Ventana Social nº 4

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PRL Dra. Isabel García Gismera Directora Sanitaria Territorial ASEPEYO

La salud en la oficina Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la frecuencia real del problema no es del todo conocida, pero se estima que afecta al 30% de los edificios modernos, causando molestias al 10-30% de sus ocupantes.

¿Qué causa la enfermedad del edificio? En principio todos aquellos factores que puedan contaminar el aire interior: • Productos procedentes del exterior (humos, vehículos) • Materiales de construcción, mobiliario y equipos de oficinas • Productos y operaciones de limpieza y mantenimiento (desinfectantes, pinturas) • Funcionamiento inadecuado del sistema de ventilación • Tabaco Los cambios en el estilo de vida durante los últimos años han determinado que el hombre pase más del 90% de su tiempo en espacios interiores. Si bien la contaminación por productos de combustión derivados de calefacciones y cocinas en edificios antiguos ya era conocida, no se sospechaba que la calidad de aire en los edificios contemporáneos pudiese ser insalubre. El aire que respiramos en el interior de los edificios es una amenaza invisible, pero no por ello menos tóxica para nuestro organismo; en España uno de cada tres edificios construidos a partir de los años 70, “está enfermo” y causa algún tipo de alteración a sus trabajadores. El edificio enfermo no es aquel cuya estructura interna o paredes necesitan una urgente rehabilitación, debido a los desperfectos derivados de su longevidad, sino aquel donde más del 20% de los trabajadores o personas que en él habitan o desempeñan su trabajo, sufren un conjunto de síntomas similares derivados de las condiciones de la oficina o local donde permanecen gran parte de su tiempo. La EPA (Environmental Protection Agency) considera que la contaminación en el interior de los edificios es uno de los grandes riesgos para la salud en esta década. Y, sin embargo no existe Ley que controle la calidad del aire interior en ambientes cerrados. La confianza en la salubridad interior de los edificios se vio alterada durante la década de los años 60 por la aparición de una serie de episodios de dolores de cabeza, cansancio e irritaciones mucosas referidos por trabajadores de edificios de oficinas. Estos fenómenos coincidieron con la crisis energética mundial que propició, en un intento de ahorro de energía, por parte de arquitectos e ingenieros, la construcción de edificios herméticos, con ventilación mecánica y con un control estricto de la entrada de aire exterior. Sin embargo, en un principio, la ausencia de niveles tóxicos de contaminación interior hizo que los higienistas e investigadores atribuyeran éstos fenómenos a histerias colectivas. Posteriormente, el impacto escandaloso de una serie de publicaciones sobre enfermedades claramente relacionadas con el edificio, demostraron los potenciales riesgos de su ambiente interior: 1968 Fiebre de Pontiac, 1970 Alveolitis Alérgicas Extrínsecas, 1976 Enfermedad de los Legionarios, estableciéndose a partir de aquí la terminología del Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), que es el conjunto de síntomas diversos que presentan, aproximadamente, el 20% o más de los ocupantes de un edificio no industrial (oficinas, bibliotecas, colegios, hospitales...), existiendo una relación temporal positiva y cuyo origen se atribuye a causas múltiples.

Los tipos de contaminantes que enferman el aire del edificio son fundamentalmente de dos tipos: - Higiénicos: químicos (gases, fibras, disolventes), físicos (temperatura, humedad, ruido, electricidad estática) y biológicos (virus, bacterias, hongos). - Psicosociales (estrés, insatisfacción laboral...) cobrando estos últimos una especial relevancia en los últimos tiempos. Entre los síntomas más característicos asociados al SEE: - Oculares: escozor y/o enrojecimiento. Lagrimeo. - De las vías respiratorias superiores: aumento de la secreción nasal, congestión o picor nasal, estornudos, sequedad de garganta, dolor de garganta, ronquera, sed. - Pulmonares: opresión torácica, tos seca, sensación de ahogo. - Cutáneos: enrojecimiento, sequedad cutánea, prurito generalizado. - Generales: cefaleas, somnolencia, dificultad para la concentración, irritabilidad, nauseas y mareos. Todas estas molestias o anomalías físicas que el trabajador experimenta durante su jornada laboral, deben desaparecer media hora después de abandonar el edificio, e incluso los síntomas más agudos se desvanecen en el transcurso del fin de semana. Es difícil conocer el porcentaje de edificios enfermos en cada una de las comunidades, ya que éstos se realizan en aquellas empresas que así lo solicitan o por la actuación de la Inspección de Trabajo, en cumplimiento de la Ley de 1995, de Riesgos Laborales por la que las compañías deben conocer los riesgos a los que están sometidos sus empleados, evaluarlos, evitarlos o paliarlos en la medida en que sea posible. A pesar de que el Síndrome del edificio Enfermo no representa una amenaza para la vida de los ocupantes, sí contribuye al absentismo laboral y a una disminución en la productividad con una transcendencia económica y social que justifica medidas legislativas. En la mayoría de los países desarrollados para garantizar la calidad del aire interior; velar por ella, es la medida que convierte a un edificio enfermo en otro saludable. Para conseguir un edificio sano es imprescindible un diseño y mantenimiento adecuado del sistema de ventilación, uso de materiales de construcción y mobiliario exentos de riesgo (paredes porosas, materiales naturales), operaciones de limpieza y obras de remodelación en periodos desocupados y por supuesto, la promoción de normativas y programas destinados a la creación de ambientes libres de humo.


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