El Legado - Aldo Puig

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rendimiento del campo y pudimos hacer praderas con lotus y trébol rojo porque la alfalfa no andaba bien en tierras degradadas. Mi padre vio la reconversión pero nunca entro en el tambo porque era fierrero. Mi hermano más que hermano era un amigo. Codo a codo hicimos todo. Siempre estuvimos juntos. Cuando salíamos a trabajar afuera dormíamos en un estanciero que le sacábamos los asientos. Uno trabajaba un turno y luego tomaba otro y no dejábamos enfriar el tractor. El tambo no me gusta tanto. Me gustan como a mi viejo los fierros y las chacras y la colonia y sacando cuentas para no desperdiciar gasoil, semillas y tiempo que vale siempre oro, pero hay que hacerlo al tambo. Con Claudio estamos juntos desde siempre y es un orgullo legar la tierra y lo mandé a la escuela y se recibió de técnico mecánico pero terminó y volvió y casa estamos juntos. Tiene 33 años. En una yegua tordilla andaba desde los 2 años al lado mío. Mario ha aprendido al menos una serie de cosas en sus 68 años de vida: Sin suelo no hay nada que hacer. Solo emigrar. Es la quinta generación de su familia viviendo en el campo y del campo y por lo tanto sabe que hay que buscar el rumbo y tratar de quedarse en la zona y hacer los números más finitos para encontrar rentabilidad, porque irse no es bueno y menos amucharse en las ciudades. Pausa pequeña. Una sonrisa y una última reflexión. “Noches eternas y madrugadas largas, alcanzan y sobran para hacer balances y sentir la satisfacción del deber cumplido. No fue ni es fácil. Siempre estuve con mi padre codo a codo y aprendí de el sobre todo honestidad y dedicación al trabajo. Lo mismo hago ahora con mi hijo. Yo siento y quiero que esto que conseguimos por generaciones no se destruya. La plata va y viene, pero esto solo se logra en base a unión y trabajo”.

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