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Fiesta de primavera Alejandro y Cristina Tras la entrega de las Becas de este curso en el paraninfo del Palacio de Congresos “Conde Ansúrez”, los residentes se dirigieron al comedor de la Residencia para disfrutar de unos pinchos que la misma ofreció para todos los que quisieron acercarse. Después de esto, muchos se dirigieron al bar de copas “El Paralelo” en Cantarranas, el cual cuenta con dos pequeñas zonas de baile donde pudimos disfrutar de una barra libre organizada por la comisión de Culturales. De la misma podemos hablar sobre todo de re-cuerdos de otros (o, más bien, de cámaras fotográficas). Sabemos que hubo algún stripper y; aunque nadie sabe muy bien ni cómo ni cuándo, el Tuenti nunca engaña; no obstante, seguramente alguna que otra debió disfrutarlo. También pudimos disfrutar de nuestras propias Paris Hilton y Nichole Richie, que durante toda la velada fueron acosadas por numerosos perseguidores. Comprobamos cómo una de nuestras celebridades locales, de la que no podemos mencionar su nombre pues es por todos conocido por su papel en una reciente y exitosa obra de teatro, revivió de entre los muertos para aclararnos sus tendencias sexuales y demostrarnos que realmente no era gay (lo sentimos, chicos). Durante la fiesta, muchos residentes decidieron salir al fresco de la calle a descansar un poco, por lo que hubo algún pequeño problema pues el portero a veces no devolvía la entrada y luego ponía inconvenientes para
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dejar entrar sin ella (la misma que se había negado a dar minutos antes). Lo de descansar en la calle fue llevado por algunos a extremos de tumbarse en el suelo, no sabemos muy bien si para conseguir un bronceado lunar o para echarse una siesta. Cuando se acercaba el fin de la fiesta comprobamos que, en la parte inferior del bar, llovía una sustancia líquida procedente del piso superior, de la cual aún se desconoce su origen. A las cuatro llegó el fin de la barra libre y, aunque aún no nos lo acabábamos de creer, sobró alcohol y se hizo un recuento para poder recogerlo más tarde.
Sin embargo, la noche no acabó ahí para muchos (aunque para otros había terminado mucho antes), pues los que todavía quedaban en el bar se fueron dispersando por diferentes discotecas y los demás volvieron a la Residencia, donde parece que alguno le dio tanto uso al ascensor que lo acabó estropeando y pidió auxilio a gritos a algún tutor fortachón que, por desgracia, no estaba allí. En definitiva, sin duda la fiesta fue mucho mejor que la anterior, en la que hacía un calor insoportable en el bar y, parece ser que el dueño se apropió indebidamente de parte de la bebida e hizo que no quedase nada más que agua al final de la noche. Haciendo balance: fue una gran ocasión para ver cómo se forjaron nuevas amistades (algunas bastante inesperadas), nuevos cotilleos y recordar a antiguos residentes que también se dejaron ver por el lugar.
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