se animaron mutuamente a hablar y abrirse sobre situaciones de abuso a las que habían estado expuestas, incluso en línea. Pero el impacto del equipo seguirá siendo limitado hasta que la organización pueda alcanzar el estatus legal, que también se requiere para abrir una oficina y ofrecer apoyo a los sobrevivientes. Hasta entonces, Fuentes de Esperanza seguirá trabajando dentro de la red de iglesias para crear conciencia, especialmente entre los jóvenes, y las mujeres pobres y vulnerables. Magdy Samaan, radicado en El Cairo, es corresponsal en el Medio Oriente del Times de Londres. Su trabajo ha sido publicado por CNN, el Daily Telegraph y Foreign Policy.

Apoye el trabajo de sanación de la iglesia. cnewa.org/es

u

Vea cómo un centro administrado por la iglesia en Egipto es una luz brillante para mujeres y niños en este video.

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La Última Palabra

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!” (Lucas 2,14)

L

os tiempos de Adviento y Navidad anuncian un tiempo de espera, esperanza, paz y alegría. ¿Qué tan amplio es el abismo entre ese anuncio y nuestra experiencia vivida en 2023? ¿No estamos abrumados por la oscuridad, las múltiples formas de maldad y violencia, y por la realidad del pecado y la división? En el 2023, gracias a ustedes, que han orado con nosotros y se han involucrado en las crisis que CNEWA busca abordar, hemos y seguiremos marcando una diferencia. Ruego que juntos sigamos siendo instrumentos de esperanza, paz y alegría. En mis dos visitas a Ucrania el verano pasado, en junio y agosto, vi el horror de la guerra y al pueblo heroico y resiliente de Ucrania en su determinación de ganar y reconstruir su país.

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Perspectivas del Presidente por Mons. Peter I. Vaccari

Permanezco en comunicación continua con nuestra oficina en Tierra Santa. Recuerdo nuestra visita de equipo a Gaza en junio de 2022. CNEWA denuncia el cruel ataque de Hamás contra Israel y se solidariza con las víctimas inocentes de la masacre de Hamás. Reconocemos el derecho de Israel a defenderse, dentro de los parámetros de proporcionalidad, y condenamos la pérdida masiva de vidas humanas inocentes en Gaza: la muerte de bebés, niños, madres, padres y ancianos, incluidos miembros de la extensa familia CNEWA. Seguimos trabajando con nuestros socios en apoyo de la dignidad del traumatizado pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén del Este, y en la reconstrucción de sus comunidades, ofreciéndoles apoyo humanitario y psicosocial. CNEWA continúa apoyando a las personas de etnia armenia expulsadas de sus hogares en NagornoKarabaj. Y seguimos sobre el terreno en nuestros esfuerzos por erradicar el flagelo de la trata de personas y ofrecer protección a los supervivientes, particularmente en Egipto, Líbano y Siria.


CNEWA continúa monitoreando la situación en el estado nororiental de Manipur, India, donde la violencia entre el pueblo Meitei del valle de Imphal y el pueblo y las tribus Kuki-Zo ha matado o herido a cientos, desplazado a decenas de miles y destruido cientos de hogares, iglesias y templos. En Navidad dirigimos nuestra mirada a Belén. Aquí contemplamos el escándalo del misterio de la Encarnación. Aquí vemos la respuesta de Dios a nuestra oscuridad, maldad, violencia, pecado y división. La respuesta definitiva de Dios está en Jesús, el niño de Belén. El Papa Francisco, en su audiencia general del 7 de diciembre de 2016, inició una catequesis sobre la esperanza cristiana. La gente en la oscuridad no sonríe. Sólo la esperanza devuelve una sonrisa. En presencia de los niños, el papa señala: “Una sonrisa nos viene desde dentro… un niño es esperanza”. Sin embargo, en las últimas semanas y en los lugares que mencioné anteriormente, los niños no muestran ninguna sonrisa. Han quedado traumatizados: los niños armenios, ucranianos, israelíes y palestinos, los niños atrapados en la trampa de la trata de personas y los niños de Manipur. Que podamos resolver hacer todo lo que sea posible, con la gracia de Dios, para restaurar las sonrisas de nuestros hijos. En su audiencia, el Papa Francisco dijo: “Debemos ser

capaces de discernir en la vida el camino de la esperanza que nos lleva a encontrar a Dios, Dios que se hizo niño por nosotros. Él nos hará sonreír; ¡Él nos dará todo!” Oro para que María, la madre de Jesús, que “partió y se dirigió rápidamente a la montaña” (Lc 1,39), nos inculque la urgencia de esta hora. Que ella, junto con el silencio de San José, encienda en nosotros el deseo de una oración más intensa e interior, el compromiso de estar informados periódicamente con el arma de la verdad y, en este tiempo de dar, ¡ofrecer una donación muy generosa a la misión de CNEWA! Gracias. Con mi gratitud y oraciones,

Peter I. Vaccari Presidente, CNEWA De izq. a dcha.: Mons. Peter I. Vaccari visita el Hospital Materno Infantil de Lviv en junio; Sami Tarazi, vestido de negro, asistente de proyectos de CNEWA en Gaza, distribuye alimentos a los desplazados por la guerra entre Israel y Hamás a mediados de noviembre, un mes después de que sus padres murieran en el ataque aéreo israelí en los terrenos de la Iglesia de San Porfirio; las familias visitan la Iglesia de la Natividad en Belén.

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CNEWA una agencia papal para apoyo humanitario y pastoral 1011 First Avenue, New York, NY 10022-4195 • 1-212-826-1480 • cnewa@cnewa.org 223 Main Street, Ottawa, Ontario K1S 1C4 • 1-866-322-4441 • www.cnewa.ca


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