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EN LA MUERTE DEL P. TOMÁS GUERRERO (28 agosto 2011) Mons. Juan José Larrañeta, O.P

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La vida del P. Tomás nos deja, además del testimonio de vida, unas lecciones importantes que destacamos:

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1. La ilusión misionera: El P. Tomás recibió de Dios unas cualidades innatas para su ejercicio pastoral. Me refiero a la habilidad en el difícil campo de la electrónica. Era un experto. Buscaba el P. Tomas dos objetivos fundamentales: 1) Extender la palabra de Dios en el inmenso mundo misionero. Allí donde no llegaba el misionero podía llegar la Palabra a través de la radio. Puso su mejor empeño. Gracias a su dinamismo la Radio fue transmisora del evangelio de Cristo a gentes aisladas. 2) El combate contra el alejamiento y la soledad de los misioneros. Para ello creó unos aparatos llamados radio-transmisores en los Puestos de misión. Gracias a esta iniciativa, los misioneros ya no estarían solos; se encontrarían comunicados con el mundo exterior. Ello salvó muchas vidas en casos de emergencias. 2. La veneración por San Valentín de Berriochoa. Los 30 años vividos como capellán del Monasterio Santa Ana de Elorrio fueron decisivos para extender la devoción de este santo dominico. Poco a poco, en trabajo lento pero constante, el P. Tomás pudo vivir el momento solemne en que la Iglesia proclamaba santo en todo el proceso de canonización. Sucedía en el año 1988. La alegría estuvo llena de gozosa realidad. San Valentín fue proclamado segundo patrón de Vizcaya y Bilbao. 3. Devoción a María. Todos hemos podido observar, durante los 13 años como enfermo residente en esta enfermería de Villava, el intenso amor que el P. Tomás profesaba a la Virgen. Su pequeña radio estaba siempre abierta a las ondas de "Radio María". En ella vivía la experiencia entrañable del hijo por la Madre de todos. Un pequeño detalle: El 15 de diciembre del pasado año, me encargaba la compra de una imagencita de la Virgen del Pilar. A partir de ese momento, la habitación del P. Tomás estuvo presidida por tan singular Señora. Ella le habrá recibido con enorme cariño en el cielo. 4. La Cruz llevada con aceptación. Decía San Pablo "Suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia" (Col. 1,24). El P. Tomás se asoció a la cruz de Cristo; ofreció sus penas y dolores al Señor crucificado. No cabe duda que el sacrificio de tu cuerpo, debilitado por el dolor, subía al cielo y era verdadero signo de redención para todos nosotros. La muerte del P. Tomás le sorprende en madurez espiritual y en ofrenda total por la Iglesia, la Orden Dominicana y las Misiones, Gracias por todo lo que nos has dado. Que descanse en paz.

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