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EL ASILO Mons. Juan José Larrañeta, O.P. Obispo de Puerto Maldonado

¡Entrañable! Monseñor Paco está compuesto de una fibra especial que se condensa en dos materias primas de capital importancia: comprensión y misericordia. Y estos dos gestos, virtudes o rasgos han quedado plasmados en la atención a los ancianos abandonados, marginados, olvidados, de Puerto Maldonado y Madre de Dios. Cuando Mons. Paco se entera de que muchos de estos “viejecitos” piden un trozo de hule o plástico para poder dormir a la intemperie; cuando Mons. Paco se entera de que los viejecitos comen (cuando pueden) una vez al día; cuando Monseñor Paco se entera de que estos “abuelitos” van de tienda en tienda, de comercio en comercio para conseguir un puñado de arroz; cuando Mons. Paco recibe en la Misión San Jacinto a numerosos ancianos que suplican una medicina que no pueden comprar en las farmacias de Puerto Maldonado por el alto costo (para ellos)... Mons. Paco ve que las alarmas de su alma sencilla y sensible, saltan, se activan, y llegan a una conclusión de enorme trascendencia caritativa. Surge, así, la idea de una atención, una casa de acogida, un pequeño equipo de personas (que cuiden a los ancianos), un programa de socorro para que los numerosos adultos mayores puedan tener acceso a una o varias comidas al día... Así comienza la gran epopeya de una campaña que dará luz, alegría y esperanza: EL ASILO O RESIDENCIA DE ANCIANOS. ¡Ay, los ancianos...! Esas personas maduras en sufrimiento, abandono y soledad, que ven y observan su cercanía a la bajada definitiva del telón de sus vidas. Vivieron una vida intensa, transitaron por innumerables caminos, soportaron increíbles suplicios, entregaron sus vidas (la única que tenían), en favor de sus hijos y de sus nietos. Ellos, los ancianos, tuvieron como respuesta y signo de agradecimiento el olvido y la marginación. Y eso duele, duele tanto que la herida intratable hace mella en el corazón de unos ancianos que debieron tener mejor suerte en la vida. Los ancianos hicieron lo mejor que podían hacer; amaron, sufrieron, lloraron: sus lágrimas regaron la tierra de una simiente, de unos tallos, que por fin brotaron. Eran sus hijos, y los hijos de sus hijos. Por ellos dieron lo mejor de su existencia. El año 2003 comenzó una indescriptible epopeya: atender a los ancianos. ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Con qué medios? La fe en Dios, la confianza de Monseñor Paco no declinó. Movió cielo y tierra (el poco cielo y la poca tierra vista desde Puerto Maldonado). Pero el moviendo dio sus primeros frutos: los “viejecitos” se alinearon, se reunieron, fueron de puerta en puerta para suplicar unos centavitos para su única comida al día. Lo consiguieron. De esa forma, bajo la luz, el carisma y la entrega de Mons. Paco pudieron emprender esta obra de gran trascendencia en el Departamento de Madre de Dios y en Puerto Maldonado. Gracias a la ayuda de Instituciones sensibles hacia nuestro mundo tan marginado se consiguieron logros importantes. Hoy, abril del año 2007, podemos observar la casa-residencia o Asilo de Ancianos casi, casi a punto de culminar. Acogerá en régimen de internado a unos 40 ancianos. Acogerá en régimen de externado a unos 120 ancianos. En la Casa-Hogar-Residencia podrán pasar el día compartiendo, contribuyendo con sus trabajos y actividades, ayudando en las tareas de cultivo de pequeños animalillos (cuyes, pollos, picuros, etc.) que servirán de ayuda a esta magna obra. El proyecto ha comenzado; y la divina Providencia ha llegado en nuestra ayuda. El día 26 de este mes de abril vinieron de Málaga-España y llegaron a Puerto Maldonado el matrimonio Álvaro García y Elvira Maldonado. Ellos, a través de la “Fundación Seniors” , desean colaborar en el sostenimiento de esta importante obra de promoción social en beneficio del anciano necesitado. La acogida ha sido sumamente gratificante. El grupo de ancianos (161) ha recibido a estos ilustres embajadores de la Providencia y han expresado los mejores sentimientos de gratitud, personal y comunitaria por el gesto humanitario, social y cristiano. Se llama caridad y estamos muy reconocidos. Desde el interior de mi alma, Gracias, Álvaro y Elvira. Que Dios os ayude y os bendiga.

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