Revista Octava Planta Nº 45

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| CULTURA&TENDENCIAS > música

Alejandro Álvarez

Renovarse y morir El “renovarse o morir” es un clásico cada vez más común entre los grupos actuales, recelosos a seguir haciendo la misma música durante toda su carrera musical. Tras sacar unos primeros discos que les consagran y que forjan un estilo, llega un punto en el que, de forma incomprensible, cambian radicalmente y comienzan a experimentar cosas nuevas, generalmente cavando su propia tumba y alejándose de los seguidores que habían conseguido. Estas transformaciones generalmente buscan la extensión del conjunto hacia otro público, llevando consigo la pérdida de identidad. El tema a tratar es muy subjetivo, por lo que mucha gente estará a favor de que los grupos maduren y cambien y no continúen fieles a un estilo toda la carrera, algo que es un craso error que en la mayoría de las ocasiones les hace ganar más público pero perder a los que verdaderamente aman al grupo y no se dejan llevar por la corriente. Podríamos descubrir una cantidad abismal de grupos que lo han hecho, así como otros tantos que se han mantenido fieles (como Rage Against The Machine), pero vamos a centrarnos en tres bandas cercanas a nuestros días que seguro que no las asocian con lo que eran en otros tiempos. Si hablamos de cambios radicales, la estatuilla de oro se la lleva Linkin Park, probablemente la mayor decepción de los últimos años. Autores de auténticos himnos como “Faint” o “In The End” recogidos en dos grandes discos como Hybrid Theory (una maravilla) y Meteora forjaron un estilo inconfundible mezclando los rapeos de Mike y la tremenda voz de Chester con duros guitarreos. ¿Qué es lo que encontramos ahora? A Thousand of Suns, un disco imposible de escuchar (para los amantes del Linkin Park de antes, claro) cercano a la electrónica y a los sonidos enlatados, una trasformación difícil de digerir. Tan solo hay que ver la estética de los vocalistas para darse cuenta de que el grupo ha cambiado. Pero la decadencia no ha comenzado con este nuevo disco, venía de antes: Minutes to Midnight rompió con la fórmula que había encandilado a miles de fans siendo un disco plagado de baladas donde tan solo se salvan (y forzando) “No More Shorrow”, “Bleed It Out”, “Given Up” o “What I’ve Done”. Madurar se convierte en un problema cuando lleva incluido una transformación total, alejándose totalmente de un estilo donde el antiguo Chester se ha ido de vacaciones. Quizás antes de decir que se han vuelto comerciales lo más correcto es que han perdido su esencia, su fuerza y su identidad para convertirse en un grupo vacío, lejano a aquella banda con una personalidad asombrosa.

Green Day

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Otro de los casos es Papa Roach. De la maravilla de Infest en el 2000 y de ser una referencia a principios de siglo, ha pasado a colaborar con la MTV y acercarse de manera preocupante al pop-rock más simple. El grupo y su sonido post-hardcore parecían que iban a dar para hablar muchos años, pero a medida que el tiempo fue pasando la intensidad también lo hizo. Tras un exitoso primer disco, llegaron dos álbumes (Lovehatetragedy y Getting Away With Murder), claramente por debajo de Infest pero aún salvables, donde todavía no se había perdido por completo la fórmula. No obstante, se empezaba a ver la influencia de la discográfica y los cambios en el cantante Jacoby Shaddix, cercano a la estética emo. La escasa confianza de la vuelta del antiguo Papa Roach se dilapidó con The Paramour Sessions, donde la banda “evolucionó” hacia el rock alternativo, rompiendo con el estilo que se había creado. Methamorphosis, su penúltimo disco, quizás no sea tan desastroso como se podía esperar viendo la dinámica que le precedía, con alguna canción salvable como “Change Or Die” (título irónico para quienes le acusaban de pérdida de identidad) o “Hollywood Whore”, que recuerdan, salvando las distancias, al conjunto del 2000 pero que no salvan en absoluto el álbum entero. El disco tiene muchos altibajos, predominando el pop-rock simple, con mucha canción de relleno. Lo último que pudimos escuchar fue Time For Anihilation, un disco que contiene nuevas canciones mezcladas con temas en directo y en donde no se reconoce en ninguna de las inéditas el viejo estilo de Papa Roach, confirmando la decadencia total. En el mundo del punk tenemos a un grupo que representa este fenómeno a la perfección: Green Day. Los americanos, junto a NOFX, The Offspring o Bad Religion formaron parte de los grupos que revolucionaron el mundo del punk a principios de los 90. Sin embargo, su último disco, 21st Century Breakdown, poco tiene que ver con Dooki o Kerplunk!. El grupo ha dejado el punk aparcado para centrarse en un estilo muy lejano a este e incluso distante del rock (una auténtica decepción para los amantes del grupo de los primeros años). Su decisión de abrirse a las masas fue un error irreparable y, al igual que los grupos anteriores, han seguido idénticos pasos: los fieles dejan de sentirse identificados y el grupo va cambiando poco a poco hasta no quedar rastro del que sorprendió con su primer álbum. En los tres primeros discos, 39/Smooth, Kerplunk! y Dookie, pudimos ver a un Green Day lleno de energía y empuje que se consolidó en el mundo del punk pero que, siguiendo el ritual, pronto empezaría a transformarse con Insomniac, Nimrod y Warning (sobre todo en este último), donde la melodía relegó a la fuerza, una evolución que aún se podía digerir y aceptar. El último disco de los citados (Warning) separa al Green Day antiguo con el moderno, cercano al punk comercial americano estilo Sum 41 o Blink 182. Tras años sin sacar material, con American Idiot pudimos ver dos caras bien diferenciadas: desde el tema que da el título al disco hasta “Boulevard of Broken Dreams” o la aburrida “Wake Me Up When September Ends” que muestran un conjunto muy cambiado respecto a sus orígenes. Con 21st Century Breakdown llegó la desaparición del poco punk que le quedaba al grupo para acercarse más a lo alternativo y clásico, confirmando el cambio total (o la madurez para algunos) y augurando un futuro de lo más desalentador, un futuro que muchos grupos a día de hoy se están planteando, jugándose la “muerte” musical, un hecho que paradójicamente lleva consigo un aumento de seguidores. p

Octava l a n t a


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