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Carmen Sevillano
Love of Lesbian ¿Quién dijo que en el pop no hay poesía? Pues Santi Balmes y los suyos son capaces de poner todos sus sentimientos sobre un papel y hacer de ello grandes canciones. Seguramente lo que yo pueda decir sobre Love of Lesbian no es objetivo… Más que nada porque si para ellos dios por dios es cuatro, para mi dios por dios es Love of Lesbian. El pasado 14 de abril fue un sábado astromántico. Como auténticos fans de John Boy, cientos y cientos de personas acudimos al Auditorio Miguel Delibes. Por fin, entre humo y luces rojas, aparecieron en el escenario, mientras mucha gente corría para situarse en las primeras filas. Durante las primeras canciones pudimos disfrutar de los éxitos que encontraremos en su nuevo disco: “La noche eterna. Los días no vividos”. Canciones como El hambre invisible, Wio o Los seres únicos, (adelantos que habían subido a Spotify), calentaron el ambiente para que, posteriormente, Santi Balmes nos contara cuentos chinos para niños del Japón. De vez en cuando, empleaba maniobras de escapismo mientras de fondo sonaba música de ascensores. Sin embargo, rápidamente nos transportamos en el tiempo para volver a 1999, a aquel lugar… allí donde solíamos gritar, con un perfecto acústico que a más de uno le puso la piel de gallina. Volvimos a recordar que existen las malas lenguas, algún que otro ectoplasta (una versión bastante cómica, por cierto). Bailamos entre el éxtasis de Algunas plantas y, por si alguien aún dormía, hicimos Incendios de nieve y calor. Pero a pesar de empezar el Segundo asalto, la historia de 1999 terminaba y nos devolvía al 2009, avanzando así hacia el final del concierto. Como guinda del pastel, Love of Lesbian nos dejo de la mano de Oniria e Insomnio, una nueva historia que contar y nuevo tema que podremos encontrar en su próximo disco. No cabe duda de que fue una noche increíble. Muchos esperamos que noches como esta sean noches reversibles, para volver a encontrarnos con Santi Balmes y los suyos.
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Octava l a n t a
Leticia Suárez
El arte de la música, Andy Warhol El 6 de agosto de 1928 nació en Estados Unidos un hombre que cambiaría el modo de entender el arte, dotándolo de un punto de vista más vanguardista y moderno. Su nombre: Andy Warhol, el padre fundador del pop-art. Su trabajo siempre estuvo ligado al mundo del arte, la pintura y el cine pero a mediados de los años sesenta, y con su fama ya reconocida a nivel mundial, decidió dar un paso más allá para terminar de convertirse en un verdadero líder de la modernidad, formar parte del negocio de la música rock. Así fue como Warhol decidió que debía tener un grupo de rock donde plasmar el arte multimedia que organizaba, The Exploding Plastic Inevitable. Para ello, escogió al grupo psicodélico y experimental The Velvet Underground e introdujo a la modelo alemana, Nico, como cantante de la banda. En 1966 Warhol produjo su primer disco, titulado The Velvet Underground and Nico con su famosa portada de la banana que acabaría convirtiéndose en todo un icono rock. Realmente, la participación de Warhol era únicamente estilística y económica por lo que tras las diferencias surgidas con el líder del grupo, Lou Reed, un año más tarde la banda se separó del que había sido su propulsor. Con todo ello, Warhol decidió abandonar su vocación de manager pero, para ese entonces ya había calado en la cultura musical y pocas eran las celebridades del rock que no quisieran tener una relación con el neoyorkino, desde Bob Dylan, Brian Jones, Mick Jagger, John y Yoko hasta Sid Vicious, Boy George o Madonna. En total, más de 50 portadas de discos conforman una colección de Andy Warhol, de todos los géneros como: jazz, pop, rock… para cantantes y bandas como Liza Minelli, The Rolling Stones, Mick Jagger, John Lennon, Diana Ross, Kenny Burrell, The Velvet Underground & Nico, Debbie Harry (Blondie), The Smiths, e incluso Miguel Bosé. Entre las más famosas se encuentran la portada de Sticky Fingers de los Rolling Stones (1971) y de Love You Live (1977) y el último álbum de Lennon Menlove Ave (1986). Pero este ambicioso artista quiso también adentrase en el formato del videoclip que surgiría en los 70 e incluso terminó siendo el creador de jóvenes artistas como David Bowie quien incluiría una canción llamada “Andy Warhol” en su disco Hunky Dory (1971).
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