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¡LA OSADÍA DE VIVIR EL EVANGELIO! Homilía en la Fiesta de N. P. San Francisco Fr. Juan José Salaverry Villarreal, OP. Introducción.Cuenta la venerable tradición que un día luminoso, en la Roma de la baja Edad Media, dos hombres encendidos en el celo y el amor de Dios juntaron el fuego de sus corazones en un abrazo, un abrazo fraterno, un abrazo evangélico, un abrazo solidario en el que ambos: el seráfico Francisco y el apostólico Domingo se contaron proyectos e ilusiones, se dijeron que habían decidido la OSADÍA DE VIVIR EL EVANGELIO. El abrazo de Francisco y de Domingo, es el abrazo de dos hombres que se decidieron por el Evangelio, se decidieron por la Iglesia y se decidieron por los hombres. Decisión que tomaron ellos hace casi 800 años, y que nosotros sus hijos, no sin dificultades tratamos de cumplir. Nuestras Órdenes se están alistando para celebrar el jubileo de los 800 años, Ambas Órdenes, de manera distinta, han diseñado estos años previos, como tiempos de gracia y preparación, para que renovemos nuestro compromiso con Cristo, con la Iglesia y con la humanidad. Ambas órdenes quieren hacerlo volviendo al primer amor que enarboló el espíritu de Nuestros Fundadores, para que retomemos y fortalezcamos la ilusión que colmó de gracia los orígenes de nuestras familias religiosas, para que demos testimonio fiel y auténtico de la vigencia y necesidad de los proyectos de vida del pobre de Asís y del predicador de Caleruega. Por eso, al cantar hoy las glorias de Nuestro Padre San Francisco, quiero hacerlo conjugando el compromiso y proyecto de vida asumido por nuestros fundadores con el tema de reflexión que el Ministro General de los Frailes Menores, Fr. José Rodríguez Carballo, ha pedido que se revise en este año 2007: asumir el Evangelio como Regla y Vida, y hacer nuestras las palabras de Francisco para preguntarnos juntos con él: “Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica” ¿qué es lo que quisieron, buscaron y anhelaron Nuestros Padres Francisco y Domingo? Los hombres del abrazo, abrazaron, buscaron y anhelaron a Cristo, a la Iglesia y a todo hombre necesitado de Dios El seráfico Francisco y el apostólico Domingo, abrazaron a Cristo Una confesión sincera, dolorosa, pero llena de conversión es la que hace Francisco cuando después de los 24 primeros años de su vida dice haber “vivido como si Cristo no existiese”. Por eso, la conversión operada desde el encuentro y el abrazo con el Cristo de San Damián es el inicio de un camino de búsqueda de la comunión con Cristo que llega a su grado alto en la cumbre del monte Albernia, las marcas del amor de Cristo se escriben en las manos y el costado de Francisco, el brazo cubierto del áspero sayal del Pobre de Asís se funde y se cruza con la desnudez del brazo redentor del que ama a los pobres. El mensaje de aquel Cristo de San Damián es tan claro, exigente e inspirador que Francisco no pude hacer otra cosa que romper con el mundo burgués del cual formaba parte, romper con la familia y la sociedad que le arropaba de tal manera que atemperaba tanto su vida de tal manera que era incapaz de sentir el frío de la necesidad del Cristo del Evangelio. Por eso queridos hermanos, si deseamos ardientemente volver a saborear la Gracia de los

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