Octava Planta número 39

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17/05/2009

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Fiesta de primavera Loli y Curro El día 25 de abril por la noche, tras acabar el vino español en el comedor, nos dirigimos todos a la Sala Polar para disfrutar de la barra libre que, con tanta ilusión, había organizado la comisión de Actividades Culturales. Aunque ya salíamos todos un poco achispados de la Residencia debido al “buen vino” que nos sirven todos los años, no tuvimos ningún problema para llegar al lugar en cuestión. Poco a poco, todos los residentes, ex residentes y amigos fuimos llegando al bar con ganas de pasar una gran noche, cosa que creemos que todos (o casi todos) conseguimos.

Según iba pasando la noche nos dimos cuenta de que el suelo del bar, a diferencia del de La Maraca, no resbalaba, así que no había tanto peligro de caídas; pero, aun así, se pudo ver cómo los residentes se seguían agarrando, abrazando unos a otros para no caerse o para otros menesteres que no vamos a detallar mucho aquí ya que hay una sección específica para ello. Aunque todos nos lo estábamos pasando muy bien, no todo estaba fluyendo como debía en nuestra noche. Llegó un momento de la velada en el que los empleados del local comenzaron a negarse a darnos hielos, por lo que nuestro querido tutor Guti tuvo que tener un par de palabras con ellos para que cumplieran su parte del trato. El resultado de la negociación fue bueno y pudimos seguir disfrutando de nuestros refrescos a su temperatura ideal el resto de la noche.

Los residentes más colaboradores fueron los encargados de hacer las veces de camareros por turnos detrás de la barra durante toda la noche y, la verdad, es que estuvieron bastante atareados porque, debido a que toda la bebida estaba ya pagada, los asistentes no hacían más que pedir y pedir sin parar y, a veces, la zona de suministro estaba un poco colapsada.

Cuando ya se iba acercando la hora del cierre del bar, encendieron todas las luces y nos echaron de allí (un poco de mala manera, todo hay que decirlo). El resultado de la noche fue que la parte de atrás de la barra parecía un vertedero porque, a medida que los cubos de basura se iban llenando y no cabía nada más en ellos, el suelo empezó a pasar a ser nuestro basurero particular. Otro resultado fue que algunos residentes acabaron la noche apoyados en un coche o más contentos de lo normal, prueba de ello es que alguno se marchó a darse un bañito al Esgueva. Los que aguantaron el tirón decidieron continuar la fiesta en otro bar. Pese a todos los contratiempos que pudiese haber, todos nos lo pasamos estupendamente, nos reímos, bailamos y bebimos, que era de lo que se trataba la noche.

Después de tomarnos las primeras copas, llegaron los “gorilas” del local para apartarnos del centro de la pista, colocar allí una plataforma y escoltar a unas gogós que se pusieron a bailar y a darlo todo entre las lascivas miradas de los residentes (y las “residentas”) que las rodeaban. Ya nos habían avisado de que esa noche iba a haber espectáculo en el bar, pero lo que no sabíamos es que con “espectáculo” se referían a eso...

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