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Desde dónde se escribe Buchaca

Marga Sequeira Cabrera

Es curiosa la forma en que una termina obsesionándose con un tema. El tema del uso del tiempo, o de los tiempos, tiene años de ser un monotema en mi vida. Siempre he priorizado el tiempo para mí, el tiempo que es mío, para mi goce. Nunca entendí a esas personas que preferían pasar horas extras en una oficina, resolviendo cosas de la empresa y sacrificando su noche, su cena, su descanso, su momento de sillón. Por eso traté de resolver mi economía desde la autogestión. Uno de los problemas de la autogestión es que se pueden confundir los tiempos —el del trabajo y el personal— y perder todos los límites. Si se fusionan estos dos espacios de tiempo y además se trabaja desde las artes, es muy posible que terminemos trabajando muchas horas a cambio de muy poco dinero a cambio sólo de reconocimiento y visibilización, o peor incluso, pagando para trabajar.

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En mayo de 2020, en condiciones de subempleo pandémico, pensé “aprovechar el tiempo” en un proyecto inventado que implicaba práctica curatorial, práctica editorial y mediación. Un día, mi roommate me invitó a andar en bici e ir a ver el atardecer. Por un momento casi le digo que no porque estaba estresada, llevaba tres semanas de haber iniciado el proyecto y no había terminado de escribir ni el primer texto. Como si tuviera un deadline. ¿Alguien me estaba pagando por escribir? ¿El texto era un encargo? Me di cuenta de que no era una obligación de ninguna clase dedicar mi día a trabajar en un proyecto sin presupuesto. Ese día caí en cuenta de que hacer cosas por “amor al arte”, implicaba dejar de hacer otras por amor a mí. Agarré la bici y me fui a ver el atardecer. En la semana terminé de escribir el primer texto y dejé el proyecto para cuando hubiera dinero para pagarme.

El año pasado escribimos con LaRuidosaOficina un texto sobre nuestras condiciones laborales, también para la Buchaca. Se nos revolvió todo. Pudimos observar que estábamos trabajando muchísimas horas a la semana, éramos diligentes con nuestros proyectos, con las entregas, con el diseño; pero no con los cobros, o con informarnos respecto a los procesos administrativos de los pagos, o con poner límites a las instituciones. En resumen, éramos negligentes con nosotras, con nuestro cuido a lo interno.

Esta cadena de revelaciones ha sido el punto de partida para establecer la línea editorial de esta edición de la Buchaca.

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Si el año pasado se trataba sobre el reconocimiento de las condiciones precarias en que se realiza la práctica artística y cómo se sortean, este año la pregunta se dirige hacia el por qué se perpetúan esas condiciones laborales, al mismo tiempo que buscamos proponer algunas formas para acercar la práctica artística a la sostenibilidad. Sin embargo, frente a ese reconocimiento de la práctica artística como trabajo, también me parece importante, siguiendo a Monica Hoff,1 especificar, a qué tipo de trabajo nos referimos.

1 Mónica Hoff escribió un ensayo que se llama Si el museo es una escuela, ¿de qué tipo de escuela estamos hablando?, una respuesta crítica a la obra de Luis Camnitzer “El Museo es una Escuela”. En ese ensayo, Monica problematiza tanto las ideas sobre los museos como el concepto mismo de escuela.

Es decir, si el arte es trabajo, ¿de qué tipo de trabajo estamos hablando?

Personas trabajando

La mirada desde la cual se plantea esa idea de trabajo implica un lugar de enunciación, un posicionamiento ético-político consciente sobre la propia práctica.

Para dar inicio, Núria Güell, artista catalana que trabaja desde el cuestionamiento y la confrontación de las jerarquías y los privilegios, comparte el texto “Reflexiones sobre la práctica artística y su encaje en la industria cultural”, donde establece algunos conceptos y condiciones de la práctica artística. El texto está compuesto por tres partes: un planteamiento sobre los conceptos de arte y cultura, el registro audiovisual de su pieza Afrodita, y algunos fragmentos de un texto previo llamado El artista y el frutero. La intención con esta colaboración es plantear un piso común que permita entender esos conceptos y cómo se materializan en las vidas de quienes trabajamos con artes. Después, les amigues de Taller Nepantla, desde Estados Unidos, Nicaragua y México, nos ofrecen una lista de diez estrategias anarquistas para enfrentar al capitalismo. Estas estrategias tienen que ver con otras formas de entender el trabajo más allá de lo formal, el emprendedurismo y la práctica artística individual, así como construir formas de organización colectivas que permitan sostener la vida más allá de lo financiero.

La tercera colaboración está a cargo de Nayubel Montero Jiménez, gestora y productora de proyectos artísticos y culturales, quien propone una mirada local a las condiciones laborales de las personas trabajadoras del arte en Costa Rica en su relación con las instituciones, con la práctica privada y con los pares en los proyectos independientes. Nos lanza preguntas vitales para poder entender y transformar esas condiciones.

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De la mano con Nayubel y partiendo de ese análisis, Rosa Zuccoli, artista escénica y creadorafacilitadora de la plataforma Arte es Trabajo (Argentina) nos comparte herramientas concretas que ella ha desarrollado con el fin de ejercer la práctica artística como una práctica laboral. Rosa nos propone hacernos conscientes y transformar nuestra autopercepción como artistas para comenzar a monetizar esa práctica, pero también nos comparte herramientas para organizar el trabajo colaborativo.

Para cerrar el artista costarricense radicado en Canadá, Marton Robinson, comparte su experiencia personal de trabajo desde las economías del conocimiento, concepto bajo el que ha podido entrar en el juego del sistema del arte usando sus propias reglas y hackeando las otras. El texto surge como producto de varias conversaciones que hemos sostenido Marton y yo, así como de una revisión a su tesis de maestría, donde analiza este concepto para entender el arte como una forma de reparación y reconoce la necesidad de compartir dentro de una comunidad de aprendizaje.

La multiplicidad de perspectivas distintas, y en algunos casos hasta contrarias, comparten la idea fundamental de que la práctica artística es trabajo, y que por lo tanto, se cobra. De que es el Estado y luego las instituciones quienes deberían hacerse cargo del estatuto laboral de los artistas, pero que, mientras esto no suceda, debemos ser las mismas personas que trabajamos en las artes quienes nos organicemos, seamos conscientes de nuestras condiciones precarizadas e informales y comencemos a buscar soluciones para evitar reproducirlas entre nosotres mismes. En esta edición encontrarán reflexiones e ideas concretas sobre cómo, en algunos casos y usando ciertas herramientas, la práctica artística puede comenzar a tomar distancia de la precariedad.

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Marga Sequeira Cabrera

Se tituló en historia del arte y es máster en artes visuales y estudios culturales (perspectiva feminista y cuir). Además realizó un diplomado en antropología del arte. Ha tomado cursos de filosofía, historia, género, sexualidad y teoría feminista. Ha participado en procesos de investigación sobre el arte contemporáneo costarricense, sobre arte colonial centroamericano y sobre fotografía en el siglo XIX. También ha investigado acerca del performance, las corporalidades y la diversidad funcional.

Fue curadora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo; también ha realizado práctica curatorial de forma autogestiva, así como investigación o asistencia de investigación para procesos curatoriales. Su enfoque en la investigación y la práctica curatorial son los archivos secundarios o alternativos, que se construyen o simplemente se ficcionan, y con los que se crean memorias visuales. Con el colectivo LaRuidosaOficina practica, investiga y reflexiona en torno a la relación entre arte y educación, principalmente sobre el potencial educativo que tiene el arte en procesos colectivos o vinculados a comunidades. Desde el 2018 ha trabajado desde la gestión cultural comunitaria, tanto para gobiernos locales como para el Ministerio de Cultura y Juventud, y también de forma autónoma. Desde el 2020 comenzó a incursionar en proyectos editoriales y de publicación, igualmente de forma autogestiva. Actualmente trabaja en proyectos de investigación sobre memoria LGTBI+, gestión cultural y formación artística a nivel de Centroamérica.

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