El Legado - Aldo Puig

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Y el agua obedecía Se marca una gran sonrisa pícara en la cara de Orlando cuando dice, “logramos que el agua un día nos hiciera caso”. Esperaban impacientes mirando al cielo esperando la lluvia, porque solo una gran lluvia puede certificar si el arduo trabajo de construir las terrazas daba resultado o no. Y un día…llegó la primera gran lluvia. “Con el primer trueno nos fuimos directamente al campo y la lluvia no se hizo esperar. No podíamos creer lo que veíamos, el agua obedecía. Nosotros queríamos que el agua se condujera por donde se habían diseñado las terrazas, y lo hacía. Golpeaba el suelo con una intensidad inimaginable, se deslizaba hasta encontrar el bordo de la terraza y ordenadamente se iba por el canal hasta el arroyo. Nos agrandamos, porque es una experiencia única. Contarla es una cosa, pero vivirla es otra. Después de tantas adversidades sufridas durante tanto tiempo, ahora llegaba la solución. Surgía entonces otra perspectiva, otra realidad y nacía la posibilidad de encarar otro sistema productivo que tuviera rentabilidad pero sobre todo sustentabilidad”. “Esto funciona de diez y hay que compartirlo” Cuando llegaron las lluvias grandes, en la primavera, vieron que las terrazas funcionaban muy bien e inmediatamente Orlando y Miguel pensaron en compartir la experiencia con sus vecinos que sufrían el mismo flagelo de la degradación de sus tierras productivas. “Esto hay que convidarlo con los demás productores para que vean que hay una alternativa interesantísima para la solución a nuestro mayor problema. Cuando hablamos de conservación del suelo lo hacemos desde lo productivo pero también desde el amor al terruño. Es decir que nosotros veíamos que si no hacíamos nada, el único camino que quedaba era el éxodo y con eso se perdía la historia y todo lo que hicieron nuestros mayores se quedaba en el tiempo, en el camino. Por eso yo agarraba la manguera, el nivel y las estacas y me iba al campo de mis vecinos y sin ningún interés económico les marcaba las terrazas y ellos las construían con sus herramientas. Al cabo de un tiempo la cosa ya se veía distinta en la zona”.

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