Octava Planta número 38

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David Hernández A principios de 2008, Razorlight volvían a subirse de nuevo a un escenario en el Ellis Park de Johannesburgo, Sudáfrica. El evento se organizó a favor de 46664, la organización liderada por Nelson Mandela que lucha contra el SIDA. Pero había algo más en torno a la banda ese día. Y es que dos años después del lanzamiento de su segundo álbum la banda había estado demasiado tiempo en el centro del huracán y sus miembros, nublados por el éxito, habían perdido en cierto modo el rumbo de su carrera y de sus vidas. Sin embargo, ese día en Sudáfrica tanto Johnny Borrell (cantante, guitarra, piano y principal compositor) como Andy Burrows (batería), Carl Dalemo (bajo) y Björn Ågren (guitarra) estaban a punto de resurgir como nadie se esperaba y, aunque la banda se entregó al máximo en su actuación, el momento que hizo enmudecer a todo el estadio fue cuando llegó el momento de "Hostage of love", una canción hasta entonces inédita. La banda parecía haber encontrado una nueva frecuencia. El estadio de Ellis Park no era totalmente consciente de esto, pero acababa de atestiguar el inicio de un nuevo capítulo en la historia de Razorlight. Esta historia comenzó en un pequeño local de ensayo situado al Este de Londres en 2002. Rápidamente fueron conocidos por sus ritmos guitarreros llenos de vitalidad. Se veían bien, tenían canciones notables y respondían agresivamente cuando se les preguntaba cualquier cosa. Las revistas NME y Q los declararon grupo revelación del año 2004. Acto seguido pasaron de tocar en bares, sótanos, clubes, azoteas y academias, a llenar teatros y festivales. Su álbum debut Up All Night fue reconocido como uno de los álbumes preeminentes en 2004, llegando al número tres de las listas británicas y etiquetado de indie por estar su sonido influenciado por The Strokes o The Libertines, a pesar de tener éste un aire mucho más rockero. Gracias a este disco Razorlight obtuvo la mayor parte de los clichés del éxito, pero fue entonces cuando el batería, Christian Smith, decidió abandonar el grupo y fue sustituido por Andy Burrows. Salieron de gira con U2, Johnny y Andy cantaban junto a Bono en el escenario. Todo indicaba que Razorlight estaba a punto de sucumbir en la batalla del respeto inglés. En la primavera de 2006, Razorlight inició la grabación de su segundo álbum con uno de los más grandes productores británicos de todos los tiempos: Chris Thomas (productor de The Beatles, The Pretenders, Sex Pistols, etc). La revista Q lo calificó como "el mejor álbum de rock en el Reino Unido desde el Definitely Maybe de Oasis". "In the Morning" ocupó el puesto número dos en las listas y el álbum fue directo al número uno. "America", segundo sencillo de este álbum, se colocó directamente en el

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primer puesto y tomó el control de las ondas de radio en todo el mundo durante la mayor parte de 2006. Razorlight se elevaron al siguiente nivel. En el Reino Unido se convirtieron en parte del entramado diario. Johnny y Andy eran perseguidos por los paparazzi. Vogue puso a Johnny en su portada y todo el mundo especulaba sobre la química personal entre los miembros del grupo. Hubo novias de Hollywood, rumores de ruptura, peleas y juicios basados en medias verdades infladas por la prensa. Aún así, la banda se mantuvo unida, sobresaliendo como músicos cada noche, siendo la cabeza de cartel en los festivales de Reading y Leeds. Pero los efectos secundarios del éxito no pasaban desapercibidos. Por ello, a finales del 2007 decidieron darse un descanso para reflexionar. Björn decidió aislarse en una isla del mediterráneo a solas con su guitarra y sus pedales, Carl se dedicó a asistir a cuantos conciertos interesantes encontraba, Andy escribió un muy bien recibido álbum en solitario titulado Colour of my dreams y Johnny desapareció en una isla al norte de Escocia con apenas un cuaderno como compañía, en el que se dedicó a escribir el cuerpo principal de Slipway Fires. En este tiempo todos se habían hecho tantas preguntas acerca de por qué hacían música que, cuando se juntaron de nuevo en el estudio, simplemente todo estalló. Bastaron algunas semanas en una fábrica convertida en estudio al norte de Londres para convertir las canciones en material discográfico. El productor, Mike Crossey, demostró su experiencia en el estudio convirtiéndose parcialmente en un quinto miembro de la banda. Y ahí está el resultado, Slipway Fires es la clase de álbum que sólo se puede hacer después de una serie de consecuencias, después de ser puestos a prueba y de enfrentarse a un infierno público y privado. Abre el disco "Wire To Wire", una balada in crescendo que da paso a “Hostage of love”, canción a la que hacía referencia cuando hablaba del resurgir de la banda en Johannesburgo. Golpes de rock'n'roll en "Tabloid Lover" y letras mucho más maduras en “60 Thomspson”. Y la que en mi opinión es la mejor canción del disco y no solo por la música, sino por lo que significa para ellos, “North London Trash”, una crítica a la vida que llevaron antes de exiliarse para sentar la cabeza y que tantos problemas personales les causó. Si hay un peligro con todas las bandas de rock es que en sólo tres o cuatro álbumes se convierten en algo casi perpetuo, en una marca comercial que sólo aporta más de lo mismo a la música. Slipway Fires es un ejemplo asombroso de cómo Razorlight han roto ese patrón.

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