OctavaPlanta número 33

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13/05/2007

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Dando la nota... Ruth, Germán y Diego

Opeth Ghost Reveries Ghost Reveries es el octavo disco de estudio de esta increíble banda sueca. Quien empiece a escucharlo sin saber lo que se va a esperar, es probable que quede espantado desde el primer verso, cuando aparece la voz de Mikael Åkerfeldt en su modo más gutural. Pero si esperamos un rato más, podremos ver que la realidad es bien distinta (al menos, en parte), y que también hay calma en medio de la tempestad. Se suele decir, para los que les gusten las etiquetas, que hacen death metal progresivo, aunque esta descripción se queda muy escasa, ya que el disco está lleno de sonidos atmosféricos, riffs recurrentes, ritmos complejos, pasajes acústicos y, por supuesto, una voz realmente espectacular, se mire por donde se mire. Puede ser difícil acostumbrarse, pero, por otra parte, los contrastes son de esta manera mucho más marcados, lo cual va a romper cualquier monotonía en su música. El comienzo del disco no puede ser más espectacular, con la sublime “Ghost of perdition”, que intercambia pasajes atronadores con sonidos que pueden recordarnos a grupos como Porcupine Tree. La siguen “The baying of the hounds”, otra interesante muestra de su virtuosismo, y “Beneath the mire”, que nos propone una interesante mezcla de melodías orientales con riffs densos y voces de ultratumba. “Atonement” está llena de tenues atmósferas acústicas, que nos envolverán, sirviendo de perfecto preludio para “Reverie/Harlequin forest”, en la cual volveremos a tener a Opeth en todos sus registros. “Hours of wealth” vuelve a traernos unos minutos de sosiego, que se verán rotos por “The grand conjuration”, probablemente el corte más fuerte del disco, que finaliza tranquilamente con “Isolation years”. En definitiva, un buen disco para aventurarse hacia nuevos horizontes musicales.

Crashdiet Rest in Sleaze El primer y último disco de Crashdiet recuerda a los grandes grupos de Hard/Heavy de la época de los 80, ese hair metal que hacían Skid Row o Guns and Roses, música de calidad compositiva y aún así, bailable. De entre sus componentes, cabría destacar al batería, Eric Young, pero sobre todo al malogrado cantante y guitarrista, Dave Lepard, alma y núcleo del grupo, cuya voz recuerda sin duda a Sebastian Bach. El disco empieza con “Knokk Em Down”, abriendo el disco con un gran tema que ya nos pone a tono. La segunda canción es “Riot in Everyone”, un single cuyo estribillo quedará pegado en vuestras mentes durante mucho tiempo y que, al recordarlo, no podréis evitar mover el esqueleto. Ésta canción es un hit, no dejéis de escucharla. “Queen Obscene 69 Shots” es la tercera canción y me da la sensación de que la habría podido firmar Mötley Crüe sin ningún reparo, tercera joya y seguimos contando (y bailando). Y es que en este disco no hay relleno ninguno, las diez canciones destacan por sí solas. “Breaking the Chainz”, “Needle in your eye” y “Tikket” quizá no tengan el carisma de las tres primeras pero no son para nada prescindibles. Después el ritmo baja con “Out of Line”, siendo la única canción que toma elementos un poco modernos, pero sin perder la esencia del disco, encaja perfectamente. En “It’s a Miracle” toman el papel de Bon Jovi y, de nuevo, cumplen con nota. “Straight outta hell” nos devuelve la marcha, y el disco cierra con “Back on Trakk”, una canción con un estribillo emotivo y con unos coros muy bien puestos, que queda perfecta para acabar. Hasta hace dos años mucha gente pensaba que los 80 habían muerto, pero Crashdiet nos devolvió la esperanza. Sin embargo, al poco tiempo de salir Rest in sleaze Dave Lepard se suicidó. Ahora nacen nuevas bandas de hard rock, intentando tomar el relevo, pero sin el carisma de Crashdiet. Esperemos que algún día lo suplan con la experiencia.

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