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TIRZO MARTHA Países

Bajos

Brua, Winti, Voodoo or black Persuasion, 2020, instalación de técnica mixta, medidas variables.

Como un ave de Curazao

El Turpial levanta el vuelo presumiendo su pecho naranja encendido, a su paso recorre hogares de todas las tonalidades del arcoíris, se posa a descansar en la Kibrahacha, flor que parece un faro de luz amarillo a todas horas. Desde ahí, percibe el mar celeste que toma las tonalidades del sol, de la luna, de los barcos y de los turistas -si afina la mirada puede observar a uno bebiendo Blue Curacao-. El Turpial levanta el vuelo por la isla, la ciudad que vio nacer y crecer a Tirzo Martha.

El destino de Tirzo se reveló contra los pronósticos cuando anunció que quería ser artista. Pero aún frente a las rudimentarias perspectivas que tienen los barrios desfavorecidos para sus habitantes, en un lugar donde no se concebía la posibilidad de construir una existencia sobre la base de la imaginación, Tirzo Martha ingresó a la Academia di Arte Korsou el año 1983, donde pudo alzar el vuelo y llegar a estudiar en Hoge School Voor de Kunsten Utrecht en 1986. Así fue como Países Bajos se convirtió en aquel lugar que abriría una ventana inesperada a sus habilidades para incursionar en otra de sus pasiones: la moda.

Llegó a Molennar Fashion School el año 1989. “Desde el principio me fascinó la potencia visual de la moda. Con la vestimenta uno puede opinar y protestar sobre temas religiosos y políticos. La moda es personal, forma parte del movimiento de la vida cotidiana, pero tiene límites y es que es siempre dependiente del cuerpo humano”, recuerda. Tirzo quería abundancia, más volumen, más espacialidad y monumentalidad. “Decidí hacer esculturas que, al igual que los vestidos, son muy cercanas al día a día del ser humano, por lo que utilizo objetos y siluetas que formen parte de este ritmo”. Esta etapa marcó un antes y un después en la vida del artista, definió la forma en que quería moldear su carrera y la estructura en que comenzaría a conmemorar sus vivencias en Curazao.

Tirzo regresó a su isla, Curazao, en 1991 y realizó una investigación sobre los materiales que personas en situación de vulnerabilidad adquieren para conseguir las condiciones necesarias para su subsistencia. Su inspiración surge de la “supervivencia de los pobres”, y los materiales de construcción son, en sus palabras, un “sinónimo de reputación de nuestra sociedad. Demuestran a lo que se puede aspirar”. Se desarrolló como un artista socialmente comprometido, con una voz poderosa que expresa en cada una de sus instalaciones, performances y videos.

Su obra te transporta, te imaginas caminando por las calles de un barrio donde están protestando contra todas las injusticias que se viven en América del Sur, las casas no están pintadas, hay basura en el suelo y juguetes que perdieron sus años de diversión. La desigualdad se apodera del espacio. La rabia abunda, es como un círculo sin fin que se