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todo este tiempo en español y en matsigenka. Eso sí, le dejamos casi toda la despensa que llevábamos a cuesta: tres latas y cinco panes. Suficiente para multiplicar la alegría de todas las mujeres y sus criaturas. Antes de las once, Belén y yo estábamos en las escuelas de Tipeshiari. Vemos que todos están reunidos y ya terminando su orden del día. Nos dicen que no se enteraron de nuestra visita y por eso no acudieron a esperarnos. Tenemos que adaptarnos a la situación y aprovechar que no falta nadie y que tienen programada la fiesta patria para la tarde. Aprovecho para hablar sobre el pedido de datos de la fiscalía sobre la denuncia del proyecto de escuela y otros asuntos. Luego comemos todos mono que tienen para la fiesta y abundante masato que veo han preparado hasta media docena de ollas grandes. Luego de la comida para todos, a las dos nos reunimos para una catequesis amplia que hago en torno a Santiago y los Apóstoles y tenemos la celebración hasta las cuatro. Luego Belén juega con los niños ayudada de Sabina, interna en Koribeni, que le traduce las instrucciones y los mayores se divierten con el masato y luego jugando al balón. Así pasamos muy alegres la tarde. Erika nos invita a cenar y estamos charlando un buen rato. Nos despedimos de la gente que está ya muy animada por el masato y nos acomodamos en una dependencia de la posta. No está el técnico. Nos dejan colchones y unas cuantas mantas, porque la noche se prevé fría. El plan era quedarnos todo el día de mañana y regresar el domingo, pero como vemos que varios de la comunidad tienen pensado hacer gestiones en Kepashiato y que Gloria está esperándonos, decidimos salir mañana a rescatarla. Luego de una noche bastante fría, madrugamos y gracias a nuestra maestra Erika, gozamos de un buen plato de pasta y un reconfortante café para los hipertensos. No teníamos prisa; así que vimos como de nuevo iban congregándose toda la comunidad que se había recogido a un tiempo prudencial sin demasiado alboroto nocturno. Nos percatamos que habían dado cuenta de mas de la mitad de enormes bidones de masato que tenían preparados y siguieron desayunando su delicia. Cantamos y bailamos con ellos y tras un buen rato, nos despedimos con gran nostalgia, que es el sentimiento compartido en cada visita y ésta en especial por la breve duración de la estancia. Rescatamos a Gloria que estaba ya pensando en ponerse su kushma y cambiar Kirigueti por una vida más apacible junto a Norma y las otras dos compañeras. Creo que aprendieron a reírse contagiosamente al estilo Gloria. La comitiva que formamos desde nuestra salida de Tipeshiari fue engrosando más elementos hasta formar una peregrinación de casi una docena
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