Ventana Social nº 4

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escapada

La segunda etapa del viaje me lleva a la ciudad del genio, Salzburgo, se escucha, se respira música clásica, toda la que puedas disfrutar si te apetece y sobre todo se siente a Wolfgang Amadeus Mozart, y también se degusta, los bombones y licores, son estupendos. Realmente la ciudad es muy bonita, como toda Austria, dividida por el río Salzach y dominada en lo alto por la fortaleza Hohensalzburg, sede del museo de las marionetas e inmejorable mirador para admirar el casco antiguo. Callejeando por el centro me encuentro con lo que voy buscando, la casa natal de Mozart, visita obligada situada en la más conocida de sus calles comerciales, la Getreidegasse, a partir de aquí cualquier dirección que tomemos nos llevará a disfrutar de un agradable paseo. Paradas obligatorias son la Catedral, la antiquísima iglesia Franciscana donde pude disfrutar del Réquiem de Mozart, la Residencia y cruzando el río no podemos dejar pasar el palacio de Mirabell y sus preciosos jardines con vistas a la fortaleza, cerca de aquí encontramos otra vivienda de Mozart, con un museo dedicado al músico. Por la noche tenemos diversas opciones para cenar en un lugar agradable, St. Peter es una buena opción, bien en una cena concierto con artistas vestidos de época que acompañan los platos con piezas musicales de las operas más conocidas de Mozart, bien en las rústicas cuevas de la Stiftskeller que ya datan como taberna desde el año 803. Aunque otra opción que merece sin duda la pena es disfrutar de una cena espectáculo recordando la película The Sound of Music, ¿no os suena?, seguro que si, Sonrisas y Lágrimas en nuestro país, os encantará cenar escuchando Edelweiss. Finalmente llego a la capital Imperial, Viena, grande en nombre, en contenido, pero realmente de unas dimensiones realmente modestas para ser una capital europea tan importante. La ciudad es famosa por incontables monumentos, museos, eventos y personajes, por Mozart, por supuesto, pero lo que más me llama la atención es el cuidado y atención que prestan los vieneses a la imagen de la emperatriz Sisi o Elisabeth, en las afueras el palacio imperial de Schönbrunn es magnífico, no podemos dejarlo pasar, también se puede ver cerca el palacio del Belvedere, fuera de la ciudad se pueden encontrar más cosas y si pensamos en otro tipo de diversión menos cultural, una visita obligada es una noche en el barrio de Grinzing para cenar en una de las famosas tabernas Heurigen mientras escuchamos música tradicional. En el centro de la ciudad y tomándolo como punto de partida del famoso Ring o anillo que rodea el casco histórico encontramos el palacio imperial Hofburg, en su interior entre otros la escuela de Equitación Española, la Cámara del Tesoro, los Aposentos Imperiales o la Capilla, donde actúan los Niños cantores de Viena, como curiosidad el museo del fallido idioma universal, el Esperanto, junto al palacio encontramos el distrito de los museos, con el Museums Quartier, la Kunsthistorisches Museum y el Museo de Historia Natural, siguiendo el ring en la dirección de las agujas del reloj pasamos junto al Palacio de Justicia, el Parlamento y el magnífico Rathaus, el ayuntamiento, frente al cual se celebra en verano un estupendo festival con puestos de comida internacional y proyecciones en pantalla gigante de famosas óperas, enfrente el Teatro Nacional, siguiendo la avenida la Universidad, la iglesia Votiva y la Bolsa, hasta tropezarnos con el canal del Danubio, algo más allá encontraremos el parque del Prater, con la famosa noria gigante “Das Riesenrad” que data de 1897, y si avanzamos algo más llegaremos al famoso Danubio, lugar donde se instala en verano la zona de ocio Summer Stage.

Viena tiene un estupendo sistema de transporte publico, aunque el tranvía sin duda es el mejor, una excelente forma de recorrer la ciudad y disfrutar de ella al mismo tiempo, si queremos visitar lugares fuera del ring es recomendable que lo usemos. Son visitas interesantes y que dan cuenta de la modernidad de Viena el llamado Repollo de Oro en el edificio Secesión, con un friso de Gustav Klimt, tampoco debemos dejar pasar las obras de Hundertwasser, el museo KunstHausWien y el edificio Hundertwasserhaus de múltiples colores y formas y que más parece una casa de dibujos animados que un edificio donde vivir. Si lo que nos apasiona es la psicología, Viena es la ciudad de Freud y dedica un museo al padre del psicoanálisis. ¿Y de música clásica?, las residencias más conocidas de músicos son la Fígaro Haus donde residió Mozart o la casas de Beethoven, y como no el famoso monumento a Johann Strauss en el Stadtpark. Pero si lo que queremos es disfrutar de música clásica el lugar más adecuado sin duda es la Opera del Estado, junto al Palacio Imperial, al lado encontramos el Hotel Sacher, origen de la famosa tarta de chocolate, y a un paso la Karsplatz, en la cual encontramos posiblemente la estación de metro más famosa de la ciudad y la bonita Karlskirche. Y por último justo en el centro de la ciudad, la magnífica Stephansdom, la catedral de Viena, llena de historia, en ella celebró su boda Mozart en 1782, hay visitas guiadas por el techo y por las catacumbas. Abandono Viena, no sin antes haber realizado una excursión al pueblo de Melk para visitar su abadía y para realizar una excursión por el Danubio a través del valle del Wachau, realmente fascinante. Vuelvo hacia el oeste y me adentro en la región de Salzkamergut para llegar hasta el que según Humboldt es “el pueblo más bello en el mundo situado junto a un lago” y yo no podría decir nada diferente, realmente te quedas con la boca abierta después de llegar en tren a través de lagos y montañas y acceder al pueblo en trasbordador desde el apeadero, lo cual me permitía visualizar todo el pueblo al completo, bajo las enormes montañas de sal y al borde de un gran lago, sin duda tengo que volver a visitar Hallstatt, añoro este pueblo que tan acogedor fue conmigo, por fin descubrí lo que significa tranquilidad, alojado en una habitación con vistas al lago alquilada a un anticuario aficionado al buceo y que poseía un magnífico museo aprovisionado con los objetos sacados del lago en sus jornadas de buceo o Scuba, pistolas, cascos y medallas nazis, y todo tipo de objetos de la Segunda Guerra Mundial lo adornaban, incluso una bandera de la URSS, pero sin duda lo más sorprendente y famoso, un cofre con lingotes de oro de los nazis. En el pueblo se pueden hacer estupendas excursiones, por el lago, por los bosques, una visita a las minas de sal, las cuales cuentan 4500 años de historia, cerca del pueblo se puede subir en teleférico a las cuevas de hielo de Dachstein, pero fundamentalmente lo que se puede hacer es disfrutar de la tranquilidad, del aire limpio y de la belleza de la naturaleza y de un pequeño pueblo que seguro no podré olvidar. Abandono Austria pasando la frontera con Alemania, organizadora del mundial de fútbol en este 2006, y me dirijo a la capital del mundial, Munich, sede de los tristemente famosos juegos olímpicos teñidos de sangre en 1972 por el recién nacido terrorismo islámico, pero un lugar donde encontrar cosas más alegres como la Hofbräuhaus que


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