Octava Planta numero 46

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Nuria Luis

¿QUÉ ES MODA Y QUÉ NO? Los más fashionistas defienden una forma de vestir que se salga de todo lo convencional. Ante todo se busca destacar, pero ¿tiene esto límites? En moda se suele decir que ya está todo inventado. Si el año pasado volvía con fuerza la década de los setenta con los pantalones de campana, esta temporada se mantienen y se suman además los vestidos estilo baby-doll que acostumbraban a llevar chicas como la famosa modelo británica Twiggy en los años sesenta. Todo vuelve y, por este motivo, los creativos de las grandes y pequeñas marcas hacen esfuerzos titánicos por renovar todo lo que se ha visto anteriormente, por diferenciarse, y para ello tratan de hacer uso de la innovación. En uno de esos intentos por destacar se encuentra la propia ruptura de los cánones clásicos. Frases como “rosa y rojo no pegan” están ya desfasadas y, en su lugar, tendencias como el color blocking pisan fuerte desde hace varios años. Así, combinaciones como mostaza y fucsia, naranja y morado o azul y rojo se han trasladado de las pasarelas al low-cost, y tiendas como Zara o H&M hacen versiones casi clónicas de modelos de Gucci, Loewe o Christopher Kane. Otro esquema que tampoco tiene vigencia ya es la prohibición de mezclar estampados: rayas y flores, cuadros y puntos, pata de gallo con dibujos, todo vale; el secreto reside en conseguir una armonía cromática que resulte agradable a la vista. A base de probar se consiguen auténticos looks dignos de figurar en los mejores blogs de streetstyle. Estas tendencias, que para mucha gente pueden resultar un subversivo, a otros se les quedan cortas. Cada año se gradúan miles de diseñadores, y al ser uno de los mundos más competitivos que existe, se hace obligatoria la novedad, la idea original que lleve a brillar con luz propia por encima del resto. Es necesario ir un paso más allá. Buscar, entre otros recursos, la excentricidad. Formas y volúmenes imposibles, estructuras arquitectónicas o combinaciones impensables para el día a día son parte de los diseños que se dejan ver entre las colecciones más “ponibles” de Jean Paul Gaultier o de Vivienne Westwood. Sin embargo, existen otros diseñadores cuyas creaciones llevan la palabra extravagancia entre sus costuras. Uno de ellos es sin duda el británico Alexander McQueen, cuya concepción de la moda ha ascendido a un nivel superior: tacones estructurales, brocados decimonónicos

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mezclados con calaveras… obras de arte fácilmente reconocibles para cualquier persona. Otra concepción distinta de destacar es la del diseñador Hussein Chalayan, cuya capacidad de aunar alta tecnología y moda ha hecho que sus diseños domóticos puedan convertirse automáticamente en un modelo completamente diferente al original. La pregunta es ¿quién sale con esto a la calle? El afán de desmarcarse puede llegar a convertirse en una auténtica obsesión o, según se mire, en una buena estrategia de marketing, como ha conseguido la cantante Lady Gaga. Es la única capaz de ponerse un vestido hecho a base de carne o los diseños más estrambóticos de McQueen o de la española Maya Hansen. A ella se le suma, aunque en menor grado, la editora de la versión japonesa de Vogue, Anna dello Russo, quien gracias a su atrevimiento siempre aparece fotografiada en todos los desfiles. En un segundo plano se encontrarían bloggers como Bryanboy o Tavi y sus intentos por no pasar desapercibidos. Asimismo, navegando por la red es muy común encontrarse con pequeñas curiosidades fotografiadas en las pasarelas como bricks de leche o una simple bolsa de plástico convertidas en bolso, o un cinturón hecho a base de cuchillas de afeitar, ejemplos que escapan de la convencionalidad y consiguen lo que pretenden, ser fotografiados por coolhunters para obtener el minuto de fama que vaticinaba Andy Warhol. Desde luego, estas imágenes abren polémica: ¿qué se puede considerar moda y qué no? ¿Es solo moda lo que se sube a las pasarelas o, por el contrario, con el peso que tienen ahora los ciudadanos de a pie de incidir sobre la moda, también puede considerarse como tal lo que hacen ellos? ¿Supone terreno permitido solo para unos pocos como dello Russo, que tratan de elevar la extravagancia a nivel de tendencia? La moda es sin duda uno de los terrenos favoritos de la imaginación y la creación para el que la palabra imposible no existe. Pero debemos ser realistas. Actualmente se ha convertido en una carrera de fondo cuya única meta es desmarcarse. Y, desgraciadamente, en el camino se queda lo que verdaderamente importa: el concepto. Porque moda es belleza, y no habría que perder ese norte. Otra cosa es lo que se pueda considerar bello o no, pero ése ya es otro debate.

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