159 2006

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NO EXISTEN MACHIGUENGAS AISLADOS “EL MACHIGUENGA VIAJERO” P. Ricardo Álvarez, O.P.

Se me pide un prólogo a la antología matsiguenga, que recoge los escritos de los misioneros dominicos sobre este grupo étnico. No es fácil prologar la obra de los misioneros ni mucho menos es fácil prologar una obra que trate sobre los Matsiguengas especialmente en este tiempo en que se escribe mucho sobre los Matsiguengas del Bajo Urubamba. Parece que historiadores, antropólogos, petroleros y, también, Matsiguengas, se han puesto de acuerdo para hacer una historia y una antropología que reducen la grandeza cultural del pueblo matsiguenga y su espacio físico a unas pocas comunidades, encerradas en los estrechos límites del Urubamba del Departamento de Cuzco y cabeceras del Madre de Dios. Esto me sugiere abordar un tema que nadie ha tocado: El machiguenga viajero. Este título nos habla de que el pueblo machiguenga no es un pueblo absolutamente estable, pegado a un espacio territorial reducido, al cual se le denomina como endógamo, que se reproduce dentro de si mismo, que no tiene contacto con el exterior y que no realiza las alianzas con otros pueblos. Un mito machiguenga expresa bien el sentido del viaje que este pueblo emprende a través de la selva. El dios sopló hacia el sur y nacieron infinidad de Matsiguengas; sopló al este y nacieron Matsiguengas; sopló al oeste y nacieron Matsiguengas; sopló al norte y nacieron Matsiguengas. La selva se llenó de Matsiguengas. El territorio de los Matsiguengas es inmenso, va desde arriba hacia abajo, desde las montañas del alto Urubamba hasta el Ucayali, al Gran Pajonal, al Madre de Dios, a la selva central. El Matsiguenga viaja por toda esta zona, quedando en su memoria el origen de la tierra natal, la desorientación primera de la tierra en que es recibido, añoranzas del hogar abandonado, deseo del retorno, integración al principio abandonado. Este proceso esencial al viaje trata de ejecutarlo siempre en libertad. Viajero incluye movilidad, contactos, pero también inmovilidad en un territorio propio y familiar, del que salen las partidas y se reciben los retornos. Surgen preguntas como estas: ¿Por qué los matsiguengas viajan? ¿a dónde van? ¿qué relaciones encuentran en estos viajes? ¿cuál es el futuro que se crea en estos desplazamientos? Se puede trazar un mapa de estos viajes como también narrar las historias de los diferentes encuentros, las experiencias culturales, las estructuras sociales de la sociedad nueva y las grandes diferencias internas existentes, todo lo cual pone en dilema la continuidad histórica del pueblo matsiguenga, del pueblo viajero, pues este proceso no está terminado. Conviene comenzar con una aclaración. La identidad del Matsiguenga se conjuga con la de campa. No es que sean diferentes, sino los mismos. Los misioneros franciscanos, al finalizar el siglo XIX trasladaban grupos de familias “campas” desde el río Tambo, desde el Gran Pajonal, desde sus misiones del Ucayali, al Alto Urubamba, para integrar la Misión de Cocabambilla, aumentar su internado y proveer de peones en ciertas haciendas (Izaguirre, B. 1842. T.II). El primer obispo dominico del vicariato Urubamba y Madre de Dios, Monseñor Ramón Zubieta (1900), confeccionó un mapa del Alto Urubamba en el cual señala los pueblos indígenas nativos con el titulo de campas, pueblo de campas, comunidad campa (Archivo Misiones Dominicanas). En aquel tiempo el campa y el machiguenga eran lo mismo. En 1906 la misión de Chirumbia, en el Alto Urubamba estaba conformada por indígenas campas (Fernández, Wenceslao, “Cincuenta años en la selva amazónica”, 1952:118). El nombre de “matsiguenga” aparece por primera vez en los escritos del P. Pío Aza en Koribeni en el año 1918. Desde esta fecha en el Alto río Urubamba los campas llevan el nombre de Matsiguengas, y éstos en Ucayali, Tambo y lugares aledaños, llevan el nombre de campa o ashaninga. Pero algunos Matsiguengas se preguntan hoy día por qué a ellos los llaman Matsiguengas. Dicen que su nombre propio es Mavaenti, que quiere decir somos un grupo minoritario no el

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