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NUEVO PECADO CAPITAL Dirección de AMI [Tomado de la Revista AMI, núm. 21. Marzo-Abril 2007]

El Periódico “La República” del viernes ocho de junio hace una pequeña reseña que titula: SORPRENDENTE DECLARACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA. EL VATICANO: CONTAMINAR ES UN PECADO CAPITAL. “Califica de pecado capital destruir la Amazonía”. Copiamos lo que dice el Periódico: “EFE. El Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Renato Raffaele Martino, afirma que quien destruye el medio ambiente “comete un pecado mortal” y un “insulto a Dios”. “Tirar una bolsa de basura por la calle es pecado venial, pero quien destruye la Amazonía comete un pecado grave”, señala Martino. “Destruir el pulmón verde que es la Amazonía es dañar a toda la humanidad y no solo a las poblaciones autóctonas”, explica. El purpurado dijo que para defender el medio ambiente “es necesario cambiar el estilo de vida, sobre todo en Occidente… Falta la educación ambiental en todos los niveles y la percepción de las consecuencias que `provoca la contaminación sobre la naturaleza”, añadió. Según Martino la opinión pública está perdiendo su confianza en los grandes países, que “solo podrán volver a ser creíbles si logran establecer algo que vaya más allá de sus propios intereses y enriquecimiento”. COMENTARIO: Monseñor Martino habla de un pecado nuevo. Destruir la Amazonía daña a toda la humanidad y por eso es un pecado grave, por ser cometido contra toda la humanidad. “Hiere a la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana”. Así planteado puede hacer reflexionar a muchos de los que contaminan irracionalmente la Amazonía, aunque no sean católicos ni crean en el pecado. Pero a otros muchos, aunque sean católicos, no les interesa el pecado y no les interesa la humanidad sino su bolsillo; suelen decir que es lícito todo lo que va en su propio bien, como es la extracción de madera, el oro, la droga, que son los bienes más l valiosos de la Amazonía. Lo que sucede en la Amazonía no se puede catalogar como un pecado personal, del que deben arrepentirse los que lo cometen. Esto no es suficiente. Lo que existe en la Amazonía es una estructura de pecado, son las situaciones sociales e institucionales contrarias a la ley divina, que están instaladas en la Amazonía. Nada se consigue con que un maderero se arrepienta y confiese su pecado; nada se consigue con que un extractor de oro de Madre de Dios se confiese y se arrepienta; nada se consigue con que uno que se dedica a la producción de droga se confiese y se arrepienta; nada se consigue con que un petrolero se confiese y se arrepienta. La destrucción de la Amazonía es un pecado de la sociedad y de las instituciones. En la destrucción de la Amazonía entran las personas, la sociedad, los gobiernos, las instituciones nacionales y extranjeras. Todo esto tiene base, no en el pecado de uno o dos personas, sino en la corrupción de la sociedad y de las instituciones. Esto lo estamos viendo todos los días. Cuando hay un decomiso de madera en la Amazonía, cuando hay destrucción de los terrenos, cuando hay envenenamiento de las personas, cuando hay contaminación de los ríos, cuando hay explotación de los indígenas, cuando hay derrames de petróleo, aparecen implicados las personas particulares, las empresas, el Estado, las instituciones, la autoridad regional, el Municipio etc. Pero a Monseñor Martino le faltó algo que decir, muy importante. El se fija solamente en lo que significa para la humanidad el cortar un árbol de la Amazonía. Pero no se fija, o no sabe, de que para cortar ese árbol se utiliza un sistema socio-económico, llamado “habilitación”, por el que se esclavizan personas y familias para toda la vida. Eso lo vemos en el Alto Ucayali, en el Bajo Urubamba y en Madre de Dios. La habilitación se apoya en la pobreza de las familias, a las que

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