Revista Octava Planta Nº 45

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Por qué Spotify ha firmado su sentencia de muerte

La moda hace el olvido

Alejandro Sánchez

Lucía Ramos

A casi todos nos ha llegado la noticia de que a partir del 1 de mayo los usuarios de no pago -tanto de cuentas Open (con límite de veinte horas mensuales hasta ahora) como Freeverán aplicadas nuevas limitaciones a sus cuentas, los cuales se equipararán a ambos, con el límite de diez horas mensuales y de cinco veces de reproducción para la misma canción en un mes. Según los directivos de Spotify, las nuevas restricciones no afectarán a la mayoría de los usuarios, puesto que sólo el 30% de las canciones son escuchadas más de cinco veces por cada usuario y a que principalmente es usado para descubrir música, por lo que 10 horas las consideran más que suficientes. Pero la verdad es otra: aunque yo ya conocía Spotify desde hace dos años, vi con mi llegada a la resi cómo casi todo el mundo aquí lo usaba como su reproductor de música habitual, por lo que me acostumbré a no descargarme la música en MP3 y a crear listas de reproducción en Spotify, para lo que sólo tenía que buscar el nombre de la canción sin preocuparme de que la que saliese se escucharía bien. Y como yo los demás. ¿Y ahora qué? Pues ahora nos encontramos con que tenemos nuestras listas de música hechas pero que no podemos escucharlas más de diez horas, lo que en muchos casos no llega a la totalidad de la lista o más allá de un día intensivo de escucha. Con esto se me viene a la cabeza el caso de Zattoo, un programa de ver televisión por Internet que llegó a España allá por el 2007 y que permitía ver los principales canales de TV gratis y legalmente por Internet con tan sólo ver un anuncio durante la carga del canal. En aquel caso, un año después Zattoo consideró que en nuestro país el negocio no les era lo suficientemente rentable y pasó a permitir únicamente suscripciones premium. Por aquel entonces, Zattoo dejó de ser nombrado y la fama que rápidamente había ganado en nuestro país se fue de la noche a la mañana. La gente consideraba que lejos de pagar una cuota mensual a esa empresa preferían otras alternativas, gratis o de pago, dado que no se conseguía entender que aun pagando para obtener el servicio, Zattoo hiciese lo mismo que hace Spotify, que es utilizarnos como proveedores de las canciones para otros usuarios. Esto es, una vez que nosotros escuchamos una canción, esa queda almacenada en una carpeta de nuestro ordenador para que, si la volvemos a escuchar un tiempo más tarde, no tenga que descargarse otra vez; pero también es usada para enviarla a otros usuarios que la quieran escuchar, por lo que nosotros le ahorramos costes de distribución a Spotify. Pues bien, mi pronóstico es que, de no cambiar la decisión, a Spotify le pasará lo mismo que a Zattoo en su época, porque aunque pretenden captarnos como usuarios premium lanzando una promoción de prueba de un mes, hay muchas alternativas gratuitas como las conocidas Grooveshark o Musicuo. Pero aún tenemos ciertas dudas sobre el futuro de Spotify, pues poco después del anuncio de las nuevas condiciones, se ha hecho público el interés de Google en adquirir o llegar a algún acuerdo con la empresa sueca, debido a que está teniendo ciertos problemas para conseguir licencias de las principales discográficas para su Google Music, que pretende ser una mezcla de Spotify y mSpot, que permite escuchar nuestra música en cualquier lugar en el que nos encontremos conectados a la red. Por tanto, parece que nos tocará esperar para ver finalmente en qué acaba todo esto. Mientras, deberíamos ir descargando nuestra música o grabándola directamente de Spotify con programas como Replay Music. p

Octava l a n t a

Hace mucho que se comenta que a los jóvenes no nos gusta la música clásica. De hecho, pondría mi mano en el fuego a que más de uno de vosotros pasará de leer esto por el simple hecho de pensar “música clásica, ¡qué peñazo! Paso de mariconadas”. Está claro que lo que está de moda es lo que vende y lo que más se difunde, llegando así a miles de personas. Por otro lado, lo que no está de moda, lo que no “mola”, no vende y se queda apartado; muchas veces pareciendo como si ni siquiera existiese. Esto es lo que ocurre con la música clásica. La radio de esta música es de “abuelos” y en pocos sitios suena (si quieres clientes, más vale utilizar una música que atraiga a la gente, es decir, la más conocida). Sin embargo, bien que escuchamos las bandas sonoras de esas películas que tanto nos gustan o de aquellas que fueron tan taquilleras, ¿verdad? Aparte de la moda, también hay que tener en cuenta la educación de cada uno, ya que hay personas que han crecido con esta música, ya sea por escucharla en su casa, por tradición, por apuntarse a una academia o entrar en el conservatorio, o por la curiosidad del instrumento que tocan sus grupos favoritos. Da igual lo que te impulsara a hacerlo, sino el interés que despertó en ti. Mucha gente la descarta sin saber siquiera que es la base de la música que escucha cada día. ¡Cuántos solos musicales famosos son conocidos por todos! ¿Y qué son, más que clásica? Todo este rechazo viene por muchos prejuicios que se han ido formando: que es aburrida y adormece, que no innova, que hay que tener una sensibilidad especial, cuando todo en realidad consiste en poner interés y tener curiosidad por experimentar algo nuevo. ¿Aburrida? Hay canciones con tal intensidad en las que tienes que hacer una pausa. ¿Que no innova? Deja de pensar que sólo existe Mozart y verás la cantidad de genios modernos que tenemos a nuestro alcance. Ayer mismo encontré una entrevista del ABC al compositor y director de la orquesta londinense, Alexander Prior, que con sólo 17 años va triunfando por todo el mundo. En dicha entrevista le preguntaban que por qué creía que la música clásica no es popular, a lo cual respondía: “Porque la música clásica requiere pensar y la mayoría de las personas cuando regresan del trabajo sólo quieren relajarse. Los jóvenes creen que no es cool, le tienen miedo al arte porque lo ven como algo extraño y sospechoso. Mucha gente no escucha música clásica simplemente porque no han estado en contacto con ella. Después de todo, ¿qué puede ser más conmovedor que una sinfonía de Sibelius o una ópera de Strauss?” Vale, es verdad que el chico no es de lo más normal del mundo, pero tiene razón. La música de hoy en día dura 3 minutos y te lo dan todo hecho. ¿Nunca os ha pasado que habéis escuchado una canción en un idioma que no entendéis y os ha transmitido un sentimiento totalmente diferente a lo que decía la traducción? Eso es lo que más me gusta de la música clásica, tú eres el que decide qué historia quieres que cuente. Pero claro, es mucho más fácil que te cuenten de qué va, para qué plantearse algo si ya me lo pueden dar hecho, ¿no? Más práctico es, pero no es comparable el crear tu propia melodía de sentimientos a que sientas lo mismo que otras 3000 personas que lo escuchan, que aunque tendrán experiencias diferentes en las que basarse, la esencia será la misma. No pretendo que os pongáis a escuchar música clásica de ahora en adelante (que ojalá), sino que deis pie a experimentar con todos vuestros sentidos este arte tan olvidado que es el origen de todo aquello que nos mueve. Para terminar, os recomiendo que echéis un vistazo al vídeo de Benjamin Zander “Shining Eyes”, divertidísimo y con un enfoque muy brillante sobre este tema.

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