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Homenaje a Pepe Román
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Exposición de Pintura y Fotografía 24 de enero - 26 de marzo 2017
Museo Provincial de Jaén Todo artista es por definición solidario (si eres artista has de d-arte, expres-arte): reflexionar el mundo para, desde si, reflejarlo y recrearlo mediante el acta de compromiso que supone la obra del autor. José Román Grima
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Exposición de Pintura y Fotografía 24 de enero - 26 de marzo 2017
Museo Provincial de Jaén Todo artista es por definición solidario (si eres artista has de d-arte, expres-arte): reflexionar el mundo para, desde si, reflejarlo y recrearlo mediante el acta de compromiso que supone la obra del autor. José Román Grima
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Escribiendo la memoria Nada le gustaba más que juntar a los amigos y si -como en este caso- los amigos son artistas, mejor que mejor. Siempre pensó que el artista es un instrumento e intérprete de la belleza...y disfrutó como pocos apreciando la belleza de una obra de arte...y supo escuchar el sonido de los colores y la sutil melodía escondida en cada trazo...
Exposición Museo Provincial de Jaén
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Comisario de la Exposición Víctor Ceprián Cortés Catálogo Edita: Museo Provincial de Jaén y Diputación Provincial de Jaén Cultura y Deportes
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Diseño Pablo Ariza Fotografía de portada e interior Alfonso Infantes © De los autores © De la presente edición: Diputación Provincial de Jaén Imprime Gráficas La Paz Avda. de Jaén s/n 23650 Torredonjimeno, Jaén Depósito Legal:
Esos sentimientos solo se aprecian cuando es el alma quien contempla y aparecen sobre todo en un alma buena, porque es más receptiva a elevadas inspiraciones. Inspiraciones que la naturaleza guarda celosamente para los que aman y que solo se ven a través del corazón. Porque él también era un artista que supo como nadie desgranar con palabras las más bellas melodías y dibujar versos en cada línea, envolviendo el alma de los que disfrutamos leyéndolo, en telarañas de letras de colores. Artista, porque nunca le faltaba una respuesta ni un giro brillante, nunca desaprovechaba la oportunidad de un juego de palabras o de un juego sin más. Jamás olvidaba el título de una obra, la anécdota de un autor o el detalle nimio de la escena de una película. Y lo soltaba siempre en el momento adecuado para arrancar una sonrisa o una reflexión. Su genialidad era que en la escritura hacía el mejor homenaje que la conciencia humana ha hecho al recuerdo, a la evocación. Lo único que necesitó para escribir era recordarlo todo y contarlo bien. Él se inventaba mucho, pero mucho estaba aquí entre nosotros, porque era escuchante y escribiente y supo hacer que sus textos nos llevaran a la emoción estética que se experimenta ante las obras de arte y la belleza. Recordar es viajar a la memoria y la memoria nutre el alma cuando la vida se ha convertido en un otoño “hojeroso” que lagrimea. Ahora con su ausencia nos aferramos a pensar que la vida es solo una parte de nuestra existencia, que el pasado es presente en el recuerdo y que el destino cruel únicamente provoca la desaparición, pero no el olvido.
Lola Araque 5
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Escribiendo la memoria Nada le gustaba más que juntar a los amigos y si -como en este caso- los amigos son artistas, mejor que mejor. Siempre pensó que el artista es un instrumento e intérprete de la belleza...y disfrutó como pocos apreciando la belleza de una obra de arte...y supo escuchar el sonido de los colores y la sutil melodía escondida en cada trazo...
Exposición Museo Provincial de Jaén
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Comisario de la Exposición Víctor Ceprián Cortés Catálogo Edita: Museo Provincial de Jaén y Diputación Provincial de Jaén Cultura y Deportes
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Diseño Pablo Ariza Fotografía de portada e interior Alfonso Infantes © De los autores © De la presente edición: Diputación Provincial de Jaén Imprime Diputación Provincial de Jaén Unidad de Diseño e Imprenta Plaza de San Francisco, 2 28071 JAÉN Depósito Legal:
Esos sentimientos solo se aprecian cuando es el alma quien contempla y aparecen sobre todo en un alma buena, porque es más receptiva a elevadas inspiraciones. Inspiraciones que la naturaleza guarda celosamente para los que aman y que solo se ven a través del corazón. Porque él también era un artista que supo como nadie desgranar con palabras las más bellas melodías y dibujar versos en cada línea, envolviendo el alma de los que disfrutamos leyéndolo, en telarañas de letras de colores. Artista, porque nunca le faltaba una respuesta ni un giro brillante, nunca desaprovechaba la oportunidad de un juego de palabras o de un juego sin más. Jamás olvidaba el título de una obra, la anécdota de un autor o el detalle nimio de la escena de una película. Y lo soltaba siempre en el momento adecuado para arrancar una sonrisa o una reflexión. Su genialidad era que en la escritura hacía el mejor homenaje que la conciencia humana ha hecho al recuerdo, a la evocación. Lo único que necesitó para escribir era recordarlo todo y contarlo bien. Él se inventaba mucho, pero mucho estaba aquí entre nosotros, porque era escuchante y escribiente y supo hacer que sus textos nos llevaran a la emoción estética que se experimenta ante las obras de arte y la belleza. Recordar es viajar a la memoria y la memoria nutre el alma cuando la vida se ha convertido en un otoño “hojeroso” que lagrimea. Ahora con su ausencia nos aferramos a pensar que la vida es solo una parte de nuestra existencia, que el pasado es presente en el recuerdo y que el destino cruel únicamente provoca la desaparición, pero no el olvido.
Lola Araque 5
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Pepe Roman, in memoriam Hay personas que es difícil olvidar, hay palabras que por haber quedado escritas siempre nos van a recordar a nuestro amigo Pepe Román. Cada persona vamos a recordar una faceta de un hombre que tenía una gran variedad de inquietudes: docente, escritor, cooperante. Mi primer recuerdo de Pepe Román se asocia al movimiento vecinal de Jaén. En nuestro barrio lo conocí y lo ví trabajando por las gentes del Conjunto Histórico de Jaén. Siempre activo, rebelándose ante necesidades no atendidas y procurando espacios de diálogo y de valoración positiva de la historia de nuestra ciudad. Ahí pude comprobar que era una persona que trabajaba por la mejora de la calidad de vida de la comunidad.
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Su vocación de escritor y su proximidad a artistas plásticos lo ha traído con frecuencia a nuestro Museo de Jaén, siempre con amigos y amigas, siempre poniendo su entusiasmo, su voluntad en organizar proyectos, sus palabras escritas para obras plásticas propias o de otros artistas con el Colectivo Metáfora, con Jose Antonio Zaragoza, con Victor Ceprian y tantos otros.
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En este catalogo y en la exposición que en su memoria ha organizado y comisariado Victor Ceprian podemos ver la obra de artistas cercanos a su persona, talentos que rinden homenaje a un hombre de talento. La memoria se cultiva con acciones, reunirnos en torno a la figura y el ejemplo de Pepe Román es algo que le debemos las personas que fuimos amigas y allegadas pero también es una forma de continuar una posición tenaz, rebelde contra la injusticia y solidaria que él siempre practicó. Su voluntad, su capacidad de lucha no debe ser olvidada y estas obras aquí expuestas son ejemplos de acciones por crear, por construir mundos mejores. Su recuerdo y este homenaje no son sino la continuidad de un ejemplo positivo que siempre tendremos que agradacerle.
Francisca Hornos Mata 6
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Pepe Roman, in memoriam Hay personas que es difícil olvidar, hay palabras que por haber quedado escritas siempre nos van a recordar a nuestro amigo Pepe Román. Cada persona vamos a recordar una faceta de un hombre que tenía una gran variedad de inquietudes: docente, escritor, cooperante. Mi primer recuerdo de Pepe Román se asocia al movimiento vecinal de Jaén. En nuestro barrio lo conocí y lo ví trabajando por las gentes del Conjunto Histórico de Jaén. Siempre activo, rebelándose ante necesidades no atendidas y procurando espacios de diálogo y de valoración positiva de la historia de nuestra ciudad. Ahí pude comprobar que era una persona que trabajaba por la mejora de la calidad de vida de la comunidad.
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Su vocación de escritor y su proximidad a artistas plásticos lo ha traído con frecuencia a nuestro Museo de Jaén, siempre con amigos y amigas, siempre poniendo su entusiasmo, su voluntad en organizar proyectos, sus palabras escritas para obras plásticas propias o de otros artistas con el Colectivo Metáfora, con Jose Antonio Zaragoza, con Victor Ceprian y tantos otros.
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En este catalogo y en la exposición que en su memoria ha organizado y comisariado Victor Ceprian podemos ver la obra de artistas cercanos a su persona, talentos que rinden homenaje a un hombre de talento. La memoria se cultiva con acciones, reunirnos en torno a la figura y el ejemplo de Pepe Román es algo que le debemos las personas que fuimos amigas y allegadas pero también es una forma de continuar una posición tenaz, rebelde contra la injusticia y solidaria que él siempre practicó. Su voluntad, su capacidad de lucha no debe ser olvidada y estas obras aquí expuestas son ejemplos de acciones por crear, por construir mundos mejores. Su recuerdo y este homenaje no son sino la continuidad de un ejemplo positivo que siempre tendremos que agradacerle.
Francisca Hornos Mata 6
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Seis Cuarenta A JRG “La realidad no es nada si no puede soñarse” Diego Jesús Jiménez
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Calle Cerón. Ahí va, con su chaqueta azul y su sombrero. Lleva en la mano lirios recién cortados de La Mella. Cruza mi corazón un hombre de Jaén peinado por sus nubes. Viene a sentarse junto a mí, viene cargando en la sonrisa el nombre limpio de la tierra. Oh, dulce subversión que anida en el color asilvestrado por las negaciones, ayúdame. Concédeme el valor de pronunciar mis fiebres vegetales sin que la aurora acabe estropeando nuestra causa. Fue demasiado abismo este vientre cerrado por los himnos inmóviles que nacen al oeste de los días y acabarán manchando los manteles y el baile y la retórica de tanta caridad entre los elegidos. Ha atravesado el sueño para apretar mi mano el que festeja con flores veraniegas de otros mundos, el que no ha graduado la visión en las terrazas patriarcales donde hubiéramos alimentado a un animal más dócil. Una mañana más. Una mañana más, me dice, beberemos bicarbonato para digerir los apellidos de la música, la delicada máscara que arrancan los aplausos y cae y se rompe sobre la negra víspera del mal perfume de los solitarios.
8
Que no amanezca todavía: abre el periódico por el papel que tapan los pulgares por si los restos del abuso ―de esta ciudad que tanto supo― resisten el cansancio de mentir y algún teléfono, quién sabe, alguna cita para que todo sepa a nada y nada sepa a todo sin salarios en B, sin niebla por aceite, sin humo por cortina. Oh, rostro enamorado, escribe su valor entre los cigarrillos para que los gorriones sepan del fuego en la celebración y Paco ponga queso en el platillo de la última y el sábado separe para siempre de nosotros el tumor de la envidia. Calle Cerón. Pasan sin ley los amantes y los borrachos con el duro propósito del alba. Y ese aire que baja desde las murallas arruinado por el miedo y las ratas y los no invitados y dolores y deudas y sombras con avisos de clausura. Y pasan los poetas y el pintor como agua arrepentida de los circos y pasa el hijo y pasa el padre y el que leyó a hurtadillas los manifiestos de la noche en los estantes sin fe de los García Calero. Tiembla mi sueño, su sollozo, como tiembla aquella edad sin dinero ante los escaparates donde ya nadie enjuaga su pobreza ni coge los recados del origen. Van al encuentro de la noche los maestros que duermen en hostales de una cancela. Y oigo ―también allí― su carcajada, abriendo las escuelas que ya no tienen miedo a la verdad y desafían con canciones los látigos del frío y lo cerrado por la nieve y la triste distancia de mi corazón. Van a dar la hora los relojes. Mientras los emisarios de la muerte negocian otra paz para los recorridos
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Seis Cuarenta A JRG “La realidad no es nada si no puede soñarse” Diego Jesús Jiménez
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Calle Cerón. Ahí va, con su chaqueta azul y su sombrero. Lleva en la mano lirios recién cortados de La Mella. Cruza mi corazón un hombre de Jaén peinado por sus nubes. Viene a sentarse junto a mí, viene cargando en la sonrisa el nombre limpio de la tierra. Oh, dulce subversión que anida en el color asilvestrado por las negaciones, ayúdame. Concédeme el valor de pronunciar mis fiebres vegetales sin que la aurora acabe estropeando nuestra causa. Fue demasiado abismo este vientre cerrado por los himnos inmóviles que nacen al oeste de los días y acabarán manchando los manteles y el baile y la retórica de tanta caridad entre los elegidos. Ha atravesado el sueño para apretar mi mano el que festeja con flores veraniegas de otros mundos, el que no ha graduado la visión en las terrazas patriarcales donde hubiéramos alimentado a un animal más dócil. Una mañana más. Una mañana más, me dice, beberemos bicarbonato para digerir los apellidos de la música, la delicada máscara que arrancan los aplausos y cae y se rompe sobre la negra víspera del mal perfume de los solitarios.
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Que no amanezca todavía: abre el periódico por el papel que tapan los pulgares por si los restos del abuso ―de esta ciudad que tanto supo― resisten el cansancio de mentir y algún teléfono, quién sabe, alguna cita para que todo sepa a nada y nada sepa a todo sin salarios en B, sin niebla por aceite, sin humo por cortina. Oh, rostro enamorado, escribe su valor entre los cigarrillos para que los gorriones sepan del fuego en la celebración y Paco ponga queso en el platillo de la última y el sábado separe para siempre de nosotros el tumor de la envidia. Calle Cerón. Pasan sin ley los amantes y los borrachos con el duro propósito del alba. Y ese aire que baja desde las murallas arruinado por el miedo y las ratas y los no invitados y dolores y deudas y sombras con avisos de clausura. Y pasan los poetas y el pintor como agua arrepentida de los circos y pasa el hijo y pasa el padre y el que leyó a hurtadillas los manifiestos de la noche en los estantes sin fe de los García Calero. Tiembla mi sueño, su sollozo, como tiembla aquella edad sin dinero ante los escaparates donde ya nadie enjuaga su pobreza ni coge los recados del origen. Van al encuentro de la noche los maestros que duermen en hostales de una cancela. Y oigo ―también allí― su carcajada, abriendo las escuelas que ya no tienen miedo a la verdad y desafían con canciones los látigos del frío y lo cerrado por la nieve y la triste distancia de mi corazón. Van a dar la hora los relojes. Mientras los emisarios de la muerte negocian otra paz para los recorridos
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del hambre y de la lluvia ―vieja ciudad de tul―, ha venido nuestro amigo, y desde la alegría del que ha de regresar atravesando la tormenta entre las partituras, ha dejado en mí su voz al despertar y el claro guiño de sus ojos contra esta luz y contra este suelo.
de la injusticia, su filantropía combatió sin desmayo el neofascismo simpatico y senil que actualmente necrosa nuestros modos de vida. En efecto: Pepe logró cartografiarnos los agujeros negros de esta época cruel, reaccionaria y violenta, gobernada por el mecanicismo neoliberal de las grandes corporaciones partidarias de la domesticación de las masas a través del consumo y la ciberfilia, de la globalización del nihilismo que gangrena la libertad.
Segundo Pedro L. Casanova
Cuatro apuntes para José Román C
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Primero
— ¿Es buen pintor? — Bueno es poco. Imagínese usted: una vez pintó un tablero imitando mármol y lo echaron al agua y se hundió.
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Juan Eslava: Catedral
William B. Yeats: La escalera de caracol y otros poemas
A José Román le gustaba la pintura, la realista más que otras, si es que ahora no me equivoco. Su hiperrealismo vital lo llevaba a entregarse a los demás sin condiciones, quienes lo teníamos cerca lo supimos: cicatero siempre con lo suyo, generoso con cualquiera que lo necesitara, incluso con esos artistas plastas que te piden un texto que lleve tu firma. «Sí: lo que se te ocurra, un par de folios, sin complicarte demasiado, la imprenta lo espera, hay que ver qué loquerón…». Al tanto de que el arte documenta la civilización y la barbarie de cualquier época, el naturalismo del pensar de José Román, en blanco y negro pero analógico siempre, jamás prescindió de la irracionalidad superromántica. Se previno así ante ese virtuosismo mimético del artista que ignora que la memoria involuntaria, para escrutar el pretérito, y que la fantasía de los sueños, para prever el futuro, son los dos reactivos poéticos más fértiles para aprehender el dolor del presente, su espíritu, para que el producto histórico del arte pueda cobrar alcance político sin a priori ético alguno. Desde sus facetas de maestro de escuela vocacional, intelectual inorgánico, agitador cultural, ciudadano comprometido o activista en favor del desarrollo de los pueblos víctimas
La alternativa de Yeats, se escoja el camino que se escoja, acaba de ordinario por desembocar en la culpa. Siempre desde la óptica de los perdedores, José Román nunca dejó de preguntarnos por dónde se mueve la frontera que hoy día delimita barbarie de civilización, sobre si la civilización desde los inicios del siglo XX acaso solo es fruto de la ambición insaciable del progreso de unas minorías, acerca de si aún sería rentable equilibrar el proceso de modernización global teniendo en cuenta la vitalidad moderna que determinadas culturas primitivas en desarrollo aún atesoran. Un discurso que reabre, ay, la paradoja del primitivo de la que nos hablara Diderot cuando el proyecto ilustrado empieza a acusar sus contradicciones más hondas, a ser objeto de la impugnación crítica que le formula el imaginario romántico poco antes de que acabe el siglo XVIII. Así, no extraña que la generosidad de José Román, siempre en pos de corporeizar lo espiritual procurándole cobertura humana a lo divino, de devolverle su dignidad de hombre al animal humano que todos somos todavía, fuese recibida de ordinario con sutiles prevenciones por parte del autoritarismo tecnócrata de tantos vientres sentados que aún copan los negociados culturales, educativos y asistenciales de nuestras administraciones públicas.
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K
El intelecto del hombre está obligado a elegir la perfección de la vida o la del trabajo, y si toma la segunda debe rechazar una mansión celeste, furioso entre las sombras. Cuando toda esa historia ha terminado, ¿qué noticias hay? Con suerte o sin ella el trabajo su marca ha dejado: esa vieja perplejidad, monedero vacío, o la vanidad del día, arrepentimiento de la noche.
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del hambre y de la lluvia ―vieja ciudad de tul―, ha venido nuestro amigo, y desde la alegría del que ha de regresar atravesando la tormenta entre las partituras, ha dejado en mí su voz al despertar y el claro guiño de sus ojos contra esta luz y contra este suelo.
de la injusticia, su filantropía combatió sin desmayo el neofascismo simpatico y senil que actualmente necrosa nuestros modos de vida. En efecto: Pepe logró cartografiarnos los agujeros negros de esta época cruel, reaccionaria y violenta, gobernada por el mecanicismo neoliberal de las grandes corporaciones partidarias de la domesticación de las masas a través del consumo y la ciberfilia, de la globalización del nihilismo que gangrena la libertad.
Segundo Pedro L. Casanova
Cuatro apuntes para José Román C
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Primero
— ¿Es buen pintor? — Bueno es poco. Imagínese usted: una vez pintó un tablero imitando mármol y lo echaron al agua y se hundió.
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Juan Eslava: Catedral
William B. Yeats: La escalera de caracol y otros poemas
A José Román le gustaba la pintura, la realista más que otras, si es que ahora no me equivoco. Su hiperrealismo vital lo llevaba a entregarse a los demás sin condiciones, quienes lo teníamos cerca lo supimos: cicatero siempre con lo suyo, generoso con cualquiera que lo necesitara, incluso con esos artistas plastas que te piden un texto que lleve tu firma. «Sí: lo que se te ocurra, un par de folios, sin complicarte demasiado, la imprenta lo espera, hay que ver qué loquerón…». Al tanto de que el arte documenta la civilización y la barbarie de cualquier época, el naturalismo del pensar de José Román, en blanco y negro pero analógico siempre, jamás prescindió de la irracionalidad superromántica. Se previno así ante ese virtuosismo mimético del artista que ignora que la memoria involuntaria, para escrutar el pretérito, y que la fantasía de los sueños, para prever el futuro, son los dos reactivos poéticos más fértiles para aprehender el dolor del presente, su espíritu, para que el producto histórico del arte pueda cobrar alcance político sin a priori ético alguno. Desde sus facetas de maestro de escuela vocacional, intelectual inorgánico, agitador cultural, ciudadano comprometido o activista en favor del desarrollo de los pueblos víctimas
La alternativa de Yeats, se escoja el camino que se escoja, acaba de ordinario por desembocar en la culpa. Siempre desde la óptica de los perdedores, José Román nunca dejó de preguntarnos por dónde se mueve la frontera que hoy día delimita barbarie de civilización, sobre si la civilización desde los inicios del siglo XX acaso solo es fruto de la ambición insaciable del progreso de unas minorías, acerca de si aún sería rentable equilibrar el proceso de modernización global teniendo en cuenta la vitalidad moderna que determinadas culturas primitivas en desarrollo aún atesoran. Un discurso que reabre, ay, la paradoja del primitivo de la que nos hablara Diderot cuando el proyecto ilustrado empieza a acusar sus contradicciones más hondas, a ser objeto de la impugnación crítica que le formula el imaginario romántico poco antes de que acabe el siglo XVIII. Así, no extraña que la generosidad de José Román, siempre en pos de corporeizar lo espiritual procurándole cobertura humana a lo divino, de devolverle su dignidad de hombre al animal humano que todos somos todavía, fuese recibida de ordinario con sutiles prevenciones por parte del autoritarismo tecnócrata de tantos vientres sentados que aún copan los negociados culturales, educativos y asistenciales de nuestras administraciones públicas.
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El intelecto del hombre está obligado a elegir la perfección de la vida o la del trabajo, y si toma la segunda debe rechazar una mansión celeste, furioso entre las sombras. Cuando toda esa historia ha terminado, ¿qué noticias hay? Con suerte o sin ella el trabajo su marca ha dejado: esa vieja perplejidad, monedero vacío, o la vanidad del día, arrepentimiento de la noche.
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Tercero en este mundo donde todo se gasta, donde todo perece, hay una cosa que cae en ruinas, que se destruye más completamente todavía, dejando aún menos vestigios que la Belleza: es el Dolor. Marcel Proust: El tiempo recobrado
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Recién cumplido el primer aniversario de su muerte, al dolor de recordar a José Román se une ahora el de ver cómo sigue degradándose el casco viejo de Jaén, una chuta usada y partida en medio de ese estercolero que tiene a la Catedral como convidada de piedra. Memoria de nuestro olvido escrita sobre el agua, la ruina de nuestros barrios altos se alza como el espejo roto ante el que la ciudad se mira sin pudor desde los inicios del tardofranquismo hasta el neofeudal presente de hoy. Tiempos consecutivos, herederos unos de otros, cuyos jerarcas miraron a Pepe, ciudadano de otro mundo sin fronteras, como a un extranjero en la ciudad donde vivía, como a un guiri de paso con quien charlar por las tabernas del callejón tomándose unos vinos. Empero, con la «Asociación Vecinal ‘Arco del Consuelo / Casco Antiguo’», José Román puso encima de la mesa la razón del atraso congénito de Jaén: la indolencia de quienes residimos aquí, narcotizados muchos por creer que las humillaciones políticas que aún padecemos son garantía de nuestro bienestar a medio plazo, sin conciencia democrática de los extremos a que ha llegado nuestra estulticia, flores árticas de la deshumanización civil adonde nos condujo nuestro onanismo costumbrista, pequeño y burgués. Ahí está el voltaje existencial de sus cuentos, libretos musicales, artículos periodísticos e informes, cimientos desde los que levantar una moral de progreso radicalmente distinta a la de nuestra cultura local hegemónica. Conjugando cerebro e instinto, a favor del despertar histórico de Jaén, el humanismo de José Román puso el lenguaje de parte de la vida para hacer de la vida un lenguaje más justo o más bello, atenta así su palabra, austera, de este tiempo, a la enajenación de una ciudad que si aún pretende destruir su dolor ignorándolo, no cesa de fosilizar su fealdad con el visto bueno de sus viejos poderes*.
Cuarto Recobra el camino que te condujo hasta la ciudad mediocre y sin tener en cuenta tu decepción y sin atacar a nadie, hazte, huésped presuntuoso de la hora, transportar por el tren hacia algún rincón de insólito ensueño; o bien permanece, en ninguna parte estarás más lejos que aquí. Stéphane Mallarmé: Divagaciones
12
Subirse al ataúd de cualquier muerto, hábito necrófilo al que tan dada es nuestra sociedad fundada en los protagonismos —la cultural la que más—, suele colocar al más pintado, al más leído, seguramente a uno mismo el primero, en ese teatrillo de títeres de cachiporra cuyos hilos los mueven la soledad y la ambición, el miedo y la servidumbre. Frente a este tiempo en ruinas, José Román defendió políticas institucionales que aunaran lo cultural y lo educativo, que dieran fe de los olvidos sociales de la historia para anticipar los deseos que dictan la necesidades esenciales de la vida. En contra del idolatrado pensamiento analítico dominante, su ejemplo impugna la cutredad competitiva que esteriliza ad nauseam a tantos artistas, intelectuales, científicos y educadores, esos egosaurios con nombre propio cada uno aunque todos a sueldo del supermercado que controla las urnas operando al margen de la razón civil del progreso. No: nunca fue José Román otro mercenario de la cultura entendida como espectáculo para turistas ociosos o como botín para emprendedores con buen gusto. De aquí que aquí, en Jaén, cercana en su lejanía, permanezca todavía su lección: a ver si acaba llegando al lugar del que procede.
Juan M. Molina Damiani Jaén, día de Reyes, 2017
* Escritor más secreto que tardío, con mucha obra inédita en los cajones, buena parte de la producción édita de José Román Grima (Chilluévar, Jaén, 1948-Jaén, 2015) anda dispersa por publicaciones periódicas, boletines, separatas, sueltos y catálogos de arte. Más fáciles de localizar son su edición de Memoria del barrio [Jaén, Asociación Vecinal «Arco del Consuelo / Casco Antiguo», 2003, 114 pp. y un desplegable con tres mapas]; sus cuentos de A dos voces [Jaén, Diputación Provincial, 2005, 159 pp.]; su Antología de poetas andaluces de Jaén. Poesía solidaria. Con la colaboración especial de 45 artistas plásticos jiennenses [Jaén, Liberman, apuntes iniciales de Carmen Espín Quirante y Marcelino Sánchez Ruiz; y notas de contracubierta de Pedro Molino y Francisco Vico Ramírez, 2007, 286 pp.]; y su recopilación de artículos periodísticos A pie de letra. Opinión y ciudadanía [Jaén, Liberman, prólogo de Juan Espejo e introducción de Juan Carlos Abril, 2010, 229 pp.].
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Recién cumplido el primer aniversario de su muerte, al dolor de recordar a José Román se une ahora el de ver cómo sigue degradándose el casco viejo de Jaén, una chuta usada y partida en medio de ese estercolero que tiene a la Catedral como convidada de piedra. Memoria de nuestro olvido escrita sobre el agua, la ruina de nuestros barrios altos se alza como el espejo roto ante el que la ciudad se mira sin pudor desde los inicios del tardofranquismo hasta el neofeudal presente de hoy. Tiempos consecutivos, herederos unos de otros, cuyos jerarcas miraron a Pepe, ciudadano de otro mundo sin fronteras, como a un extranjero en la ciudad donde vivía, como a un guiri de paso con quien charlar por las tabernas del callejón tomándose unos vinos. Empero, con la «Asociación Vecinal ‘Arco del Consuelo / Casco Antiguo’», José Román puso encima de la mesa la razón del atraso congénito de Jaén: la indolencia de quienes residimos aquí, narcotizados muchos por creer que las humillaciones políticas que aún padecemos son garantía de nuestro bienestar a medio plazo, sin conciencia democrática de los extremos a que ha llegado nuestra estulticia, flores árticas de la deshumanización civil adonde nos condujo nuestro onanismo costumbrista, pequeño y burgués. Ahí está el voltaje existencial de sus cuentos, libretos musicales, artículos periodísticos e informes, cimientos desde los que levantar una moral de progreso radicalmente distinta a la de nuestra cultura local hegemónica. Conjugando cerebro e instinto, a favor del despertar histórico de Jaén, el humanismo de José Román puso el lenguaje de parte de la vida para hacer de la vida un lenguaje más justo o más bello, atenta así su palabra, austera, de este tiempo, a la enajenación de una ciudad que si aún pretende destruir su dolor ignorándolo, no cesa de fosilizar su fealdad con el visto bueno de sus viejos poderes*.
Cuarto Recobra el camino que te condujo hasta la ciudad mediocre y sin tener en cuenta tu decepción y sin atacar a nadie, hazte, huésped presuntuoso de la hora, transportar por el tren hacia algún rincón de insólito ensueño; o bien permanece, en ninguna parte estarás más lejos que aquí. Stéphane Mallarmé: Divagaciones
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Subirse al ataúd de cualquier muerto, hábito necrófilo al que tan dada es nuestra sociedad fundada en los protagonismos —la cultural la que más—, suele colocar al más pintado, al más leído, seguramente a uno mismo el primero, en ese teatrillo de títeres de cachiporra cuyos hilos los mueven la soledad y la ambición, el miedo y la servidumbre. Frente a este tiempo en ruinas, José Román defendió políticas institucionales que aunaran lo cultural y lo educativo, que dieran fe de los olvidos sociales de la historia para anticipar los deseos que dictan la necesidades esenciales de la vida. En contra del idolatrado pensamiento analítico dominante, su ejemplo impugna la cutredad competitiva que esteriliza ad nauseam a tantos artistas, intelectuales, científicos y educadores, esos egosaurios con nombre propio cada uno aunque todos a sueldo del supermercado que controla las urnas operando al margen de la razón civil del progreso. No: nunca fue José Román otro mercenario de la cultura entendida como espectáculo para turistas ociosos o como botín para emprendedores con buen gusto. De aquí que aquí, en Jaén, cercana en su lejanía, permanezca todavía su lección: a ver si acaba llegando al lugar del que procede.
Juan M. Molina Damiani Jaén, día de Reyes, 2017
* Escritor más secreto que tardío, con mucha obra inédita en los cajones, buena parte de la producción édita de José Román Grima (Chilluévar, Jaén, 1948-Jaén, 2015) anda dispersa por publicaciones periódicas, boletines, separatas, sueltos y catálogos de arte. Más fáciles de localizar son su edición de Memoria del barrio [Jaén, Asociación Vecinal «Arco del Consuelo / Casco Antiguo», 2003, 114 pp. y un desplegable con tres mapas]; sus cuentos de A dos voces [Jaén, Diputación Provincial, 2005, 159 pp.]; su Antología de poetas andaluces de Jaén. Poesía solidaria. Con la colaboración especial de 45 artistas plásticos jiennenses [Jaén, Liberman, apuntes iniciales de Carmen Espín Quirante y Marcelino Sánchez Ruiz; y notas de contracubierta de Pedro Molino y Francisco Vico Ramírez, 2007, 286 pp.]; y su recopilación de artículos periodísticos A pie de letra. Opinión y ciudadanía [Jaén, Liberman, prólogo de Juan Espejo e introducción de Juan Carlos Abril, 2010, 229 pp.].
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Teresa Almagro
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“Olivos I” 100 x 81 cm Óleo · 2016
“Olivos II” 92 x 73 cm Óleo · 2016 16
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Teresa Almagro
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“Olivos I” 100 x 81 cm Óleo · 2016
“Olivos II” 92 x 73 cm Óleo · 2016 16
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Víctor Ceprián
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“Momento Sublime” 50 x 50 cm Técnica mixta sobre cartón y metacrilato · 2015 18
“Bodegón Japonés” 60 x 60 cm Técnica mixta sobre papel · 2016 19
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Víctor Ceprián
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“Momento Sublime” 50 x 50 cm Técnica mixta sobre cartón y metacrilato · 2015 18
“Bodegón Japonés” 60 x 60 cm Técnica mixta sobre papel · 2016 19
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Gaspar Cortés Zarrías
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“Dos búsquedas asimétricas (I)” 39 x 50 cm Técnica mixta sobre madera · 2015
“Dos búsquedas asimétricas (II)” 39 x 50 cm Técnica mixta sobre madera · 2015 20
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Gaspar Cortés Zarrías
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“Dos búsquedas asimétricas (I)” 39 x 50 cm Técnica mixta sobre madera · 2015
“Dos búsquedas asimétricas (II)” 39 x 50 cm Técnica mixta sobre madera · 2015 20
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Alfonso Infantes
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“Paisaje noruego 3” 70 x 50 cm Fotografía digital · 2016
“Paisaje noruego 8” 70 x 50 cm Fotografía digital · 2016 22
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Alfonso Infantes
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“Paisaje noruego 3” 70 x 50 cm Fotografía digital · 2016
“Paisaje noruego 8” 70 x 50 cm Fotografía digital · 2016 22
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Manuel Kayser
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“Otoño en la finca del Gurullón” 25 x 35 cm Cera sobre papel · 2013
“Comienzo de un olivar” 88 x 116 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 24
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Manuel Kayser
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“Otoño en la finca del Gurullón” 25 x 35 cm Cera sobre papel · 2013
“Comienzo de un olivar” 88 x 116 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 24
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Carmen Molina
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“Addressisapproximate 3” 93,35 x 45,67 cm Fotomontaje digital · 2015
“Addressisapproximate 5” 93,35 x 35 cm Fotomontaje digital · 2015 26
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Carmen Molina
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“Addressisapproximate 3” 93,35 x 45,67 cm Fotomontaje digital · 2015
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David Padilla
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“El Oficio” Medidas ND Técnica y año ND
“¡Qué se debe! Final Firmado” Medidas ND Técnica y año ND 28
29
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David Padilla
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“El Oficio” Medidas ND Técnica y año ND
“¡Qué se debe! Final Firmado” Medidas ND Técnica y año ND 28
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Carlos Peris
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“Ringleras” 100 x 50 cm Fotografía · Sin datar 30
31
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Carlos Peris
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“Ringleras” 100 x 50 cm Fotografía · Sin datar 30
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Juan Pozo
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“Desnudo en azul” 81 x 105 cm Óleo sobre lienzo · 2011
“Pueblo” 80 x 100cm Óleo sobre lienzo · 2011 32
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Juan Pozo
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“Desnudo en azul” 81 x 105 cm Óleo sobre lienzo · 2011
“Pueblo” 80 x 100cm Óleo sobre lienzo · 2011 32
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Quesada Bayona
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“Bien y Mal” (Purgatorio II) 190 x 140 cm Óleo sobre lienzo · 2000
“Los Sobrinos” 162x 130 cm Óleo sobre lienzo · 1993 34
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Quesada Bayona
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“Bien y Mal” (Purgatorio II) 190 x 140 cm Óleo sobre lienzo · 2000
“Los Sobrinos” 162 x 130 cm Óleo sobre lienzo · 1993 34
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José Fernández Ríos
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“Sin Título” 100 x 120 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar
“Sin Título” 50 x 40 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 36
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José Fernández Ríos
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“Sin Título” 100 x 120 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar
“Sin Título” 50 x 40 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 36
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José Rodríguez Gabucio
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“Afrodita” 21,5x 28,7 cm Técnica mixta sobre papel · Sin datar 38
“Mujer etíope” 18 x 28,5 cm Técnica mixta sobre papel · Sin datar 39
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José Rodríguez Gabucio
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“Afrodita” 21,5 x 28,7 cm Técnica mixta sobre papel · Sin datar 38
“Mujer etíope” 18 x 28,5 cm Técnica mixta sobre papel · Sin datar 39
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Marco Rodríguez-Piñero
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“Sin título” 70 x 100 cm Fotografía · Sin datar
“Sin título” 70 x 100 cm Fotografía · Sin datar 40
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Marco Rodríguez-Piñero
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“Sin título” 70 x 100 cm Fotografía · Sin datar
“Sin título” 70 x 100 cm Fotografía · Sin datar 40
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Nicolás Sánchez Cubillo
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“Sin título” 100 x 70 cm Técnica mixta · Sin datar
“Sin título” 65 x 54 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 42
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Nicolás Sánchez Cubillo
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“Sin título” 100 x 70 cm Técnica mixta · Sin datar
“Sin título” 65 x 54 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 42
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Miguel Sánchez
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“En paz” 50 x 70 cm Fotografía · 2016
“Su pasión” 50 x 70 cm Fotografía · 2010 44
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Miguel Sánchez
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“En paz” 50 x 70 cm Fotografía · 2016
“Su pasión” 50 x 70 cm Fotografía · 2010 44
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Miguel Viribay
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“Máscaras en Hornos” 50 x 50 cm Óleo sobre madera · Sin datar
“Los Novios” 96 x 100 cm Óleo sobre madera · Sin datar 46
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Miguel Viribay
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“Máscaras en Hornos” 50 x 50 cm Óleo sobre madera · Sin datar
“Los Novios” 96 x 100 cm Óleo sobre madera · Sin datar 46
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José Antonio Zaragoza
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“Jean Valjean” 35 x 41 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar
“Fantine” 38 x 41 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 48
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José Antonio Zaragoza
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“Jean Valjean” 35 x 41 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar
“Fantine” 38 x 41 cm Óleo sobre lienzo · Sin datar 48
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Este catálogo se acabó de imprimir en los talleres de Gráficas La Paz el día de Enero del año 2017
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Este catálogo se acabó de imprimir en la Unidad de Diseño e Imprenta de la Diputación Provincial de Jaén el día de Enero del año 2017
Portada y contraportada.pdf
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Homenaje a Pepe Román C
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Exposición de Pintura y Fotografía 24 de enero - 26 de marzo 2017
Museo Provincial de Jaén