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pero como cristianos/as sí podemos ser cocineros, aprendices, y por qué no maestros, en el acompañamiento de la vida. Acompañar a otros/as es acompañarnos, al menos así lo percibo. El arte de la búsqueda de Dios es personal y comunitario, es incluso un caminar en medio de una sociedad o mejor dicho de nuestro pueblo. De lo que se trata es de estimularnos mutuamente en el deseo de Dios, sin competencias ni rivalidades, sin favoritismos ni menosprecios; estimularnos en acompañar-nos, sabiendo que en muchas ocasiones no es una tarea fácil. He ahí el reto, "he ahí el hombre". Acompañamos personas, reza parte del título de esta charla que me pidieron, cosa no sencilla, pues el acompañamiento, como el ser humano, es un misterio, con sus aprendizajes y desaprendizajes, con búsquedas y hallazgos. El acompañamiento es arte pero no olvidemos que tiene también una cuota de técnica; es decir, aprender a acompañar ayudados con el uso de herramientas de las ciencias humanas como la psicología, la comunicación, etc., pero esto sería ya otro tema. En el encuentro del papa que citaba líneas arriba, ante la primera pregunta de un muchacho, que por cierto tuteó a Francisco, éste respondió: "Caminar es un arte, porque si caminamos siempre deprisa nos cansamos y no podemos llegar al final, al final del camino. En cambio, si nos detenemos y no caminamos, ni siquiera llegamos al final. Caminar es precisamente el arte de mirar el horizonte, pensar adónde quiero ir, pero también soportar el cansancio del camino". "En el arte de caminar", continuó Francisco, lo importante no es no caer, sino no quedarse caídos, es decir, hay que levantarse pronto y seguir andando. Es bello el "caminar humanamente": trabajar todos los días, "caminar en comunidad, con los amigos, con quienes nos quieren" y no solos pues es malo y aburrido. Caminar, hermanos/as, acompañados, como un arte, mirando juntos el horizonte para tener una mejor perspectiva, diseñando metas como comunidad cristiana, soportando el cansancio y animándonos a levantarnos once veces si caemos diez. Caminar humanamente, como dice Francisco, junto con los demás, no para conseguir un premio caduco, lo que se concibe por el individualismo, sino para ampliar nuestro horizonte: el camino abierto por Jesús-Camino, la verdad transparente de Jesús-Verdad, la vida amplia de Jesús-Vida. Para finalizar quisiera citar las palabras que una religiosa dominica, Joann Iannotti, dice sobre Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores y base de la cultura democrática como piedra de toque de la espiritualidad dominicana. Ella señala que él "llegó como fuego y despareció como luz". El acompañamiento, pues, es como fuego para azuzar otros fuegos, es como luz que enciende otras luces. Después de todo ¿cuál es más relevante: el fuego o la luz?, ¿buscar, encontrar a Dios o que Él/Ella nos encuentre?

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