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O L U C Í T R A

mediante la polémica física. Otro ejemplo: Una madre de familia, analfabeta, no se resigna a ver disminuido su status de madre frente a su hijo, estudiante de secundaria, y asume el arreglo de sus deudas con el patrón. Muchos casos podemos presentar en los que el parentesco parece que asume toda la responsabilidad del funcionamiento de la familia y del grupo. Hay que hacer notar, sin embargo, las contradicciones del parentesco. A veces el parentesco biológico se presenta como catalizador de las relaciones de las personas, de las instituciones, de la familia, de la cultura, de la sociedad. Lo concentra todo. Todos son los mismos e iguales. Lo que yo soy eso son los demás. Yo soy la medida de todos y, por lo tanto, les mando, les acepto, les niego, les exijo, porque ellos no son libres para salirse de mis dominios. Nadie puede ser distinto de mí y nadie puede cambiar sin mi consentimiento. Se puede decir que lo que me exijo a mí, lo exijo a mis hijos, a la familia, al grupo, a todos. No hay ni padre, ni hijos, ni parientes, sino solo el yo. Esto, en la práctica, es grave, pues no se aceptan diferencias entre las personas ni entre las familias, ni se permite que uno surja, pues será despiadadamente anulado. Pero, en realidad, lo que vale es la cultura, que ha seleccionado a la gente y los poderes; el matrimonio biológico puede ser abusivo. Otras veces el parentesco se reduce a un atomismo, a una familia nuclear, inerme. No se reconoce a los parientes, se producen tensiones y conflictos entre éstos que olvidan el parentesco, aún el biológico, reduciéndose las familias a la familia nuclear, sin conexión al grupo ni a la familia extensa y, aún más, aislando al marido, a la esposa y a los hijos. Este atomismo puede tener una mínima expresión en la separación del hombre y de la mujer, encontrando cada uno de ellos su cordón umbilical en un parentesco ideal, no ficticio, en los ancestros, los cuales le servirán de inspiradores para restablecer con más fuerza el parentesco real familiar. Por otro lado y, como contrapartida, vemos que los trabajos comunales, las ayudas mutuas, las relaciones sociales y las alianzas se apoyan en una comunidad de parientes. Lo cual hace que la vida de la familia tenga una proyección hacia adentro y también al exterior, con una inclinación a establecer fáciles relaciones con otros que no sean parientes, en el polo opuesto del atomismo. Pero también aquí se da una contradicción, que puede aflorar en cualquier momento, pues para hacer valer la institución del parentesco se rompe la alianza con los extraños, de tal forma que se llega a desconocerlos y a negarles el apoyo. La opción se vuelve agresiva y adquiere connotaciones belicosas. Se observa esta faceta en el funcionamiento de comunidades cuyos integrantes pertenecen a diversos grupos. Por lo cual las comunidades tienen que hacer un gran esfuerzo para salvar el concepto de comunidad, creando mecanismos por encima del parentesco, a los que posteriormente asumirá éste con normalidad. No es lo mismo una comunidad de parientes que una comunidad que esté integrada por grupos no parientes.

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