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GIRA POR EL YAVERO (14-26 mayo 2007) P. Roberto Ábalos Illa, OP Misión Koribeni mayo 2007 El próximo día 25 de julio se celebran los 150 años de fundación de la Provincia de La Convención y del Distrito de Echarati. Dicho Distrito es el máximo beneficiado con el canon del Gas de Camisea. Ha pasado de un presupuesto de 100.000 soles, a cerca de 100 millones. Todo son proyectos y se ha convertido en la meca donde acuden todas las comunidades en pos del suyo. Al abundar la plata, se les ha ocurrido publicar un libro para celebrarlo, asesorados por el mecenas PLUSPETROL, compañía adjudicataria de la extracción. Las relaciones públicas de la Plus y el Distrito, me pidieron un artículo sobre Chirumbia y Koribeni; precisamente cuando estaba listo para partir en gira por el río Yavero, donde se encuentran dispersas las familias que formaron parte de la primera Misión del Vicariato. La primera etapa de la gira es Quellouno, al que llegamos desde Koribeni dando una enorme vuelta. Está en proyecto el puente sobre el Urubamba que facilita el acceso, por Palma Real, en media hora hasta Chirumbia. Pero en esta ocasión la misión sería la última etapa del recorrido. De Quellouno subimos a 1.500 m. hasta el abra donde existe una capilla al Señor de Torrechayoc que es la bifurcación hacia Chirumbia y hacia el río Yavero. Este río nos lo encontramos a cuatro horas de carro, atravesando el valle de Llacco. Un par de Km. antes de llegar al citado río, entronca en la ruta la carretera que viene de Paucartambo, nombre que tiene el Yavero en aquellas latitudes. Por esta ruta penetró nuestro pionero P. Zubieta en 1903 demostrando que se trataba del mismo río y era de la cuenca del Urubamba y no del Madre de Dios como se pensaba hasta entonces. Seguimos la ruta donde multitud de familias colonas han formado grandes poblados como: Tupac Amaru, Penetración, Estrella; y llegamos a lo que hoy es punta de carretera en Wilcapampa. A partir de aquí subimos un par de horas a una altitud de 1.500 m, y nos encontramos con la comunidad machiguenga de Yokiri, que está formada por 15 familias procedentes de Chirumbia en el éxodo que iniciaron por los años 70 cuando aquello quedó ya convertido en pajonal. Hasta aquí llegaron de Chirumbia, pero por otra ruta, la que parte de Chirumbia, por Chapo, Anchiway y Otinganía, que era la ruta que seguía el famoso camino Robledo o Lambarri para comerciar con el caucho. Falta poco para que una carretera una ambas rutas. Estamos en la línea divisoria del pajonal y la selva. Desde esta altura se ve como avanza el colono escalpando las montañas salvajemente y la espesura y esplendor del territorio respetado ancestralmente por los machiguengas. Descendemos ladera abajo hasta entroncar con el camino que sigue la rivera izquierda del Yavero por auténtica selva. Nos acompaña desde la salida, una pertinaz lluvia que enloda y dificulta el camino selvático por el que transitamos durante siete horas hasta llegar a la comunidad machiguenga de Matoriato. Con sus 80 familias, es una de las comunidades más numerosa y mejor organizadas. La mayoría de ellos vienen del éxodo de Chirumbia y gozan aquí de 27.619 Has. de pura selva. Aquí tenía en ingeniero Robledo su campamento cuando construía el camino que llevaría su nombre y en este lugar, entonces llamado Pampa Kawuide, lo encontró el P. Zubieta. Desde hace un año, gozan de dos hermosos puentes – pasarela sobre los ríos Yavero y Matoriato. Cruzando el primero de ellos penetramos en la selva más espesa y bella que imaginarse pueda. Poblada de gran variedad de árboles y plantas que hacen las delicias de Germán, un gran amigo y profesional de la agricultura ecológica que me acompaña en cátedra peripatética, pues no para de transmitirme sus emociones ante cada hallazgo. Este territorio es desconocido para mí. Nunca antes misionero alguno pasó por las quebradas y ríos: Tirotishiari, Matsitiroato, Posanteri y Kiráteni. Emociona ser el primero y encontrarte, a seis horas de camino, un poblado que figura como extensión de Matoriato y lleva el nombre del último río: Kiráteni, en la falda del volcán Siguerosoki, al que sus habitantes recuerdan hablar con gran humareda y que ha esparcido los

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