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SEMANA SANTA EN KITENI P. Roberto Ábalos, OP Kiteni. Semana Santa 2007 Quería pasar la semana santa en varias comunidades nativas que son mi competencia. A ruegos de mi compa en la misión, P. Macario, me quedé en Kiteni. En honor a la verdad, lo hice más que nada por trabajarme a la empresa TGP. ¿Por qué? Ahí va la historia. En el distrito de Echarati, Provincia de la Convención, Región Cuzco y la Presidencia de la República del Perú, acaban de descubrir que existen varias etnias y comunidades nativas en el sur oriente peruano. No porque se han preocupado de su vida, sino por la riqueza del suelo donde viven de tiempo inmemorial. La historia de esta enorme reserva de gas, viene de lejos, desde que la TOTAL y la SHELL trabajó en la comunidad nativa de Sepahua a mediados del siglo pasado. La compañía PLUSPETROL fue la adjudicataria de varios lotes de terreno para la explotación del gas. Ella a su vez contrató a la TGP (Transportadora de Gas del Perú) para realizar el trayecto e instalación del ducto; y esta última, requirió los servicios de la TECHINT. Estas son las protagonistas de nuestro calvario. Ambas, entonces mancomunadas, instalaron sus reales tuberías en Kiteni. A partir de ahí, este poblado colono, arrebatador de tierras machiguengas, se convirtió en la meca de aspirantes que hacen colas día y noche para recibir un equipo naranja con casco y trabajar en la tubería que se lleva el oro gaseoso a intereses internacionales. Alrededor de la empresa en Kiteni abundó la prostitución en lugares tan exóticos como: “Haway”, “Honolulú” y otras lindezas camufladas. Se arruinaron muchas familias cuyos esposos y padres trabajaron en pozos y tuberías, gastaron su sueldo como el hijo pródigo y ni un sol lució en la economía doméstica. Los trabajos fueron de varios años al comienzo, hasta llegar actualmente a tres meses no más, pero las ruinas humanas y familiares serán mucho más duraderas. Todo hace recordar los famosos poblados del Far West durante la fiebre del oro. Y la experiencia que tenemos sin ir más lejos, de otros lugares de la misma selva peruana, es que donde levantaron campamento estas multinacionales de la exploración y explotación, todo queda globalmente, mortalmente, brutalmente, integralmente… contaminado. Kiteni es un poblado donde se siente no hay comunidad auténtica. Cada uno ha llegado desde un rincón diferente de la sierra buscando trabajo en la empresa. La mayoría ha puesto también su kioskito de venta de cualquier cosa para ayudarse con otra economía. Abundan hoteles, pensiones y cuartuchos alquilados. Es una sucesión de puestos de mercado de calle, aunque ya hace un año que inauguraron un hermoso mercado de lujo, pero a la fecha, está infrautilizado, quizá porque nadie lo considera como suyo. Lo mismo las calles dan sensación de abandono. Se han acostumbrado a papá empresa y toda iniciativa debe llegar de la todopoderosa TGP. Esta empresa, se prestó gustosa al comienzo, de colaborar con la misión y restauró un espacio detrás de la iglesia para residencia de los padres. Estos días de semana santa, aparecen hombres de naranja a barrer y lavar la iglesia para los oficios. Las relaciones públicas, con su cámara, aprovecha la movida para publicidad. Fueron directivos de TGP quienes un día me dijeron que sabían de mi movida por las comunidades nativas y aún no les había pedido un favor, sabiendo que también ellos tenían su “negocio” por estas comunidades. Les dije aceptaba la oferta para los grupos más alejados en que les cuesta cargar con material pesado durante tres días por montaña y sin camino para colocar sus productos y volver con otros pesos de cambio. Me dijeron que el día que yo quisiera, llegara con una carga de unos 500 Kg. y volaríamos ese mismo día. Estábamos ya a las puertas de la navidad y para el día seis de diciembre tenía ya toda la carga

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