Ventana Social nº 14

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escapada

Tierra a la vista Como veis, en un crucero de este tipo te pueden faltar horas para disfrutar de todos los servicios y actividades que se ofertan, pero estos viajes no solo consisten en pasarlo en grande a bordo, también hay visitas que realizar. Por eso, esta misma compañía también ofrece una gran variedad de excursiones, eso sí, con precios muy elevados, por lo que recomiendo buscar otra alternativa, que es lo que hicimos un buen número de pasajeros. Nosotros contratamos nuestras excursiones a través de la web www.excursionesparacruceros.com. Verás que hay agencias de viajes especializadas en ofrecer excursiones a los viajeros que llegan en un crucero a puerto. La única desventaja es que tienes que desplazarse por tu cuenta a un determinado punto de recogida, a veces, un poco alejado, como nos ocurrió en Civitavecchia o Livorno. También puedes viajar por libre, pero con precaución, ya que la hora de regresar al barco es sagrada, pudiendo, incluso, quedarte en tierra. Yo mismo fui testigo de ello, en Villefranche, cuando ya salíamos de la bahía, unas chicas trataron de subir a bordo a través de una lancha taxi pero les fue denegado el acceso. Al final tuvieron que desplazarse hasta el siguiente puerto del crucero, Toulon, donde llegábamos al día siguiente. La primera parada de nuestro crucero fue en Nápoles, donde contratamos dos excursiones: una a la ciudad y otra a Pompeya, la antigua ciudad romana arrasada por el volcán Vesubio en el 79 d. C. El puerto está situado justo en la ciudad napolitana, más o menos como en Cartagena. Sin embargo, en esta ciudad, si vas por libre, te puedes encontrar con alguna que otra sorpresa desagradable, por lo que resulta recomendable pasear en un grupo organizado. Recorrimos el casco antiguo de Nápoles, para luego alejarnos en autobús un poco de la ciudad y disfrutar de unas preciosas vistas a la bahía de Sorrento, las islas de Ischia y Capri, que también se puede visitar en los ferris que salen constantemente del puerto. En cuanto a Pompeya, situada a pocos kilómetros de la capital, puede resultarte un destino muy interesante, si te gusta la historia, claro, porque si no, probablemente solo veas un montón de 'piedras viejas' en un sitio aburrido con unas instalaciones poco cuidadas, por no mencionar el calor y la larga caminata que nos dimos. El puerto de Civitavecchia fue nuestro siguiente destino. Desde aquí no resulta muy difícil tomar el transporte público que nos lleve a Roma aunque, dada la distancia, sí es reco-

mendable ir en grupo. La excursión cuesta alrededor de 25 € en excursionesparacruceros.com, con Royal Caribbean está en torno a los 150 €, una diferencia considerable. Una vez en Roma, la excursión organizada nos lleva, en primer lugar, al Coliseo. Nuestra guía nos dio libertad para visitar la zona durante un rato, por lo que aprovechamos para subir hasta la cercana Iglesia de San Pietro in Vincoli, en la que está el espectacular 'Moisés' de Miguel Ángel. A continuación, visita obligatoria merecen la Plaza España, con sus famosas escalinatas, la Fontana di Trevi, el imponente Pantheon, junto al cual tomamos un delicioso helado Tartufo Nero, y la Plaza Navona, con su fuente de los cuatro ríos. Y para comer, nada mejor que pasear junto al Corso Vittorio Emanuele, donde encontrarás infinidad de pizzerías y tiendas donde comprar bocadillos, así como su famosa mortadela de casi dos metros de longitud y considerable diámetro. Nuestra excursión continuó en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Compramos las entradas por internet con hora reservada para visitar los Museos Vaticanos. Las riquezas que atesoran son, simplemente, incalculables; las Estancias de Rafael son preciosas y la Capilla Sixtina te deja con la boca abierta. Cuando ves semejante espectáculo las palabras 'obra de arte' adquieren su significado. No entramos a San Pedro porque las colas eran interminables, así que caminamos por la avenida que lleva hasta el Castillo Sant'Angelo antes de subir a nuestro autobús de regreso al barco. Te recuerdo que lleves cuidado con los retrasos, te pueden suponer un buen disgusto. La última parada italiana la hicimos en Livorno, desde donde se suele visitar Florencia, Pisa y la cercana ciudad de Lucca, algo más cerca que la capital de los Médicis. Llegar a Florencia en transporte público es más complicado, por lo que también recomiendo la excursión, que se puede hacer muy cómodamente paseando por la ciudad. Encontrarás lugares de gran belleza como el Ponte Vecchio, el Palacio Pitti, la Plaza de la Signoria, con la réplica del David de Miguel Ángel y la Galería Uffizi, que desgraciadamente no nos dio tiempo a visitar. Mención especial merece la Plaza del Duomo, donde encontramos la preciosa Catedral de Santa María del Fiore, coronada por la inconfundible cúpula de Brunelleschi, el Baptisterio, con las puertas del paraíso de Ghiberti y el Campanile de Giotto, en el cual me atreví a subir sus 414 escalones para ver Florencia y la preciosa cúpula de la Catedral desde sus 84 metros de altura. Quizá sea más recomendable subir a la cúpula, por los frescos pintados en ella, pero hay más colas y como ya hice esta subida en un viaje anterior… al final me de-

canté por el Campanile. Continuamos el viaje de regreso a Livorno, tras una parada en Pisa para visitar el Campo de los Milagros y, por supuesto, hacer la fotografía de rigor sosteniendo la famosa 'torre inclinada'. En Francia hicimos dos paradas; la primera en la bonita bahía de Villefranche y la segunda en Toulon. A pocos metros del puerto de Villefranche, se encuentra el apeadero de trenes de cercanías, y en apenas 15 minutos, se llega al Principado de Mónaco. En dirección contraria también se puede visitar Niza. El paseo por este minúsculo principado equivale a un recorrido por el lujo y el glamour. En Montecarlo tienes un espectáculo gratuito, ya que junto al Hotel Paris y el Casino hay un constante desfile de vehículos de alta gama: Rolls Royce, Ferrari, Bentley…, vamos, como aquí en Murcia vemos los Volkswagen, Seat y Renault circular por nuestra Gran Vía. Desde allí se accede a un mirador desde donde se obtienen unas vistas increíbles del puerto deportivo y de la famosa curva Loebs, del Gran Premio de Fórmula 1. Al otro lado de la bahía, encontramos, en el casco antiguo, la 'zona Grimaldi', con el Palacio, la Catedral con las tumbas de Grace Kelly y Rainiero y el Museo Oceanográfico Jacques Cousteau. Finalmente, nuestra última parada nos llevó a la ciudad provenzal de Toulon, un importantísimo puerto militar. El acceso a la ciudad se puede hacer en taxi acuático, aunque, debido a las pocas salidas que hay y el rodeo que da el autobús, conviene que estar bien atento para pillar uno. Una vez en la ciudad no hay demasiado que ver. Sí merece la pena su paseo marítimo, el mercado provenzal, muy similar a nuestros mercadillos de fruta y verdura, y poco más. Así que, después de estirar un poco las piernas, casi que conviene volver a disfrutar de las piscinas y jacuzzis del Voyager, y es que el fin del viaje, la 'triste' llegada de regreso a casa, está a la vuelta de una sola noche.


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