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¡Hasta siempre, Herrerita!

Carlos Ojeda Falcón

Próximo a cumplir 91 años, falleció el pasado 2 de febrero el camarada José Antonio Herrera Machado, popularmente conocido como «Herrerita», un cuadro fundamental para el sostenimiento de Tribuna Popular en períodos de clandestinidad.

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Herrerita nació en la popular parroquia de Petare, en Caracas, el 6 de febrero de 1932. Con apenas 16 años, su irreverente personalidad e inquieto carácter lo llevaron a las filas de la recién creada Juventud Comunista de Venezuela, y su condición de obrero gráfico lo vinculó a Tribuna Popular. De allí que en justo reconocimiento podemos afirmar que integró la joven y audaz generación que dio vida a dos instituciones relevantes en las luchas políticas del Partido Comunista de Venezuela (PCV).

Su inquebrantable convicción ideológica forjada en los años de la derrota del nazi-fascismo, marcó su confianza en el triunfo del comunis- mo como única opción a la barbarie capitalista. Herrerita mantuvo siempre fresca en su memoria la gesta heroica del pueblo soviético bajo el liderazgo de Stalin; fue un apasionado defensor de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, intransigente frente a cualquier pretensión revisionista o falsificación histórica. Hombre afable, respetuoso y solidario, agudo observador, reflexivo en el diálogo y mordaz en la argumentación, impetuoso agitador, disciplinado militante, consecuente y leal amigo, hombre de palabra y compromiso, conocedor de su oficio e incansable trabajador. Amante del tango, la buena música y la tertulia política acompañada de una cerveza, Herrerita siempre compartió selectivamente sus afectos entre camaradas y amigos, siempre estimulando la reflexión y el análisis crítico de la realidad. Lo hacía de manera simple, coloquial, como es el pueblo, sencillo.

Sin percartarnos, Herrerita nos enseñó simultáneamente a usar un vernier e identificar a un tránsfuga, mientras escuchábamos en la voz de Gardel «Arrabal amargo» y «Mano a mano», o la Quinta Sinfonía de Beethoven, según fuera el día. Ese era el taller de Herrerita, un singular espacio altamente politizado que además utilizábamos como estafeta de seguridad.

Todos estos rasgos y características lo hicieron acreedor de por vida de la confianza y el respeto del PCV, así como de la especial estima de camaradas como Gustavo Machado, Pedro Ortega Díaz y Pedro Gutiérrez, con quienes asumió y cumplió difíciles y riesgosas tareas en condiciones de estricta clandestinidad. Herrerita fue parte del pequeño equipo responsable de imprimir las ediciones clandestinas de Tribuna Popular, del que formaron parte asimismo camaradas como Bernardo García, Remigio Antonio Loreto «el cabezón Valencia» y Pedro Machado, estos dos últimos también recientemente fallecidos, y a quienes igualmente rendimos homenaje en ocasión del 75° aniversario del órgano del Comité Central del PCV.