Octava Planta número 40

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Fiesta de la Residencia Javi y Aitor Acabado ya el periodo de integración de novatos con éxito, solo nos quedaba en el horizonte la fiesta de la Resi, donde esperábamos recuperar el grado de alcoholemia que llegamos a alcanzar durante las primeras semanas. Y es que no podía ser menos, ya que se nos brindaba la oportunidad de disfrutar de una barra libre con unos camareros de excepción, nuestros compis de la Resi. Quién mejor para conocer nuestros gustos y preferencias en cuanto a bebidas espirituosas... o zumitos. Pero había que conseguir la entrada. La popularidad del evento hizo que las entradas para el bar Carcassone, pese a sus doce euros de coste, volaran rápidamente de las manos de los relaciones públicas de la Residencia. La venta empezó el día anterior a las tres de la tarde, y transcurridas apenas cuatro horas las entradas se agotaron, quedándose incluso algún residente sin su codiciado pase. A medida que se acercaba el momento, la Residencia cobró vida. No había pasillo en donde no se viesen camisetas volando, a las chicas corriendo de una habitación a otra pasándose el maquillaje, el secador, cambiándose una y otra vez de modelito, buscando aquel que le hiciese la reina de la noche. Mientras tanto, los chicos a lo suyo, a última hora duchándose, afeitándose e intentando buscar en el armario una camisa limpia (misión imposible si el finde anterior no fuiste a visitar a mamá). Y llegó la hora de marchar. Todos los novatos estábamos impacientes e increíblemente ilusionados, pues teníamos la esperanza de que, como todos los años anteriores, la fiesta fuera un desmadre y encontrásemos a la reina de la noche (ilusos... aunque el señor C sabe que hubo quien se dedicaba a coleccio-nar princesas). ¡Total, ya había comenzado la noche! Fuimos a buscar el bus (que la compañía AUVASA nos prestó muy amablemente) encargado de llevarnos hasta nuestro particular Edén (que conste que nosotros no bebemos...). Aun a pesar de los imponentes maromos que encontramos a la entrada, pasamos al local dispuestos a darlo todo, a encontrar nuestro pequeño hueco en la barra y a nuestro barman particular. Entre risas, fotos y bailoteo nos encontramos bebiendo y brindando con nuestros amigos y poco a poco fue pasando la noche y aumentando la temperatura, y no solo la del local... Es por eso que a pesar del intenso frío que

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hacía fuera, las visitas al exterior empezaron a aumentar. Pero la noche nos depararía muchas sorpresas, con visita incluida de los impredecibles y amigables agentes de la ley. Ahora bien, todos nos preguntamos el por qué de su aparición, y el motivo era que los vecinos de la zona se quejaron del algarabío montado, pues era una noche para no olvidar. Aunque la miga del asunto no se quedó allí, pues al pedir la policía los papeles del bar, éstos vieron que no estaban en regla. Y es por ello que el momento cumbre de la noche no tardaría en llegar. Después de recoger del suelo, limpiar la babilla, volver a recoger del suelo, etc. a no pocos compañeros que querían poner fin a la noche demasiado pronto, llegó el hostión del siglo. Presentamos al personaje en cuestión. Esta persona a la que nadie de la Residencia parecía conocer, mostraba ya nada más salir un particular exceso de exaltación, pues no paraba de saltar, cantar, bromear y demás menesteres. Pero con lo que nuestro querido amigo no contaba era con la singular barra que proteje a los peatones del tráfico urbano, en la que vio su nuevo entretenimiento, y en ella estuvo balanceándose felizmente hasta que la gravedad hizo acto de presencia y provocó su encontronazo con el asfalto. Resultado: una brecha y un viaje de regalo en ambulancia hasta el hospital.

Este fue el punto de inflexión a partir del cual los caminos se bifurcaron, habiendo quien decidió dar por concluida la noche y dar paso a los after-hours, o quien pudo continuarla en otros lugares descubriendo Bagur, Jaleo y demás locales de la noche vallisoletana. Y con todo esto amaneció y no tocaba otra cosa más que hacer balance de la noche, con las míticas preguntas: “¿Dónde acabamos anoche?”, “¿Viniste conmigo a la Resi?”, “¿Es cierto eso que cuentan de …?”, “¿Y lo del baño también?”, “¿Te acuerdas de lo que hiciste anoche?” Y aquí lo dejamos hasta la próxima fiesta que esperamos sea igual o mejor todavía que ésta que os acabamos de relatar.

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