Octava Planta número 42

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24/05/2010

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Alfonsita la lo v ita Querida Alfonsita, Desde hace unas semanas, algo dentro de mi cuerpo, de mi mente, ha cambiado. Ya no soy el mismo. Siento cosas que no puedo explicar, cosas que nunca antes había sentido. Y es que el otro día me desperté de repente cuando la señora de la limpieza entró a mi habitación y no sé qué estaría soñando, pero desde aquel momento la veo con otros ojos. Me pareció hermosa, un ángel caído del cielo, la más bella criatura que habita sobre la Tierra. Me he enamorado. Ahora procuro tener la habitación hecha un desastre (con lo que me gusta a mí “el frotar”) y así pasar más tiempo junto a ella, dos veces por semana, demasiado poco para el amor que la profeso. Ya no sé qué hacer para atraerla hasta mis brazos, si esperarla en posición encima de la cama, meterme en la ducha con la cortina descorrida o empotrarla pa’ dentro del cuarto de limpieza. Fdo: Don Limpio.

Amigo de la limpieza, está claro que tus síntomas responden perfectamente ante un cuadro de abstinencia sexual no pretendida. Tus hormonas están tan exaltadas que reaccionan ante el fuerte olor del desinfectante y el movimiento repetitivo de la mopa. Deja en paz a la pobre limpiadora que tiene ya muchas cosas a las que sacar brillo como para tener que huir de un acosador/exhibicionista que sólo piensa en echar más polvos. ¿Por qué no te centras en alguna de las cochinas que vive en el piso de arriba y la enseñas la vieja técnica de “echar cera, pulir cera”? También podéis hacer juntos la colada, pero cuidado con la lejía que salpica y deja mancha blanca. Vas a dejar toda la Residencia como “los chorros del oro”. Seguro que la limpiadora te lo agradece con más papel higiénico, tú ya le encontrarás más usos…

Hola Alfonsita, Últimamente tengo un problema muy duro. Duro, esa es la palabra perfecta, sí. Resulta que desde que me levanto hasta que me acuesto tengo la bandera izada, marcando el norte, vamos que de mi polla sacan acero para los barcos de lo dura que está. Ya no sé qué hacer. Al principio intentaba seguir haciendo vida normal, pero las pobres muchachas que me cruzaba por la calle huían despavoridas al ver ese bulto tan grande dentro de mi pantalón (aunque yo sé que estaban ansiosas de que las enchufara mi aparato a máxima potencia). Así que ahora ya no puedo ni salir de mi tienda de campaña, perdón, de mi cama. La tutora de mi pasillo viene a verme todos los días, dice que está muy preocupada; pero yo creo que la viciosilla de ella lo que quiere es que la cosa a embestidas, más que nada por el rastro de “baba de caracol” que deja en el trayecto. Es que saliva y todo cada vez que ve mi aparato. El otro día estuve viendo una corrida y la verdad es que mi paquetón no tiene nada que envidiar al de Jesulín, yo con el capote no puedo tapar mi… ¿Qué hago para que se me baje la hinchazón? ¿Me doy Hemoal?

Querido picador, se diría que lo que a ti te pasa es una bendición de los dioses, no un castigo. Tienes a todas las salidorras de tu pasillo haciendo cola para que las montes cual caballo percherón. Aprovéchate de ellas, que están deseando que les des Coca-Cola de 2l., incluso si te lo montas bien, seguro que puedes ensartarlas a unas cuantas a la vez a modo de brocheta de ciervo. Además, hasta las camareras de Juanjo han oído acerca de tu trombón y van chorreando y resbalándose mientras sirven los menús, ¿no has notado lo bien que te tratan cuando bajas a por el zumo? Si el otro día una hizo como que se caía y se sacó una teta para provocarte. Las tienes a todas en el bote, así que no intentes que eso baje. Pero bueno, en el caso de que estés extremadamente desesperado puedes poner un parte para que el Ñapas te haga un arreglillo. Con una cuerda y un nudo bien fuerte seguro que ni se nota debajo del pantalón.

Octava l a n t a

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