Octava Planta número 41

Page 8

final_3:principio sumario(1).qxd

31/03/2010

2:55

PÆgina 8

me parece que el mundo laboral no va por ahí, más bien por el desarrollo incremental basado en entregas. “Venir a clase no es lo mismo que ir a la panadería: pides una barra de pan caliente y esperas silbando a que te la sirvan. Tiene que existir una interacción entre el alumno y el profesor”. Mientras sigan existiendo los exámenes finales, esto es imposible que se produzca. Vuelvo a repetir que el trabajo de una persona tiene que estar motivado y evaluado con periodicidad. Nadie sale de su cueva para buscar comida si no está hambriento. Generalizando, nadie se esfuerza en conseguir algo si no es para obtener una recompensa. Es cierto que la recompensa aquí podría ser conocer, ganas de aprender, pero aunque

estos deseos estén presentes, siempre vencerá el instinto humano de ahorrar energías (en la mayor parte de los casos). La única solución es obligar a trabajar de forma periódica. Así la interacción es posible ya que el alumno conoce la materia ¿Quién participa en una conversación sobre algo que desconoce? Otros padrenuestros de los responsables del sistema educativo podrían dar lugar a más razonamientos en contra de los exámenes globales. Lo curioso es que mientras los rezan aplican estos métodos, lo cual es un absurdo. Quizás la nueva reforma de los planes de estudio sea beneficiosa si verdaderamente fomenta la evaluación periódica y el trabajo en grupo. Y así, sin que haya habido ninguna iniciativa todavía, las teorías sin práctica se lleven a cabo.

No hubo huevos a comerse los huevos Patiño y Villalba En época de exámenes es cuando a los universitarios se les ocurren las mayores estupideces. Escribimos este casillero para narrar lo que un día se le ocurrió al listo del tutor del cuarto par. Allá por el día tres de febrero, y tras haber hecho un examen de física cuántica justo antes, este intrépido tutor fue al Lupa a efectuar su compra semanal cuando, a la hora de pagar, el típico amigo que todos tenemos al que le gusta apostar a todo le dijo: “joder, ¿dónde vas sin comida?” A lo que este tutor respondió : “¡qué va! Si a mí esto no me dura nada, y dicho esto se abrió el portal místico de donde salió este gran reto: ”¿A que no te comes todo esto en un día?” Miguel dijo, sin pensarlo un momento, “en veinticuatro horas… me sobra tiempo”. En este instante al típico amigo apostante se le iluminaron los ojos con un fulgor sólo visto cuando se acerca una bobada única. Después de discutir las condiciones durante el trayecto hasta la Residencia, la apuesta quedó hecha: Miguel se debía comer toda la comida que había comprado en treinta y seis horas. Una vez aceptada la apuesta, el graciosote tutor tenía tiempo y ganas de bromear con el tema en cuestión: “bah, de treinta y seis horas…. me sobran cinco”. La apuesta se certifico por escrito con el nombre y la firma de los apostantes, lo que se apostaban y

Página 8

la recompensa propia: en caso de que ganara Miguel, conseguiría el reembolso de la compra hecha y una cena en Juanjo´s; si perdía Miguel, el otro muchachote ganaría una cena. En este momento que parecía que todos los trámites burocráticos habían terminado, entró en la habitación una intrépida lingüista de inteligencia superior a la que se le explicó la apuesta. Con tono superior añadió: “Miguel con lo gocho que es, se lo come fijo”. En este momento volvió el brillo de la apuesta a los ojos del apostante que no debía ingerir alimentos. Éste viendo su oportunidad de oro dijo: “¿Te apostarías tu integridad física (emulando a How I met your mother)?, y “¿te apostarías un bofetón?” La lingüista contestó: “Voy a disfrutar partiéndote la cara…” En ese momento dio comienzo la apuesta. El glotón eligió mal la estrategia de ataque, decidió comer la primera noche en cantidades industriales, lo que le pasó factura en las siguientes comidas del día, y que tuvo consecuencias catastróficas para la consecución de la apuesta. Ese mismo día, por la noche, Miguel se dio por vencido. Puso como excusa que era peligroso para su integridad física comerse una docena de huevos en veinticuatro horas, cosa que el otro apostante había tenido en cuenta. Tras haberse hecho un planning de comidas para atacar el título, le faltaron los huevos… ¡¡¡ay, dichosos huevos!!!!.

Octava l a n t a

p


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.