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NO CONTACTADOS P. Pedro Rey, OP

Los “no contactados” han dado mucho que hablar y se han escrito muchas páginas. Pero la realidad es que lo que sabemos de ellos es muy poco. Saben ellos más de nosotros que nosotros de ellos, porque nos observan. No sabemos quiénes son, porque nadie ha hablado con ellos. ¿Mashcopiros? ¿Matsiguekas? ¿Yaminahuas? Y tampoco sabemos qué dialecto hablan, ni qué piensan. Lo único que sabemos con certeza es que existen, porque se les ha visto. Se han visto sus huellas y sus tambos. No usan metales y todo lo hacen a mano o con huesos de animales que emplean de punzones y corte. Esto se ha comprobado con las flechas que han dejado o han lanzado a personas. Andan con el fuego, comen carne ahumada. Son ambulantes y ahora llevan cuatro años ambulando entre Cocha Casio y Sotileja en el río Manu. Posiblemente sean grupos que han huido en tiempos del caucho de las correrías de los caucheros, y por esta razón viven en aislamiento por miedo a ser sometidos de nuevo. En los cuatro últimos años se les ha visto varias veces en la margen izquierda del río Manu. En julio de 2005 les vieron en la quebrada Capirusandía, afluente de la margen derecha del río Manu. El profesor Mauro Metaki nos cuenta cómo fue el encuentro: Profesor Mauro: ¿Qué sabe Ud de los “no contactados? “Un día jueves he visto. Yo no sabía qué cosa eran los “no contactados”. Y tenía intención de verles a ellos. Y ha sido una casualidad cuando en ese momento, Ricardo y José se fueron a la cocha a pescar un día antes, un día miércoles. A su regreso el día jueves a diez de la mañana han escuchado un ruido al otro lado de la quebrada que se llama Capirusandía, y en esa quebrada estaban bajando en canoa con su esposa, bueno, la familia que había ido a pescar, habían escuchado un ruido. Y se dijeron –cuidado pueden ser los no contactados. Teníamos la costumbre de decir los no contactados, porque no se habían visto…el día viernes fuimos un grupo a la quebrada. Cuando estamos en la boca de Capirusandía, Reinaldo mira hacia el fondo de la quebrada y grita: “yaminahua, yaminahua”. Cuando ha gritado, le dije: apaga el motor rápido y vete un rato al centro del río. Entonces hemos visto y yo he visto. Nos hemos tardado media hora mirando, y creo que tenían su carne en la arena, en la playa al fondo de la quebrada. Nos fuimos acercando poco a poco y veíamos que venían otros por la orilla y se iban metiendo al monte. Estaban bien calatos, solamente la cintura tenían tapado. Nos acercamos un poco… y tengan mucho cuidado, porque de repente nos van tirar flecha. Y dicho y hecho… a las finales un rato ha llovido, y ahí estaban ellos. Se acabó la lluvia y nos hemos acercado un poco más. Y ahí estuvimos mirando, mirando al fondo de la quebrada, y ahí estaban escondidos en el cañaveral. Y de un momento a otro cuando estábamos cerca ya, Rómulo dijo: voy a quitar mi buzo, de repente los no contactados salen y poder escaparme. Yo me quedé solito en la chalupa, cualquier cosa hay que arrancar el motor. Rómulo y todos salen fuera de la chalupa y han visto las huellas fresquitas. Nosotros estábamos en la playa, en la boca de la quebrada. Y justo, en ese rato grita Reinaldo: ahí están los no contactados, cuidado con la flecha, ahí están sus flechas. Rápido se tiraron unos al agua, otros a la chalupa. Yo me quedé parao y Rómulo estaba a mi espalda. Y les dije en matsiguenka: no piquen, les hablé a los no contactados en matsiguenka. Y uno un ratito se ha levantado, se ha parado y me ha mirado bien y tiró flecha que ha caído a dos metros de mi. Yo quería recoger esa flecha y ahí a Rómulo también le tiraron. Miré para atrás y vi dos escondidos esperando seguro la orden del jefe para tirar flecha. Entonces salen otros y uno sale corriendo que puede ser el líder; después salen otros y demoran mucho para tirar flecha. Nosotros cuando tiramos flecha tensamos el arco rápido y disparamos, ellos no, tensan el arco despacio como asegurando el tiro. Y uno flecha cayó a unos centímetros de mi bota. Y ahí empiezan a salir hartos con su flecha y listos para soltar la flecha. Nos tiraron varas flechas. Yo y atuve que escaparme y tirarme en la popa de la chalupa; ahí me metí un rato. Había uno que salía y parecía el líder porque parecía que dirigía. Era un poco gordo, con cabellos largos y un poquito altitos, pero no

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