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nativos, según se definía en los comunicados, pero AIDESEP determinó seguir la huelga, aunque CONAP no cooperó en esta decisión.

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La huelga continuó y puso de manifiesto otro hecho preocupante. Por ejemplo en el Bajo Urubamba las comunidades no sabían a qué respondía la huelga, si contra el Estado o contra la petrolera Pluspetrol y otras que trabajan en la zona. Por otro lado los responsables de las federaciones afiliadas a AIDESEP y CONAP (Comaru y Feconayy) no se encontraban en el Bajo Urubamba, sino en Lima; tampoco se hicieron presentes en las comunidades INDEPA, ni los Organismos del el Estado, ni los miembros de las Relaciones Comunitarias de las compañías petroleras, ni la Defensoría del Camisea, ni el CAAAP, ni las ONGs., ni cuantos asesores tienen las comunidades. Habría que decirlo: Solo se han quedado en la zona de conflicto los misioneros católicos. Lo cual pone de manifiesto que hay quien tira la piedra y esconde la mano y otras muchas irregularidades en el trato con las comunidades nativas, que complican la situación de éstas, pues, a fin de cuentas, no es solo el reclamo por los Decretos emitidos por el Estado sino la marginación de los derechos de los indígenas a su dignidad. La marginación es la causa de todos los movimientos indígenas de reivindicación que han tenido lugar en la historia de la Amazonía, incluso en el de Bagua, aunque el detonante que hizo explotar a la sociedades nativas hayan sido los Decretos emitidos por el Estado peruano. No hay que ser tan ingenuos ni reduccionistas, afirmando que este movimiento no fue indigenista sino creado y manejado desde afuera, por políticos y por extranjeros. Lo acontecido en Bagua es un movimiento indigenista, que reivindica los derechos indígenas, como otros movimientos que ha habido en la selva. Los indígenas se han sentido saturados por la exclusión y marginación de que eran objeto, y en un tiempo determinado decidieron manifestar sus reivindicaciones. No tuvieron otra forma de hacerlo que utilizando la huelga a imitación de los sindicatos políticos, una medida de fuerza que pareció desproporcionada a muchos, pero que era una forma para hacer conocer a la nación y al mundo la marginación absoluta en que los tenía el Estado. La forma en que se desenvolvió la protesta conservó su carácter indigenista desde el principio hasta el final, hasta el último día, 4 de junio, en que la lideresa de la selva central Lidia Rengifo afirmaba con un "no" rotundo no ceder hasta ver derogados los Decretos Legislativos. Hubiera sido ésta la oportunidad para tal derogación, pues se hubiera terminado la huelga, que iba ya por los dos meses y no hubiera habido muertos. Pero no fue así. El día 5 de junio la policía nacional tiene orden de sofocar la huelga y sucedió lo que sucedió: 34 muertos, muchos heridos, muchos presos, muchos requisitoriados y algunos desaparecidos. Hay unos hechos históricos que quedaron manifiestos:

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