Revista Octava Planta Nº 44

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忍術 Miguel García Todos sabemos de la existencia ficticia de los ninjas. Cuando éramos pequeños seguro que vimos alguna vez Las Tortugas Ninja, y ya más mayores películas en las que salían estos “seres” vestidos de negro que mataban tirando unas estrellas de metal y desaparecían tras una cortina de humo... La imagen que podemos tener de esta figura es de una persona entrenada específicamente para espiar y asesinar. Un punto de vista imaginativo e infantil, a veces temerario, que la sociedad tiene de los ninjas y que se ha reducido al mito establecido históricamente. La figura del ninja históricamente ha acompañado a la evolución de Japón, donde las diferentes escuelas participaron en las estrategias guerreras, espionaje, falsificación de documentos… Cobró tanta importancia la figura del ninja que llegaron a ser perseguidos por su influencia y poder en cierto momento de la historia japonesa. El Nin Jutsu es un arte marcial tradicional que ha evolucionado desde hace más de siete siglos adaptando las técnicas y, por supuesto, la filosofía (una parte de vital importancia en la práctica del Nin Jutsu) y se caracteriza por la resistencia, el aguante, la tenacidad y la supervivencia tanto en el plano físico como el espiritual, defendiendo al hombre libre frente a la idea de mercader (filosofía que aún guía a los artistas marciales del Nin Jutsu). Como antes hemos comentado, existía un gran número de escuelas donde se practicaba Nin Jutsu. Actualmente la escuela más conocida a nivel mundial es la Bujinkan Dōjō (武神館道場), fundada por Maasaki Hatsumi (初見 良昭), actualmente el soke (heredero) del Dojo. Bujinkan resulta de la unión de nueve escuelas que individualmente se especializaron y evolucionaron a lo largo del tiempo. Tres de ellas son Gyokko ryu (especializada en técnicas de presión dolorosa), Kukishinden ryu (armaduras y técnicas con bastón y cadenas) y Togakure ryu (típica escuela ninja con especialidad en técnicas de combate y estrategia). Para comprender el Nin Jutsu debemos tener claro que es un arte marcial tradicional, no moderno como muchas otras, y, por tanto, no se ha convertido en ningún deporte ni hay competición. Algo que la permite mantenerse viva. Entrando un poco en el propio arte marcial, el Nin Jutsu tiene un entrenamiento en cuerpo y alma, de modo que este debe tratar diferentes aspectos: la meditación y canalización de energía, la práctica de combate sin armas (Ju Tai Jutsu [luxaciones, estrangulaciones…], Dakentai Jutsu [golpes], Taihen Jutsu [saltos, rodamientos…]), utilización de bastones, sables, armas basadas en cadenas o cuerdas, lanzamiento de láminas afiladas (los famosos Shuriken o estrellas), uso de explosivos y armas de fuego… Todo ello adecuándose a las intenciones y el lugar físico en el que nos encontramos. Recalco de nuevo la necesidad del desarrollo espiritual en la práctica del arte marcial, para ello Takamatsu (maestro de Hatsumi) promulgó conductas tales como evitar la ira, ser honestos, mantener la calma, evitar hablar demasiado para no dispersar la energía o evitar el deseo para conservar un corazón puro y pensamiento positivo. Los practicantes de Nin Jutsu entrenan en el Dojo. El uniforme de entrenamiento es el Shinobi Shozoku, compuesto por un kimono negro con Tabi (calzado) y cubretabi. Además se lleva el escudo y cinto correspondiente al grado, que en el Nin Jutsu se divide en Kyu (principantes y alumnos avanzados, llevan cinto blanco y verde respectivamente), Shidoshi-ho (instructor junior [hasta 5º Dan]), Shidoshi (instructor senior [hasta 9º Dan]), Shihan (maestro [hasta 14º Dan]) y Menkyo Kaiden (15º Dan). Finalmente, quiero aprovechar la oportunidad para animar a todo aquel que pueda estar interesado a conocer el Nin Jutsu y, por qué no, practicarlo. En Valladolid la Asociación Bujinkan Collado Dojo tiene asociados diversos gimnasios en los que podrás descubrir este milenario arte marcial.

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El alcohol, más dañino que la heroína y el crack Alejandro Sánchez Según un estudio publicado por la revista médica The Lancet, el alcohol, considerando el perjuicio al consumidor y su entorno, es la droga más nociva. El informe, dirigido a elaborar políticas para paliar el efecto en la sociedad de las drogas, ha tenido en cuenta muchos factores que han sido valorados de cero a cien, siendo cien el más dañino. Todos esos factores fueron organizados en categorías: mortalidad a causa directa del consumo, mortalidad derivada del consumo, daño directo a causa del consumo, daño derivado del consumo, dependencia, discapacidad mental a causa del consumo, pérdida de capacidades de la percepción, daño a las relaciones personales, lesiones, crimen, conflicto familiar, daño al entorno cercano, daño al conjunto de la sociedad, coste económico y deterioro de la cohesión comunitaria. Teniendo todo esto en cuenta, la puntuación más alta fue para el alcohol, con una puntuación de 72, seguido por la heroína (55) y el crack (54). Los autores del estudio recalcaron que el alcohol es tres veces más dañino que la cocaína y el tabaco, además de que lidera las drogas mas perjudiciales para el entorno de la persona. Con todo esto quieren demostrar que el sistema actual de clasificación no se corresponde con las pruebas acerca del daño que hacen. Por una parte, aunque el alcohol sea algo socialmente aceptado ello no implica que sea beneficioso para nuestro cuerpo y de hecho es todo lo contrario. Aunque ahora nos digan que tomarse un vaso de vino es bueno, también antes se decía que fumar una cajetilla al día era bueno. Además, si se tienen en cuenta todas las muertes debidas a accidentes de tráfico causados por el alcohol y las debidas a enfermedades derivadas de su consumo, el coste social es muy importante. Tampoco debemos dejar de lado que no puede ser muy bueno la cantidad de alcohol malo que ingerimos, véase nuestro Don Rodrigo, que es fabricado reutilizando vinos avinagrados. Por otra parte, parece que el estudio está orientado a hacer que el alcohol salga como una de las drogas más peligrosas. En primer lugar, no es comparable porque es una droga legal y la heroína y el crack no; y, por otro lado, la incidencia de personas dependientes es mucho menor aunque el consumo sea mayor por lo que se “inflan” artificialmente los daños pues la dependencia es menor, aunque tampoco podemos negar que no haya alcohólicos. En definitiva, el alcohol es malo, sí, pero con moderación no lo es tanto.

Octava l a n t a

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