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Doctora María Zavala Valladares. Ministra de Justicia. Señora Marie Louise Vanherk, Embajadora de Bélgica. Señor Kimmo Pulkkinen, Embajador de Finlandia. Señor Pierre Charasse, Embajador de Francia. Doctor Luc de Backer, Consejero de Cooperación Internacional al Desarrollo de la Embajada de Bélgica. General David Rodríguez Segeu, Director General de la Policía Nacional del Perú. General de Brigada Juan Pablo Ramos Espinoza, Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. Estimados miembros de la sociedad civil. Señoras y señores Adjuntos de la Defensoría del Pueblo. Señoras y señores funcionarios de la Defensoría del Pueblo. Señores y señoras. Amigos: Son muy pocas las ocasiones en las que una presentación, como la que me corresponde poner a consideración de ustedes, se convierte en una circunstancia de privilegio. En rigor, son pocas, además, porque el destinatario de la distinción que le otorga la Defensoría del Pueblo es un hombre cuya fortaleza intelectual y su preeminencia espiritual se combinan airosamente con la humildad y tesón indesmayable del misionero. Hablo del Padre Gustavo Gutiérrez, sacerdote católico, filósofo, teólogo, escritor y profesor universitario, quien constituye en el Perú un excepcional ejemplo de idoneidad moral, coraje intelectual y entrega al servicio social. Hablo de un hombre que es un intelectual comprometido que, a lo largo de su fructífera trayectoria vital, ejerciendo a plenitud su profunda vocación religiosa, ha promovido el alivio de las condiciones en que viven los sectores más vulnerables de nuestro país. Me refiero a un sacerdote que ha involucrado su vida en una inmensa y singular tarea, poniendo énfasis, en particular, en el culto de los valores de la solidaridad y la defensa de los derechos humanos, inspirado en la primigenia misión de Bartolomé de las Casas, Defensor de los Indios, a quien esta Institución considera el pionero de sus tareas en la América Hispana y en el Perú. Por todo ello, tengo la profunda convicción de que la Medalla "Defensoría del Pueblo", que hoy le otorga nuestra institución al Padre Gustavo Gutiérrez, será percibida por la comunidad como una muestra del reconocimiento de todos los peruanos a su obra, a su abnegado ministerio, a su inspirada visión y, sobre todo, a su incoercible vocación de servicio a los pobres. Estoy convencida de que el Jurado que lo eligió en esta oportunidad, como depositario de esta distinción que hemos denominado Medalla "Defensoría del Pueblo", ha cumplido con acierto al honrar a una personalidad de tan sólidos valores y méritos. Debo decir a ustedes que, asimismo, el Jurado tomó la decisión de otorgar la Medalla "Defensoría del Pueblo" a la Hermana María Estrella del Carmen Valcárcel, conocida como la Madre Covadonga, una religiosa nacida en España y que llegó al Perú en septiembre de 1949, obtuvo la nacionalidad peruana en 1974 y ha desarrollado una intensa y sacrificada labor social en Ayacucho. Durante más de 50 años, la incansable Madre Covadonga ha comprometido sus afanes y esfuerzos en la promoción y defensa de los derechos de la mujeres campesinas, de las familias desplazadas y de las personas con discapacidad, de los niños y adolescentes, así como de los internos e internas del penal de Yanamilla. La Madre Covadonga recibirá la Medalla pasado mañana, cuando me complacerá entregársela personalmente en la ciudad de Ayacucho. Honor a la Madre Covadonga y honor a Ayacucho. Para ellos, pido un fuerte aplauso.

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