Octava Planta numero 32

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Sobre Erika Ortiz y su familia política (I)

Por J. Pablo Carrera

Habida cuenta de la alegría con que nuestras televisiones hablan de los muertos y por no ser menos, recurriré jovialmente a un luctuoso suceso a efectos de ilustrar a los lectores acerca de una interesante teoría que propugna ilusamente por fomentar un respeto a las Instituciones de este nuestro país.

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l suicidio de Erika Ortiz y el tratamiento que los programas rosas dieron de este suceso (míticas las palabras de J.J.V. “ya saben que a nosotros no nos gusta hablar de los muertos” –no, apenas, jodío-) levantó una nube de críticas por parte de la prensa “seria” (muy ocupada entonces en demostrar y desdemostrar –según a quien se lea o escucheque el detonador que utilizaron los asesinos del 11-M era idéntico al motor de la lavadora de Encarna Sánchez, quien, por si no se han enterado, mantuvo relaciones sexuales con Loli Álvarez). Bueno, al caso, digo que la prensa seria echó en cara sin pudor alguno a la prensa rosa el tratamiento que del Real suicidio dieron, aduciendo que la hermana de la princesa no era un personaje público y, por ende, supuesta e hipotéticamente tenía derecho a su intimidad (esa gran desconocida, llamada Constitución –que el malvado ZP quiere destruir igual que quiere destruir España- perversamente afirma que toda persona tiene derecho a su propia intimidad, pero, absurdamente, nada dice acerca del derecho de toda persona a la intimidad de los famosos).

sido siempre muy correcto y respetuoso. Sistemáticamente se ha evitado hablar de asuntos espinosos (que haberlos haylos) generándose una especie de tabú en torno a ellos que para sí quisieran los miembros de la Casa Real Británica, vapuleados y vilipendiados por los diarios sensacionalistas sin piedad alguna.

No es mi (mal)intención el elucubrar si Erika Ortiz era o no era un personaje público, aunque a los meros efectos de que el lector conozca mi opinión (que dicho sea de paso le importa un carajo) diré:

Dos posturas se nos pueden presentar:

- Qué, si bien es cierto que (como se dice), nunca concedió entrevistas ni exclusivas de ningún tipo, es también cierto que indudablemente se benefició de la posición de su hermana. No olvidemos que al poco de la Real boda Erika recibió una suculenta oferta de trabajo, pasando a ocupar un puesto que, de otra forma, probablemente no habría conseguido. - Qué, como consecuencia de lo anterior, podemos deducir que si de esa situación obtuvo beneficios, no es muy descabellado afirmar que debe, también, asumir los perjuicios o efectos colaterales: en este caso pasar a ser un personaje público.

La fiebre rosa que inunda nuestra televisión y prensa parece que empieza a cuestionar esta ley del silencio y desea a toda costa levantar la veda mandando a su jauría de reporteros a la caza de piezas mayores que el novio buenorro de la Obregón (que, por cierto, debería ser Patrimonio de la Humanidad y no de Anita solo). Y mientras que los lebreles de los micrófonos babean en los estudios de televisión dejando ver el colmillo sediento de Sangre Real, nosotros, humildes lacayos realizaremos un ejercicio de reflexión y trataremos de responder a la siguiente pregunta ¿Debe someterse a escrutinio público (y me refiero exclusivamente al ámbito de la vida privada) a la Familia Real?

- Cuestión del quid pro quo: dada la posición privilegiada que hemos otorgado a los miembros de la Real Casa, sería absolutamente justo poder controlar todos y cada uno de sus movimientos, más allá de los meramente institucionales, accediendo a su esfera privada y exigiendo una conducta en este ámbito irreprochable. - Cuestión del interés institucional del Estado: dado que la monarquía es una Institución Suprema del Estado, habría que controlar los actos del Rey y su familia realizados en el ejercicio de sus potestades constitucionales, evitando toda consideración que salga de estos parámetros. Sobre estos y otros muchos temas divagaré con más detalle en el próximo número. Manténganse atentos…

-Qué, obviamente, aún siendo personaje público merece ella (y toda su familia) un absoluto respeto tanto viva como muerta (NOTA: este punto no todo el mundo lo tiene claro). Ahora dejemos a Erika Ortiz y vayamos con su familia política al completo. Nadie puede negar que el tratamiento que los medios de comunicación han dado a la Familia Real (cuyos miembros evidentemente son personajes públicos) ha

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