159 2006

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RUMBO A QUITO AL CONGRESO TEOLÓGICO (y II) Fray Hegel Simón, OP. Estudiante de Teología

En esta ocasión continúo con la narración, cuya primera parte fue publicada en el número anterior del presente boletín. Pues nos encontrábamos ya en la ciudad de Quito. Tuvimos una acogida muy fraterna, más de lo que imaginamos o esperábamos. Los hermanos nos instalaron en las habitaciones que tenían preparados para nosotros: Fray Marco y yo. Eran las 6.00AM de la mañana. Una vez en nuestras habitaciones, a nuestros cuerpos debido al cansancio no les quedó más que pedir un reparador descanso, después de un largo viaje. Yo particularmente me quedé en mi habitación hasta la hora del desayuno. Los hermanos fueron muy generosos: fueron a tocar a mi puerta para invitarme ir al comedor para el desayuno. Entonces fui al comedor y allí encontré a todos los hermanos disponiéndose para el desayuno. A mí me llenó de satisfacción encontrar un ambiente de expectación, de cálido afecto fraternal, y sobre todo ver que estaban todos pendientes de nosotros, los visitantes. El desayuno estuvo súper bueno: unos deliciosos preparados de alimentos típicos del Ecuador eran los que había en la mesa, y ante ellos, los hermanos nos animaban a probar de aquellas comidas. Hasta entonces los hermanos procedentes de Bolivia todavía no habían llegado, así que debíamos esperar con paciencia. Ese día, Fray José Carlos Tuarez, OP, diácono ordenado recientemente, nos invitó a conocer los diversos ambientes del Estudiantado. Recorrimos por un lado y otro, vimos los jardines, el criadero de conejos y también el de cuyes. Seguidamente, estuvimos en el templo del convento, por cierto, con un diseño, distribución de espacios, y el estilo de su arquitectura, preciosos. Todo esto fue durante la mañana; después del almuerzo, tras una breve siesta, nos acoplamos al plan de Fray Misael, estudiante del 2do. año de Filosofía, quien nos invitó a hacer un recorrido por el Templo de Santo Domingo, templo que está localizado por el centro histórico de Quito. En este lugar vive el Provincial, funciona el noviciado dominicano y el museo de arte sacro y religioso. Ya en Santo Domingo y específicamente en el Museo, Fray Misael con genialidad y brillantez de su conocimiento en arte Sacro y religioso, nos ofreció su gran paciencia para explicarnos cada detalle de las piezas artísticas que íbamos encontrando. Esta fue una magnífica experiencia. A la mañana siguiente llegaron temprano los hermanos bolivianos. Todos nos alegramos de tenerlos entre nosotros, aunque cansados pero sanos y salvos. Entonces, inmediatamente, después del desayuno, debía comenzar el congreso, razón de nuestra presencia en esa tierra. En breve llegó el Padre Tito Murcia, quien ofició una misa de apertura, deseándonos todo lo mejor, y animándonos a sacar provecho de nuestro encuentro. Para esa jornada, nos encontrábamos sólo los frailes de Perú, Ecuador, y de Bolivia, y en número éramos pocos. Nos vimos fortalecidos, y crecimos en número también, con la presencia de los Novicios, a quienes el Padre provincial, tuvo a bien integrarlos al encuentro. Aunque el congreso fue previsto para estudiantes de teología, sin embargo, había temas cuyo tratamiento general no podía ser ajeno a los novicios. Para mí, en lo personal, me agradó el ambiente de fraternidad que estábamos viviendo. Estábamos todos congregados en un local, expectantes de la temática a tratar. El Padre provincial dijo unas palabras de inauguración del evento. Me pareció algo muy confortante y motivador, darme cuenta que todos los frailes estábamos presentes; también los padres mayores, con el peso de su edad encima, nos estaban acompañando, pues era grandioso y admirable considerar la importancia de nuestro encuentro.

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