Octava Planta numero 32

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¡¡¡¡Hola lovita!!!! Mi problema es un poco... oloroso. Padezco problemas intestinales que me provocan flato permanente, agudizado por las lentejas de la cafetería. Cuando estoy en la habitación no puedo evitar pedorrearme continuamente. Creo que el resto de residentes se han dado cuenta porque noto que cuchichean cuando se me escapan silenciosos pero olorosos en el ascensor. ¿Conoces algún remedio para este martirio??? Me siento... asfixiado. La fuga. Perfumado amigo: Bien mirado pero mal olisqueado, lo tuyo es una cualidad. Tras tres platos de lentejas serás capaz de propulsarte hasta la Facultad de Arquitectura, ahorrándote el transporte urbano. En las populosas fiestas del Alfonso siempre consigues hacerte un hueco para agitar el cucu a tus anchas. Eso sí, procura por el bien de todos no abusar del ascensor en las horas punta, pues tus gases tóxicos cortan la digestión a tus compañeros, y mejora la ventilación de tu habitación para que la de la limpieza pueda prescindir de la mascarilla.

¡Hola Alfonsita! Me gustan los dos coordinadores de la revista y no sé a cual de los dos meterle fichas. Por un lado a mi siempre me han gustado los chicos con novia y me han dicho que Rubén sale con una chica Y por otro Javi me encanta por su papel de Dalí en la obra “Encontrando a Lorca”. ¿Qué hago? Estefanía Queridísima aunque viciosilla amiga: A mí me pasa exactamente igual. Es ver esos culitos contoneándose en el ascensor y me pongo... Mi consejo es que no seas tímida. Roba un poco de friegasuelos a la de la limpieza y prepara un baño de espuma en tu templo del amor. Luego llama a sus habitaciones y convócales susurrándoles obscenidades. Total, el teléfono es gratis. En caso de resistencia, soborna a Carmen para que disuelva una dosis de Viagra en el puré de calabacín. Mmmmmm... Ahora ya los tienes a los dos. Y no renuncies a ninguno. Sin duda, tú eres la amazona que domará a estos dos potrillos salvajes.

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Hola la lovita. No consigo que se me baje el rabo y tengo concentrada toda la sangre ahí abajo. No puedo decírselo a nadie por vergüenza y me da miedo ir al médico. Mi compañero de habitación me empieza a mirar mal ¿qué puedo hacer? Anónimo. Queridísimo y pajeadísimo rabito juguetón: A falta de pan, buenas son tortas. Cuando tu compañero esté durmiendo la mona del sábado, asáltalo por la puerta trasera aprovechando que, en la noche, como decía mi abuela, todos los gatos son pardos. Pero si no te va ese rollo, también puedes meter el miembro en el congelador de algún vecino, con la excusa de que te guarde la leche (nunca mejor dicho), pero cuidado a la hora de cerrar la puerta, no vayas a cascar los huevos...

Alfonsita, he de confesar una mala acción que me está martillando en la cabeza. Poco a poco me he ido apropiando de la mayor parte de las sillas que faltan en las salas de estudio, ya que por la noche organizo timbas clandestinas. Me da miedo que algún día entre el de mantenimiento sin previo aviso y me delate. Vivo en un estado de nervios constante. ¿Qué me aconsejas sabia, Alfonsita? Escalera de color. Querido, no sufras más, tengo la solución a tu problema. Devuelve las sillas a sus respectivas salas para poder llevar una vida sin sobresaltos y luego hazte cargo de varios ciclos de cine en la sala del videoclub. Como los residentes tienen la agenda muy apretada, no se pasarán por allí. De este modo podrás cerrar la puerta por dentro y jugar unas partidillas al póquer sin ser molestado...

Octava l a n t a

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