Octava Planta numero 32

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EL HACEDOR DE PÁGINAS n t o n i o Rabinad, autor de varios guiones cinematográficos, entre ellos el de la m e d i o c r e Libertarias de Vicente Aranda, nos presenta un libro sobre libros. No es nada nuevo, sin duda, en el ámbito de la literatura (que con cierta antropofagia siempre ha encontrado en sí misa una fuente inacabable de recursos). Estamos ante novela, en la novela. A pesar de todo, el enfoque de esta obra es sin duda original, si bien ciertamente complejo.

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Héctor Tortolero, inmigrante sudamericano, trabaja como corrector de libros para múltiples editoriales. Prepara, además, su propio libro, para el cuál minuciosamente apunta continuamente datos e impresiones en su libreta. En busca de un lugar mejor que la pensión en que vive, Tortolero dará con sus huesos en una extraña casona que todavía resiste al (ya entonces existente) boom inmo-

biliario del la Barcelona de los ochenta, en la que alquilará una habitación a las dos misteriosas viejecitas que la habitan: Flora y Fauna. A partir de este punto la historia se bifurca en lo que podríamos llamar la primera parte del libro, apareciendo múltiples “niveles de narración”. En primer lugar nos encontramos con el libro en el libro. Tortolero, dentro de los encargos de libros para corregir encuentra uno que, si bien de calidad literaria pésima, narra una historia que le resulta familiar. Esta historia es la que se convierte en el pilar central de la obra, sobre la que girará todo el argumento. Se nos irá desgranando la peculiar relación de dos “amigos” durante la agonía de la II República en Barcelona. Una relación basada en continuas putadas recíprocas, con sus revanchas, cuya intensidad va peligrosamente aumentando. Por otro lado, dos historias se entrelazan. Una ubicada en un tiempo presente, que narra la relación de Tortolero con las extrañas viejecitas y con la más aún extraña casona. Y,

Antonio Rabinad

por otro lado, otra ubicada en el pasado referida a Noemí, una niña bajo la tutela de Flora y Fauna. El lector avispado descubrirá rápidamente estas dos historias que guardan una estrecha relación con el libro que Tortolero corrige. Finalmente, en todo el revoltijo de historias, nos encontramos, también a modo de libro en el libro, con el cuaderno de notas de Tortolero, que recoge sus personales impresiones cuasimetafísicas , una parte de la que el autor podría haber prescindido parcialmente ya que llega a hacer pesada la lectura. “Simplificaros y uniros” parecer ser la máxima de la segunda parte de la obra, donde, parcialmente, se pone fin en esta profusión de historias deslabazadas con la intención de resolver todo el entramado. En definitiva, nos encontramos ante una obra peculiar, si bien es cierto que el continuo enlace de historias produce una sensación de falta de unidad, que hace relativamente difícil mantener la atención.

Clásicos de la Literatura ALEXIS ZORBA EL GRIEGO

GARGANTÚA

NIKO KAZANTZAKIS

FRANÇOIS RABELAIS

Alexis Zorba el Griego (de Kazantzakis 1883-1957), amén de ser una de las obras de la literatura griega contemporánea más famosa, es una novela excelente. Sencilla, simple, pero fantástica. Su sencillez (y su complejidad) radica en que no nos cuenta nada más (ni nada menos) que la vida de un hombre, Zorba. No es una vida excepcional ni ejemplar, es simplemente la vida de un hombre de principios el siglo XX. Además refleja fantásticamente la sociedad de la isla de Creta, por aquel entonces todavía apartada del mundo. Un escritor falto de inspiración se va Creta, donde ha heredado una mina que desea explotar, en el puerto se encuentra con Zorba que se compromete a trabajar para él a cambio de que le pague el billete de barco a la isla. A partir de ahí comenzará una amistad profunda, que será la base de las aventuras que los personajes viven en la isla. Esa amistad dará lugar a confidencias, especialmente por parte de Zorba, que irá revelando un pasado intenso y duro.

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Sin duda alguna, Rabelais (14941553) es uno de los personajes más controvertidos de la Francia del siglo XVI. Su vida transcurre a las puertas del Renacimiento, adoptando una filosofía sumamente crítica con el poder establecido. Su serie de libros dedicados a los gigantes Gargantúa y Pantagruel le convertirá en uno de los personajes más famosos y polémicos de la época, no en vano, se dice que sus libros vendieron en unos años más ejemplares que la Biblia, algo a tener en cuenta en la época en que nos movemos. Satíricos, irónicos, despiadados, absolutamente soeces y maleducados, temerarios… son algunos de los adjetivos que nos sirven para definir a los personajes, que en realidad no dejan de ser un esperpento de la realidad. Critica brutalmente a la iglesia y esencialmente a los monjes, critica también a la monarquía y sus caprichos, a la universidad y a la filosofía empirista del momento (famoso en este sentido el episodio en que Gargantúa investiga la mejor forma de limpiarse el culo). Con todo esto no es de extrañar que Rabelais acabase en la horca.

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