OctavaPlanta número 34

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03/12/2007

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L’Erasmus de Cris (I) Cristina García Casado Hace cuatro meses estaba sentada en un avión con una única certeza: me iba de Erasmus. Con la pena de quien está enamorada de la vida que deja atrás y la curiosidad de quien se pregunta qué habrá después del aterrizaje. ¿Qué ha pasado en estos más de 100 días? Hablo francés, vivo en el centro de una ciudad belga. Como a las doce y ceno a las seis y media. Me he aficionado a los cómics y doy algunas clases de español. Salgo a bailar electro-accesible los miércoles a la Soundstation y paso días estupendos en Colonia, en compañía de mi chico, que hace Erasmus allí. Cojo trenes y aviones con más frecuencia y soltura, he estado en el Mar del Norte, en varios puntos de Bélgica, en Luxemburgo, y en la soleada Grecia. He recibido las visitas de mis amigos (pronto tendré a algunas de mis alfonsinas por aquí). En mi reproductor de música suenan Aldebert, Camille, Saule…disfruto de mis grupos favoritos en concierto muy a menudo. He recuperado ese viejo y bello hábito de escribir cartas y la ilusión que sentías al recibir tus primeros mensajes, e-mails o postales. Tomo apuntes en hojas de rayas y voy a clase con un carpesán y un boli retro de cuatro tintas. Dicen que me he hecho un corte de pelo muy francés. Y hay una serie de nuevas palabras que han entrado en mi vida: Kot (formato belga de un piso de estudiantes), GSM (móvil) y Thalys (estupendo trenecito que me lleva en muy poco tiempo a Colonia)

más, es una oportunidad estupenda para tomar perspectiva respecto a tu vida y darte cuenta de que ésta puede ser lo que tú quieres que sea. Es necesario y sano salir para ver que el camino no está tan marcado como creemos. Que hay mucho mundo más allá de las cuatro paredes de la comodidad del día a día, que hay mucha fauna y mucha flora sin descubrir dentro y fuera de nosotros. Ahora y desde aquí veo mi vida como un todo: no hay una vida Erasmus y una vida a la que volver después. Es tu vida, una sola, que crece y se hace más alta y más ancha. Y esto es lo que hay a estas alturas de la escalera, me espera un diciembre de mercaditos de navidad, gaufres au chocolat y macchiatos bien calentitos antes de volver a casa. Y es así como es el aire desde aquí y así es como yo vivo mi Erasmus.

No relataré aquí un Erasmus de sexo, drogas y rock and roll porque no es el caso. Y, os aseguro, no tiene por qué serlo. No hay un solo modo de hacer Erasmus. Y por eso he titulado así este artículo, porque esto no es más que mi Erasmus, el erasmus de Cris, que no es más que una de las miles de maneras de hacer un Erasmus. Erasmus es lo que tú quieras hacer con él, es

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