lo que los queremos, dónde quedamos o lo bien que lo vamos a pasar. Lo que en principio fue un adelanto es en muchos casos un atraso. Los móviles interrumpen las clases, conferencias y películas de cine. Cuando un padre le quita a su hijo su móvil porque la factura es diez veces mayor de lo acordado, éste se coge una depresión. Hace tiempo esperábamos semanas y semanas a que llegara el estreno que queríamos ver. Toda la pandilla se reunía e iba el mismo día a ver la película. Hoy los cines están vacíos porque es más fácil descargárselo de Internet y verlos en el ordenador de casa. Toda la familia veía las noticias en conjunto. Las series de los miércoles eran sagradas en el salón. Ahora preferimos ver todo lo que podemos en youtube. Los goles, los videoclips y lo que ha pasado en la tele. Ya no escuchamos la radio tanto como antes. Nos conectamos a la página correspondiente y lo escuchamos vía web. Las fotos que antes iban para el álbum de la familia ahora se quedan en el ordenador metidas en carpetas donde sólo las ven los dueños de la máquina. ¿Acaso no conoces a alguien que prefiere no salir porque tiene que hablar con otro u otra por Internet? ¿Y que te lo diga muy a menudo? Y de leer ya ni hablemos. Los jóvenes no leen por afición. Y si alguien lo hace rápidamente se acude al nuevo término
Octava l a n t a
p
acuñado por los más noveles. Es un “friki”. La actividad física es como la visión, empeora con la edad. De no parar de correr de un lado a otro pasamos a no beber agua porque no nos apetece levantarnos del sofá e ir a por ella. Digo esto porque los que salen a correr pronto cambiarán de hábitos y se pondrán con las consolas de última generación a jugar al tenis contra su enemigo virtual. Lo que es positivo, pero combinado con no perder sus viejas costumbres. La tecnología nos hace la vida más fácil. Debemos aprovecharnos de las ventajas que nos ofrece pero no debemos hacernos dependientes de ellas. Internet puede ser muy útil como una herramienta de aprendizaje, forma de comunicación y lugar ocioso, pero no debe convertirse en nuestra forma de hacer todas las cosas. No es bueno cambiarlo todo de repente así como tampoco es bueno no cambiar nunca y decir que antes todo se hacía y funcionaba mejor. Hay que combinar lo nuevo con lo viejo.
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