36 Perros liberados de la tortura científica

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EL MUNDO / DOMINGO / 13 / FEBRERO / 2011

Los activistas a punto de liberar a los beagles que cría, para vender a laboratorios de experimentación animal, la multinacional Isoquimen en Sant Feliú de Codines. / REPORTAJE GRÁFICO:

36PERROS N LIBERADOSDE LATORTURA CIENTÍFICA

HÉCTOR MARÍN

adia, hembra de la raza beagle, deambula feliz por un jardín. Saltarina y sociable, tiene una forma de corretear inequívoca. Juega con los dos niños de la familia que la ha adoptado. Retoza como si fuera el primer día de su vida. De alguna manera lo es. A sus casi cuatro años de edad, Nadia acaba de dejar atrás una condena, ese corredor de la muerte en el que nacen, crecen y mueren todos los de su familia. Una vida enjaulada de final horrible y prematuro. Porque esta perra ahora alegre, querida en su nuevo hogar, es uno de los 36 ejemplares de la raza inglesa rescatados de un plantel de animales nacidos y criados en Barcelona para la experimentación animal. Hasta el día de su fuga, Nadia tenía el futuro escrito. Con ella y sus 35 compañeros se realizarían ensayos científicos. Quién sabe si le hubieran serrado los huesos de las patas traseras y después la sacrificarían, como les pasó a 12 hembras de su misma sangre antes de que ella viniera a este mundo. O le hubiesen contagiado un tumor antes de darle matarile, como ocurrió con otro grupo de seis primos. Porque a todos los animales citados, a los 54, les vincula su procedencia:

La empresa asaltada se dedica a la cría de animales para ensayos médicos. Canes de la misma raza han sufrido experimentos como serrarles las patas traseras para estudiar cómo evoluciona el hueso

el criadero autorizado Isoquimen, ubicado en las afueras en Sant Feliu de Codines, a 35 kilómetros de Barcelona. Activistas simpatizantes de Igualdad Animal se llevaron los 36 perros —Nadia incluida— de las instalaciones de Isoquimen. Una liberación para los animalistas. Un robo para el criadero. De ahí que los Mossos d’Esquadra, con una investigación abierta, vayan ahora tras sus pasos. A los autores del rescate pretenden imputarlos por robo con fuerza. «Un animal es como una cosa, tiene valor; no fue un secuestro, pero equivaldría a robar, por ejemplo, 36 joyas», explican a Crónica fuentes próximas al caso. Según la ley, los activistas —veganos contrarios a toda forma de explotación animal— cometieron un delito. Irrumpieron premeditadamente y, a la luz de las linternas, abrieron las jaulas para perros de una compañía y sustrajeron 36 animales. Pero sin su acción, los días de esos canes habrían acabado en un laboratorio. O en una facultad. O en un complejo militar extranjero... Hasta allí habrían llegado, como productos del mercado —legal— de la vivisección, a cambio de una cantidad que ronda entre los 700 y los 1.000 euros por cabeza. Pero no ha sido así. La nueva vida de Nadia comenzó con el 2011. Un regalo que la ha hecho feliz al fin. Todo empezó con una visita inesperada a su jaula el 1 de enero. El asalto al criadero se produjo con nocturnidad y alevosía. Los

IGUALDAD ANIMAL

animalistas sabían perfectamente dónde se metían. Se colaron en una de las principales empresas europeas dedicadas a criar y vender animales a los laboratorios, y a realizar experimentos por encargo (en su web ofrecen servicios de detección primaria de drogas, estudios farmacocinéticos…). Isoquimen, 20 años en el sector, ha abierto una delegación en la India y tiene permiso para importar perros reproductores que utilizarán para obtener nuevas crías que enviar a sus laboratorios asiáticos. El aire estaba aún helado cuando los jóvenes se adentraron en el criadero con las luces apagadas. Los activistas, armados con cámaras de foto y vídeo, vestidos con pasamontañas y petos de Igualdad Animal, llegan enseguida hasta su objetivo. El vídeo colgado en Internet, www.igualdadanimal.org, muestra a una chica alargando su mano a cinco perros enjaulados. «Encontramos lo previsto: beagles encerrados permanentemente, sin poder correr, jugar, explorar su entorno o relacionarse con otros», narra uno de los activistas desde el otro lado del pasamontañas. Anonimato obliga. «Al llegar al recinto de los perros», sigue el testimonio, «se abalanzan sobre nosotros buscando cariño; pocos minutos después, nos acompañan contentos fuera de aquel lugar miserable y dan el que es su primer paseo en libertad en su vida». Todos son animales adultos (camadas del 2006-2007). «Uno de los perros vivía totalmente aislado


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794 perros entre 1,4 millones Según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 1.403.290 animales murieron en los laboratorios españoles durante 2009, un 56,3% más que el año anterior. Empresas como Isoquimen se dedican a criar animales destinados a la investigación científica. A los perros de raza beagle se les elige por su enorme docilidad. «Son muy manejables y dulces. De lo buenos que son, nunca van a morder», explica un veterinario. Para los activistas, en la experimentación (sólo en 2009 se usaron 794 perros) son torturados y mutilados, y acaban muertos cuando ya no son útiles. «Estamos contra el uso de los animales como objetos, en cualquier aspecto, alimentación, vestimenta, entretenimiento y también experimentación; esta acción la hacemos porque hay alternativas a la experimentación con animales», decían hace unos días, al término de una concentración ante las instalaciones de Isoquimen en Sant Feliu de Codines. De allí, la noche del 1 de enero, fueron robados 36 ejemplares adultos listos para esas terribles pruebas. La empresa dice que fueron 46.

del resto, sin ningún tipo de contacto». Era Nadia, la que hoy corretea por el jardín de su nueva casa. «Es una forma de tortura psicológica para un animal social como ese perro. Otros estaban tan ansiosos por tener, tras cuatro años, algún contacto y estímulo que trataban desesperadamente de tocarnos entre los barrotes y llamar nuestra atención». «Ya de entrada», sigue uno de los protagonistas, «vemos que varios presentaban llagas en sus cuerpos, por tener que dormir, en pleno invierno, en contacto directo con el suelo frío de cemento. Cubiertos de sus propias heces y orina». Aunque no nos revelan dónde, los perros viven con familias que se interesaron por su adopción antes del rescate. Todo estaba planificado. «Sería peligroso para los activistas no tenerlos asignados de antemano», asegura desde Igualdad Ani-

los activistas, tenemos muchos simpatizantes que envían vídeos que colgamos en nuestra web». ¿Y sabe su organización dónde están los 36 perros? «Con familias. Los activistas se juegan demasiado como para dejarlos tirados en la calle». Crónica ha contactado con Isoquimen, pero la empresa ha rechazado realizar declaraciones. Una de las cuestiones por aclarar era por qué habrían denunciado a la Policía el robo de 46 perros, cuando los activistas tan sólo reivindican la liberación de 36. «Para nosotros está clarísimo», opinan en Igualdad Animal. «Es por cuestiones del seguro de la empresa y codicia». En verdad Isoquimen es una poderosa multinacional con centros en Alemania, Holanda, Italia, Francia, Reino Unido, Suiza, Canadá, México, EEUU, Japón, Corea del Sur e Israel dedicados a la cría de

ANTES DEL RESCATE, LOS PERROS YA ESTABAN ASIGNADOS A FAMILIAS QUE SABÍAN QUE IBAN A SER LIBERADOS mal Javier Moreno. Desde la entidad celebran el rescate, pues rechazan la experimentación con animales al tratarse de «una práctica injusta basada en una discriminación». Pero repiten hasta la saciedad que nada tienen que ver con la autoría, por lo que evitan cualquier responsabilidad. «No conocemos a

animales para experimentación. Los animales de sus instalaciones catalanas —perros, gatos, hurones, ratones, ratas, cobayas, conejos— son enviados a los laboratorios de empresas, facultades, hospitales y complejos militares de todo el mundo. Allí se les hace ingerir sustancias tóxicas, les provocan tumores

y adicciones, inoculan virus, contagian enfermedades, les seccionan los huesos o les extraen órganos. «Sólo saldrían de sus jaulas para los experimentos, y años después morirían», critican los animalistas. Varias protectoras sostienen que los intereses de los ensayos con animales «no son tan importantes como los de los humanos y que, por tanto, estamos legitimados a frustrarlos si con ello obtenemos algún beneficio». «Nuestro rechazo a la experimentación con animales», esgrimen desde Igualdad Animal, «no se traduce en el fin de la investigación científica, que puede desarrollarse sin usar seres vivos». Y añaden: «No abogamos por modificar las condiciones en que viven y son utilizados estos animales en los criaderos y laboratorios, porque consideramos ilegítima toda forma de experimentación con animales». Experimentos de todo tipo con animales se siguen realizando en nuestro país. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en 2009 se utilizaron 794 perros en experimentos. De ellos, 42 en estudios de biología fundamental; 140 en investigación y desarrollo de productos e instrumentos de medicina, odontología y veterinaria; 192 en producción y control de calidad de productos e instrumentos de veterinaria… Hay debate. Al otro lado de la orilla encontramos a uno de los responsables del servicio de granjas y campos experimentales de la Universidad Autónoma de Barcelona. —¿Siguen experimentando con animales? —Sí. —¿Aún sierran las patas traseras de perros beagle para experimentar la posibilidad de alargar sus huesos con elongadores? —Los experimentos de este departamento ya no son con cirugía, ya no son cosas tan agresivas. Eso era antes. —¿En 2004? Tenemos una tesis doctoral que lo prueba. —Yo llegué aquí en 2007... —A 12 perras de entre dos y nueve años —identificadas como B7636, B-7554, B-6710…—, salidas del criadero Isoquimen, les serraron los huesos de las patas traseras y estuvieron cinco meses con agujas y tornillos clavados en sus patas. —Si a tu perro se le rompe la pata, tienes que aplicar cirugías. Y eso debe antes estar probado. Y siempre con anestesia y antiinflamatorios. No sufren constantemente. —Tras cinco meses de esa manera, las mataron, les extrajeron los huesos y sus cuerpos fueron tirados a la basura. ¿Era necesario? —No se les mata bárbaramente. Se eutanasian. A algunos se les suelen dar opciones —de vida—, pero no siempre es fácil. Hay riesgo de que los activistas se metan por medio; son extremistas, pero ayudan a nuestro trabajo. Tenemos sensibilidades y planteamientos diferentes. —¿Tienen algún conflicto ético al ayudar a los humanos matando a perros? —Nos preocupan los animales tanto como a los demás. Nuestro trabajo no es ilegal ni inmoral. Hay que redactar un proyecto y presentarlo ante un comité de ética. Un tribunal valora todo el procedimiento y se le pide al investigador que modifique cosas. También nosotros tenemos sensibilidad. ¿Por qué un perro es más que un cerdo?

De arriba a abajo: uno de los beagle poco antes de ser rescatado, una radiografía de un ejemplar de su criadero al que le serraron las patas traseras para ensayar alargamientos de huesos y algunos de los perros tras ser liberados.


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